Favoritismo de Rousseff-Lula en las elecciones de Brasil
Sobre las elecciones de Brasil este domingo.
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Óscar Vidarte
Profesor del Departamento de Ciencias Sociales
A inicios de año, la designación de Dilma Rousseff, «delfina» de Lula, como candidata del Partido de los Trabajadores a la presidencia de Brasil, no fue muy bien recibida. La jefa del gabinete del gobierno brasileño era una desconocida para el electorado. Esto implico para la candidata oficialista, empezar bastante abajo en las encuestas, en relación a su principal rival en estas elecciones, José Serra, candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña, ex gobernador de Sao Paulo e, inicialmente, gran favorito para suceder al presidente Lula da Silva.
Luego de varios meses, Rousseff ha sabido aprovechar el alto nivel de popularidad con el que cuenta el presidente de Brasil, de forma tal que ha podido superar a su oponente en las encuestas, hasta llegar a hablar de un posible triunfo en primera vuelta (para lo cual es necesario, al igual que en nuestro país, más del 50% de los votos). Pero, para Rousseff esta campaña no ha sido nada fácil. Ha implicado cambiar su imagen y su perfil demasiado tecnócrata para un partido con una gran base popular. Obvio es que nunca podrá superar la simpatía del presidente Lula, pero, para suerte suya, Serra tampoco encuentra en el carisma una de sus más importantes virtudes.
Además, el electorado tampoco ha encontrado muchas diferencias entre los dos candidatos, identificados ambos con la izquierda desde su juventud. Si Rousseff fue una ex militante de un grupo guerrillero de izquierda en plena dictadura brasileña, Serra fue un dirigente de izquierda exiliado en Chile, además de autocatalogado como un hombre de izquierda.
A pesar de lo señalado, un reciente caso de corrupción que vincula a la ex asesora de Rousseff y actual jefa del gabinete presidencial, Erenice Guerra, ha vuelto a levantar las críticas contra el gobierno de Lula en torno a esta práctica, lo cual ha afectado el apoyo a su favor, aunque todavía podría pensarse en una victoria en primer vuelta. Si esto no sucediera, y fuera necesaria una nueva votación, lo más probable es que los votos que vayan a la tercera en discordia, Marina Silva, candidata por el Partido Verde, ex ministra de Lula y ex miembro del Partido de los Trabajadores, hoy con el 12% de apoyo, irían, con mucho mayor seguridad, a Rousseff que ha Serra.
Hasta hora, lo único totalmente seguro es que el próximo presidente de Brasil, encontrará un país en franco crecimiento (siendo hoy la 8va economía del mundo y habiendo superado bastante bien la crisis económica mundial), con grandes proyectos por desarrollar (el Mundial de Futbol de 2014 y las Olimpiadas en Rio de Janeiro del 2016) y con un papel cada vez más importante, no solo a nivel regional, en virtud del liderazgo que debe de asumir en la UNASUR, sino también mundial, ya sea participando de la reforma de la ONU, solicitando un nuevo orden financiero internacional ante el FMI o liderando al G-20 en las negociaciones de la Ronda de Doha.
Pero, sea cual fuese el resultado de este domingo, Brasil seguirá teniendo un presidente de izquierda, aunque lo más probable es que Lula da Silva y Dilma Rousseff, una mujer que ha superado torturas, una detención larga en la cárcel y un reciente cáncer linfático, sean los grandes ganadores de la jornada electoral. En este caso, su primer gran reto será poder demostrar que tiene voz propia, lo cual implicará independizarse de la hoy simbiosis Rousseff-Lula.
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