El rescate demostró la fe, voluntad y esfuerzo del pueblo chileno, de las brigadas de rescate minero y del gobierno de Chile, por rescatar sanos y salvos a sus mineros sin escatimar recursos, se ha utilizado lo último en tecnología de perforación de roca con equipos que han alcanzado en tiempo record, mucho antes de lo estimado y con notable precisión el refugio subterráneo. Los mismos chilenos han diseñado y construido una cápsula de rescate de características innovadoras, si la comparamos con la utilizada el 2002 por el MSHA de los Estados Unidos en el rescate de los 9 mineros atrapados en la mina de carbón de Queecreek en Pensylvania, pero a 70 metros de profundidad, no 700. Se estima que el costo de la operación de rescate sobrepasa los 10 millones de dólares.

A raíz del rescate hubimos de dar declaraciones a diversos medios de comunicación sobre diferentes aspectos de este, pero una pregunta recurrente fue si el Perú está preparado para enfrentar una situación como la presentada en Chile. La respuesta fue que definitivamente si. La industria minera peruana moderna y responsable no tiene nada que envidiar a las de otros países mineros, incluidos los desarrollados como Australia, Canadá y los EEUU. Cada operación minera en el Perú cuenta con al menos una brigada de rescate minero entrenada de acuerdo a los mas altos estándares internacionales, mas de una ha participado en concursos en el extranjero, la de la mina Cobriza ganó hace poco tiempo un apreciado galardón en los Estados Unidos. Contamos con un reglamento de seguridad minero que el Ministerio de Energía y Minas actualiza periódicamente. Desde hace mas de 10 años existe en el Perú el Instituto de Seguridad Minero (ISEM) que capacita permanentemente a nuestros trabajadores, la instrucción que se da a nuestros estudiantes de ingeniería de minas, caso de la PUCP por ejemplo cubre todos los aspectos de seguridad en las minas. Obviamente, hay que estar preparados para cualquier contingencia, pero lo mejor es prevenir y esto es lo que se hace y lo que ha permitido ir reduciendo la tasa de accidentes de todo tipo de manera continua y así continuará siéndolo porque el objetivo en las minas peruanas es cero accidentes.

Además del aspecto técnico y el de capacidades para enfrentar una situación como la de la mina San José, otra pregunta recurrente fue la del factor humano. ¿Que diferencias existen entre el trabajador minero chileno y el peruano, como reaccionarían los nuestros ante un accidente similar? La respuesta es que no existen diferencias y prueba de ello es la presencia de un minero boliviano, país tan cercano al Perú, recién llegado a la faena, entre los rescatados, que nunca se amilanó y a quien los mineros chilenos trataron como a un hermano. Y así como el presidente de Chile se apersonó al lugar de rescate para estrechar en un abrazo a sus compatriotas mineros, también el presidente de Bolivia lo hizo para hacer lo mismo con el hermano boliviano, la minería no tiene fronteras y el temple de los mineros no conoce de nacionalidades, se nos forma para sin temor penetrar en las entrañas de la tierra a arrebatarle las riquezas que encierra para ponerlas al servicio de la humanidad. En Chile trabajan muchos egresados de ingeniería de minas de la PUCP, todos los años se recibe la visita de los representantes de empresas mineras nacionales e internacionales, que conociendo la calidad de los profesionales que formamos, vienen para reclutarlos, porque el auge de la industria a nivel mundial ha ocasionado una escasez de ingenieros, y nuestra «escuela» de minas goza de prestigio internacional, desde su fundación hace 40 años por iniciativa del padre Felipe Mac Gregor, entonces rector, el Ing. Fernando Giuffra, entonces decano de la Facultad de Ciencias e Ingeniería, ambos con la colaboración invaluable de Don Alberto Benavides de la Quintana.