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“Dar lugar a la palabra del paciente puede ser profundamente terapéutico y humano”

El Dr. Manuel Hernández nos visitó para participar en el Seminario Internacional de Psicooncología y en el XXXV Congreso Interamericano de Psicología, desarrollados ambos en nuestra Universidad. En esta entrevista nos explica los aportes del psicoanálisis al paciente oncológico y las formas en que este lidia con las fases más avanzadas de la enfermedad.

  • Manuel Hernández
    Secretario de la Sociedad Española de Psicooncología

¿Cuál es la diferencia, a nivel psicológico, entre un paciente de cáncer y uno con otra enfermedad?

El cáncer es una enfermedad mortal, aun cuando no siempre lo sea de forma inminente. Incluso con los tratamientos modernos, es una enfermedad crónica que probablemente provoque recaídas que necesiten nuevos tratamientos. El paciente vive una serie de estresores que no se acaban con el diagnóstico sino que van a continuar. Los efectos que eso puede tener a nivel de su psiquismo, vida diaria, relaciones laborales y familiares van a variar dependiendo no solo de la enfermedad, sino también de su vulnerabilidad interna, personalidad y estructura psíquica.

¿Cómo ayuda el psicoanálisis a que el paciente enfrente o sobrelleve la enfermedad?

A diferencia de otras perspectivas, el psicoanálisis no considera que los síntomas psicológicos son algo disfuncional, sino que son elementos funcionales que nos pueden ayudar si el paciente habla sobre ellos. El psicoanálisis les ayuda a ordenarse mentalmente con aquellas sensaciones que conlleva la enfermedad y a adquirir la serenidad suficiente para transitar sus distintos momentos.

¿Cómo afecta al paciente oncológico el reconocerse como tal?

Es un tema de pérdidas para el paciente y su familia. No pierdes solo la salud, sino que puedes perder el trabajo o el lugar que ocupabas en la familia porque tal vez los hijos te dejan de ver como el pilar y ahora para ellos eres alguien débil. Las pérdidas se dan desde pequeños y son los objetos que no se tienen y se querrían tener los que pueden generar dolor o angustia pero que supone, asimismo, un proceso de maduración. Freud dijo que ante esa pérdida se dan las primeras diferencias de estructura psíquica entre unas personas y otras. Hay quienes las incorporan como un proceso normal en una estructura que llamamos neurosis. Pero tenemos también la psicosis, donde generalmente no hay un duelo, se pueden tener alucinaciones, verdaderas manías o la melancolización del sujeto, a la que se debe prestar mucha atención. Analizando la reacción de una persona a pérdidas anteriores, podemos predecir su reacción ante las pérdidas que supone el cáncer.

¿Qué diferencia tangible se ve entre un duelo regular y la melancolía patológica?

El duelo es la reacción más común ante la pérdida de un objeto significativo y querido. Ambos comparten síntomas como el empobrecimiento afectivo y el desinterés general excepto en todo lo que tiene que ver con la persona perdida. En el duelo, el yo del doliente está intacto y conservado, es la solución que encuentra una persona cuya estructura neurótica se lo permite, sin embargo, hay personas que, por estructura, son psicóticas y su solución, ni mejor ni peor, es la salida por la melancolía o la psicosis alucinatoria. En la melancolía, el yo se rompe de manera que una parte se encarga de la función crítica de la realidad y la otra recibe la sombra del objeto perdido. El melancólico continuamente se autorreprocha al punto que puede matarse y hay que conocerlo más para encontrar cómo engancharlo con el mundo. En el duelo, el yo no cambia y, pasado un tiempo prudente, se libera; entonces, vemos que la persona vuelve a tener ganas. En La voz a ti debida, de Julio Salinas, hay unos versos en donde se habla de la melancolía: “No quiero que te vayas, dolor mío, mi última forma de amar”. Algo de esto hay. Todo lo que va en el sentido de forzar a que pase por un duelo puede hacer más daño.

¿Cómo se da el duelo en la fase terminal del cáncer?

Hay pacientes que ya no son tratables, pero no hay paciente que no sea cuidable para que viva mucho tiempo con dignidad y calidad de vida. A veces una persona intenta cambiar aspectos de la realidad como un mecanismo de amparo frente a la angustia, lo que no es perjudicial. Si en lugar de intentar combatir los síntomas psíquicos animamos al paciente a hablar de ellos, daremos lugar a la palabra, que puede ser profundamente terapéutico y humano. A veces hay familiares que están peor que los pacientes. Si bien algunos querrán solo estar con el paciente, siempre es bueno que tengan la opción de acudir a hablar con alguien. El duelo se inicia antes porque, aunque el paciente vive, ya se ve la pérdida y se tiene muy presente.

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