El espía y las relaciones bipolares
El reciente descubrimiento de presuntas labores de espionaje realizadas por Víctor Ariza (un mal peruano, sin duda) ponen una vez más sobre el tapete que Perú y Chile, en sus relaciones, están muy lejos de la ponderación.
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Joseph Dager Alva
Si el presidente García salió en todos los medios a opinar que Susan Hoefken no merecía la nacionalidad peruana por el asunto del pulmón, ¿no debió hacer lo mismo y en tonos aún más contundentes en contra de Ariza, hasta con «patadita» incluida? Cierto que se ha cuidado de afirmar que no sospecha ni de la presidenta Bachelet ni de sus ministros, entonces ¿serían funcionarios de rangos menores (que llama pinochetistas) y el tristemente famoso señor Ariza los que estarían amenazando nuestra soberanía? ¿Tan frágil es? La efectista e histriónica retirada del presidente García del Foro Internacional en que participaba, a cuatro horas de que terminase, para regresar presuroso al Perú, revela, sin duda, un admirable sentido de heroísmo en su personalidad.
Pero, las relaciones diplomáticas sobre un hecho que en verdad resultaría grave de comprobarse no se manejan en base a la capacidad de entrega de nuestro Presidente o de declaraciones destempladas de militarones, sino con mesura, casi imposible de lograr pues, entre Perú y Chile, mantenemos relaciones bipolares. Actitudes como las que hemos presenciado del lado del Perú le sirven la bandeja al canciller chileno para afirmar que hay una utilización política de este hecho, con lo que desvaloriza el hecho en sí, como si no lo considerase agresivo por definición. Las reacciones de algunos políticos y senadores de Chile confirman que aún hoy se mantiene una «soberbia extravagante» respecto del Perú, magnífica expresión del ex diplomático chileno José Rodríguez Elizondo. ¿Cómo se les ocurre que Chile va a espiar, parecieran decir, y menos al Perú, darían a entender? Pero resulta que ya lo hizo en 1979; y también hace muy poco, en el 2003, cuando la actual presidenta Bachelet ejercía de ministra de Defensa y fueron descubiertos dos espías chilenos en un consulado argentino.
Chile no ha dicho lo único que debió decir: que investigará hasta las últimas consecuencias y que recibirá gustoso las pruebas que el Perú le alcance. La responsabilidad para llegar a la verdad, canciller Fernández, no es sólo del Perú. Le toca a su Gobierno, haya habido o no un aprovechamiento político, determinar si están o no implicados funcionarios chilenos y sus rangos. Su gobierno, presidenta Bachelet, quedaría muy bien si le muestra al mundo que el espía peruano no tuvo relación con ningún alto mando. Recuerde, por cierto, que ya su gestión no quedó muy bien frente a la comunidad internacional por la infeliz hipótesis de trabajo de esos tan recientes ejercicios aéreos que nombraron Salitre 2009.
Lee más sobre el tema:
«Delito de espionaje, justicia militar y pena de muerte». (Christian Donayre Montesinos, abogado de la PUCP)
«Espionaje y corrupción como vulnerabilidad institucional». (Antonio Peña Jumpa, profesor principal de la PUCP, abogado, máster en Ciencias Sociales, PhD. in Laws).
Además:
Este martes 24 de noviembre a las 7.30 p.m. s epresentará el último libro de Joseph Dager Alva: «Historiografía y Nación en el Perú del siglo XIX». Comentarán Iván Hinojosa y Pepi Patrón. Será en el local de la Escuela de Música de la PUCP (Malecón Grau 477, Chorrillos)
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