Día del Árbol: los bosques de podocarpus en el páramo de Piura
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Dra. Ana Sabogal
Directora de la Maestría en Desarrollo Ambiental
Al hablar del Día del Árbol (1 de septiembre) quiero concentrarme en los bosques, específicamente, en el bosque de neblina de Samanga (Piura), representado por el género podocarpus. Esta especie tiene una amplia distribución. En el Perú, encontramos en total 10 especies de la familia Podocarpaceae, de las cuales una es endémica.
En los páramos, ubicados en las alturas de Piura, encontramos bosquecillos relictos de esta especie. Se trata de una conífera, de las pocas que alberga nuestro país. Estos bosques están en extinción, quedan muy pocos aún con plena biodiversidad, compuesta también por bromelias, helechos y muchas otras especies endémicas, además del podocarpus.
La importancia de los corredores biológicos es primordial para la conservación de los ecosistemas y la diversidad genética de las especies, en este caso, de los bosques de podocarpus».
Específicamente, en la comunidad de Samanga, colindante con Ecuador, encontramos un bello relicto de este bosque. Aquí, los comuneros se han organizado para conformar un área de conservación privada de propiedad comunal -reconocida por el SERNANP- denominada «bosque de neblina y páramo de Samanga». De esta forma, se ha conformado un corredor biológico transfronterizo con el bosque Angashola de la comuna de Cherrocal, Ecuador, al lado norte; con el Parque Nacional Podocarpus, por el lado sur; y, por el noreste, con el Santuario Nacional Tabaconas, Lambayeque.
La importancia de los corredores biológicos es primordial para la conservación de los ecosistemas y la diversidad genética de las especies, en este caso, de los bosques de podocarpus. Los corredores ecológicos constituyen vías de conexión entre las especies y zonas de refugio en caso de incendios forestales, deforestación u otra actividad humana que fragmente los bosques.
Se calcula, además, que cada árbol es hábitat de más de 30 especies, entre aves, insectos, plantas, entre otras».
Las especies conforman, entonces, metapoblaciones conectadas entre sí por los corredores, lo que les permite la sobrevivencia mediante la migración en caso de emergencia. Sin ellos, las poblaciones aisladas tienen mucho menor posibilidad de sobrevivencia, y conforman ecosistemas de isla donde la conservación se hace difícil y las especies sufren un proceso de especiación o formación de nuevas especies, ecotipos y variedades nuevas.
Solo se conservarán los árboles si logramos, a la par, la protección de su hábitat. Se calcula, además, que cada árbol es hábitat de más de 30 especies, entre aves, insectos, plantas, entre otras. En este sentido, la importancia del árbol va más allá de la propia especie. Los bosques constituyen una riqueza incalculable en diversidad.
Específicamente, los bosques andinos son muy interesantes por estar constituidos por una variedad de especies medicinales y resistentes al frío. Estas se han ido adaptando, durante miles de años, para poder sobrevivir bajo el viento, el intenso sol, la altura y las heladas nocturnas tan características de este espacio. En ello radica también la posibilidad de encontrar especies que puedan darnos pistas para los tiempos del cambio climático. Estos árboles ya han pasado por un largo proceso de adaptación al frío, como la corteza recubierta del tronco de podocarpus que puede soportar todas estas condiciones y sobrevivir.
Quien quiera conocer este espacio deberá armar bien su mochila. La parte alta del páramo se encuentra coronada por una bella laguna, ahí corre un viento intenso al atardecer que hace volar las carpas y se siente el frío.
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