Desmontando mitos sobre la pobreza
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Ismael Muñoz
Coordinador del Programa de Gobernabilidad y Gerencia Política de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP
El premio Nobel de Economía, denominado oficialmente como “premio del Banco de Suecia en ciencias económicas en memoria de Alfred Nobel”, ha sido conferido en 2019 a Abhijit Banerjee (India, 1961), Esther Duflo (Francia, 1972) y Michael Kremer (Estados Unidos, 1964). El jurado ha señalado que el premio se les da “por su aproximación experimental al alivio de la pobreza global”; y también porque “sus hallazgos han ampliado significativamente el alcance del análisis económico mediante la construcción de modelos que explican cómo la economía de mercado interactúa con la naturaleza y el conocimiento”; por tanto, en términos aplicados, “sus hallazgos han mejorado dramáticamente la capacidad práctica para combatir la pobreza”.
Esther Duflo es la segunda mujer —luego de Elinor Ostrom, quien lo recibió en 2009— en ganar el premio Nobel de Economía y es la más joven de los premiados. Cabe indicar que los tres laureados han escrito por lo menos un texto conjunto. Se trata del documento “The Influence of Randomized Controlled Trials on Development Economics Research and on Development Policy”, preparado para la conferencia “The State of Economics, The State of the World” y publicado por el MIT (Massachusetts Institute of Technology).
Las investigaciones y publicaciones de los tres economistas, en particular de Banerjee y Duflo, han contribuido a desmontar algunos mitos sobre la pobreza. Ambos han escrito un libro que expresa sus hallazgos Poor Economics: A Radical Rethinking of the Way to Fight Global Poverty. Se publicó en 2011 y se tradujo al español como Repensar la Pobreza. A través del estudio buscan comprender las vidas concretas de los pobres y cómo toman sus decisiones. En este sentido, señalan que su investigación “nos ayuda a entender por qué los microcréditos resultan útiles, sin ser el milagro que algunos esperaban; por qué con frecuencia los pobres acaban teniendo una atención médica que les hace más mal que bien; por qué los hijos de los pobres pueden ir a la escuela año tras año y no aprender nada; por qué los pobres no quieren seguros médicos. Y revela por qué tantas cosas que ayer se consideraron una panacea hoy se han convertido en ideas fracasadas”.
Es importante señalar que su aproximación tiene como principio “ver a los pobres como una fuente de conocimiento o como personas a las que se debe consultar lo que piensan, o lo que desean o lo que hacen”, y, por tanto, se debe averiguar mejor cómo funciona de verdad su economía, sus motivaciones y aspiraciones, pues “muchas veces carecen de información fundamental y se creen cosas que no son ciertas” sobre la propia salud y de los niños, la educación o la política. Sin embargo, sobre sus hombros recaen demasiadas responsabilidades en diversos aspectos de sus vidas, como tener que potabilizar su propia agua que no proviene del sistema público o evaluar los nutrientes de los alimentos que comen sus hijos o ver formas de ahorro para sobrevivir en la salud y la vejez.
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