"El capitalismo puede fallar y tener éxito al mismo tiempo"
La división de las clases sociales en alta, media y baja es una configuración tradicional que para el sociólogo Erik Wright –miembro del denominado marxismo analítico–no se aplica exactamente a lo que ocurre actualmente en la sociedad. Para el Dr. Wright, las clases sociales deben ser analizadas desde las relaciones que hacen dependientes a unas personas de otras. El sociólogo norteamericano estuvo la semana pasada en la PUCP, invitado por el Departamento de Ciencias Sociales, la Maestría en Sociología y la Facultad de Ciencias Sociales.
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Erik Wright
Profesor de sociología de la Universidad de Wisconsin, Madison (EE.UU)
Texto:
Paloma VeranoFotografía:
Felix Ingaruca
La manera más común de dividir las clases sociales es en alta, media y baja. ¿Qué configuración tienen para usted?
Es una manera estándar en la que la gente habla de las clases y está bien, pero yo no uso ese concepto. La mayoría de sociólogos no entienden las clases sociales de manera gradual, sino de manera relacional. Es decir, las clases entendidas como las relaciones sociales que unen las vidas de ciertas personas y las hace interdependientes. Un ejemplo que no es relevante hoy en día, pero que podría graficar la relación social de las clases, sería la relación entre un esclavo y su amo. Decir que las diferencias entre un esclavo y su amo es que uno está posicionado más alto que el otro no captura toda la idea de la relación. Sin embargo, tenemos la relación social llamada ‘esclavitud’, y esa une las vidas de los esclavos y sus amos. Uno no puede definir la categoría de ‘esclavo’ sin definir al ‘amo’, y viceversa. Y eso es porque estas posiciones están derivadas de una relación.
¿Qué relaciones se establecen actualmente?
Vivimos en un mundo que tiene bastantes complicaciones a nivel de relaciones sociales, que une a las personas bajo una relación de economía, como dominaciones y subordinaciones de poder, lo que genera diferencias. Una de esas relaciones es que el capitalismo hace que algunas personas controlen la vida de otras mediante la ‘propiedad virtual’ (en el sentido de producción) y que otra gente tenga sus vidas controladas por las labores que debe realizar para el capitalismo. Eso, hablando de relaciones de clases, no es algo nuevo y siempre ha estado.
¿Por qué actualmente no se habla de clases en ese sentido?
Hace 25 años quizá la gente hablaba de clases en un sentido de relación. Ahora, esta idea relacional de clases se ha vuelto menos común en parte porque las teorías que fundamentaban el hecho de las relaciones de clases sociales, como el marxismo, se han vuelto menos importantes. Pero también hay otras razones, y es que ahora hay una idea gradual de clase.
¿Cuál es el motivo para que el socialismo no se haya desarrollado?
Una de las razones de por qué no tenemos un socialismo es que no hay movimientos sociales lo suficientemente poderosos para sacarlo a flote. Entonces, la pregunta es por qué no tenemos esos movimientos sociales. Y eso tiene que ver con las instituciones de dominación en una sociedad capitalista, que hacen que sea extremadamente difícil organizar movimientos políticos que presenten ideales de transformación. Cuando los movimientos sociales son formados con diferentes objetivos de transformación, tienden a ser atacados, muchas veces, en forma de represión. Es muy difícil organizar dichos movimientos por el poder de las instituciones dominantes, que logra desarmarlos y marginarlos. Pero aun así, la causa principal de la ‘falla’ del socialismo no es solo la falla de los movimientos sociales, sino la fuerza de los poderes dominantes. Y eso significa que si creen que esa trasformación del capitalismo se debe dar, entonces se debe pensar en nuevas formas de transformarla.
¿Cómo ve el panorama de Sudamérica, donde países como Argentina, Venezuela, Bolivia, entre otros, se han inclinado por modelos afines al socialismo?
Son países en los que el Estado, de alguna manera, se ha involucrado en proyectos sociales, pero el Estado es la fuerza de poder, el líder de estas transformaciones. Prefiero no entender esos procesos como socialistas, sino como estadistas. El Estado encabeza una búsqueda de “justicia social”, pero en realidad no transforma la sociedad ni las instituciones básicas de ella. Una dirección socialista lo definiría como una economía en la que las condiciones básicas de una vida económica estén bajo el control de gente común y corriente organizada en instituciones demócratas. Algunas políticas de estado en Argentina, Bolivia o Venezuela mantienen las posibilidades de una economía demócrata, pero esa no es la causa principal de la mayoría de sus políticas.
¿La crisis económica en Europa y Estados Unidos es un síntoma de que el capitalismo está fracasando?
El capitalismo como sistema puede fallar y tener éxito al mismo tiempo, por eso no creo que esté fracasando en todo el sentido de la palabra. No está colapsando. Es un sistema que es capaz de repeler la crisis que puede llegar a él y derivarla a los sectores más vulnerables, que tienen menores posibilidades de responder ante una crisis, en vez de ser distribuida a la gente con mayor capacidad de lidiar con ella. Esto es parte de mi crítica hacia el capitalismo: que causa mucho dolor en el mundo, y que puede ser eliminado pero no lo es. El capitalismo solo puede ser transformado cuando haya una alternativa que la gente encuentre atractiva y cuando exista una estrategia capaz de construirla.
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