"El Miércoles de Ceniza no es solo un gesto ritual, sino una invitación a la humildad"

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P. Marco Antonio Martínez Ruiz
Director del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) de la PUCP
Foto:
Andina
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo litúrgico que invita a la reflexión, a la conversión y al arrepentimiento. Este día, que se celebra con la imposición de las cenizas en la frente de los fieles, nos recuerda nuestra fragilidad humana y nuestro compromiso como cristianos a la conversión. Las palabras «conviértete y cree en el Evangelio» resuenan en la mente de muchos al recibir las cenizas, un recordatorio de que todos los días podemos cambiar y que solo en Dios encontramos la plenitud de la vida verdadera.
Las palabras 'conviértete y cree en el Evangelio' resuenan en la mente de muchos al recibir las cenizas, un recordatorio de que todos los días podemos cambiar".
El Miércoles de Ceniza, por tanto, no es solo un gesto ritual, sino una invitación a la humildad. Es un llamado a reconocer que, aunque busquemos el éxito, el poder o la fama en este mundo, todos esos logros son efímeros. Lo que verdaderamente tiene valor es la relación con Dios y la identificación con su palabra y el propósito de nuestra existencia: amar, servir y vivir conforme a los principios del Evangelio. En un mundo tan enfocado en lo material y lo pasajero, este día nos invita a mirar más allá de lo superficial y a conectar con lo profundo de nuestra fe.
El acto de recibir las cenizas también nos habla de penitencia. No es solo un recordatorio de nuestra mortalidad, sino una invitación a la conversión. Durante la Cuaresma, los cristianos somos llamados a hacer un examen de conciencia, a buscar lo que necesita ser transformado en nuestro interior. La Cuaresma no se trata solo de abstenerse de ciertos placeres, como el azúcar o la carne, sino de un esfuerzo profundo por purificar nuestro corazón, y acercarnos más a Dios y al prójimo. Es un tiempo propicio para la oración, la meditación y la práctica de la caridad. Al igual que el sol, que transforma la tierra a través de su calor, la Cuaresma nos ofrece la oportunidad de dejar que el amor de Dios nos transforme desde dentro, limpiando nuestras imperfecciones y guiándonos hacia la reconciliación con Él.
La Cuaresma no se trata solo de abstenerse de ciertos placeres, como el azúcar o la carne, sino de un esfuerzo profundo por purificar nuestro corazón, y acercarnos más a Dios y al prójimo. Es un tiempo propicio para la oración, la meditación y la práctica de la caridad".
Además, el Miércoles de Ceniza es un recordatorio de que nuestra vida está profundamente conectada con los demás. Al recibir las cenizas, estamos unidos en una misma condición humana. Todos somos hijos de un solo padre y todos necesitamos la gracia divina para poder vivir plenamente. Este gesto, aparentemente pequeño, es una llamada a la solidaridad y a la comunidad. La Cuaresma, lejos de ser un ejercicio individualista, es una oportunidad para crecer juntos en la fe, para apoyarnos mutuamente en la búsqueda de la conversión y la paz interior.
El Miércoles de Ceniza nos invita a hacer una pausa y a reflexionar sobre el sentido de nuestra vida, sobre nuestra relación con Dios y con los demás. Es un tiempo para humillarnos, reconocer nuestras debilidades y dar paso a la transformación interior. Al recibir las cenizas recordamos que, aunque somos pecadores, podemos ser renovados por la gracia de Dios.
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