¿Comes por estrés o ansiedad?
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Patty Vilela
Coordinadora de PUCP Saludable
Fotografía:
Héctor Jara
Es importante establecer una relación saludable con tu alimentación, la cual te ayudará a mantener un equilibrio con tu mente y tu cuerpo".
¿Has comido alguna vez solo para sentirte mejor? ¿Comes para calmarte cuando te sientes triste, enojado, aburrido o estresado? Estas reacciones que alteran nuestra alimentación son reales y tienen un nombre: emotional eating o comer emocional. Este se define como la tendencia a comer en exceso en respuesta a emociones, como ansiedad, soledad, tristeza, cólera o irritabilidad.
Luego de comer en exceso, el efecto de alivio es ilusorio y temporal. Las emociones negativas regresan y es altamente probable que, adicionalmente, tengas que lidiar con sentimientos de culpa. Esto puede conllevar a un ciclo no saludable: las emociones pueden motivar a comer en exceso, te sientes mal y comes de nuevo. Es preciso mencionar que los “comedores emocionales” son personas particularmente propensas a consumir alimentos con alto contenido de grasa, azúcar y calorías en respuesta a ciertas emociones negativas. Por esta razón, el comer emocional está asociado con ganancia de peso y sobrepeso. Por ello, es muy importante aprender a diferenciar el hambre física de aquella emocional.
El hambre física aparece de forma gradual y no puede ser postergada, ya que es un indicador de una actividad necesaria para vivir. Además, puede ser satisfecha con prácticamente cualquier alimento y la persona suele detenerse cuando se siente satisfecha.
Por el contrario, el hambre emocional aparece de manera repentina y con carácter urgente. A la persona le provoca comer un tipo específico de comida (pizza o helado, por ejemplo) y, cuando sucede, puede que se sienta tentada a ingerir una porción más grande de lo usual, por lo cual podría sentirse culpable.
Aprender a diferenciar el hambre física del emocional es un punto de partida importante que puede complementarse con distintas estrategias.
Primero, es importante preguntarse por qué se está comiendo y encontrar una actividad de reemplazo. Si una persona se sintiese sola, puede llamar a un amigo; de estar estresada, puede intentar practicar ejercicios de respiración. Y si come para aplazar el inicio de sus actividades académicas, puede empezar por aquellas más fáciles.
También puede escribir las emociones que activan su alimentación: qué come, cuánto come y cómo se siente (aburrida, estresada, triste, molesta, etc.). Esta información ayudará a identificar patrones entre la alimentación y las emociones.
Por último, es útil tener a la mano snacks saludables. Ante la necesidad de ‘picar’, es preferible elegir un alimento saludable, como frutas frescas, frutos secos o canchita sin mantequilla; o probar las versiones bajas en calorías de sus comidas favoritas para satisfacer un deseo.
Si has identificado que sueles comer por razones emocionales, intenta seguir estas recomendaciones. Si consideras que tus emociones te desbordan y no puedes controlarlas a pesar de múltiples intentos, busca ayuda profesional. Recuerda que es importante establecer una relación saludable con tu alimentación, la cual te ayudará a mantener un equilibrio con tu mente y tu cuerpo. De esta manera, también tendrás más energía y podrás tener un mejor rendimiento académico en la Universidad.
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