"Afrontar el cambio climático debe tener una política que atraviese todos los gobiernos"
La Dra. Sylvie Nail brindó la conferencia “Bosques urbanos” durante la inauguración del IV Kawsaypacha 2015, un evento organizado por el Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la PUCP (INTE), el cual se desarrolló con el objetivo de discutir los compromisos oficiales del Perú con respecto al cambio climático. Además de ser docente de la Universidad de Nantes (Francia), Nail es profesora invitada en la Universidad Externado de Colombia y ha sido miembro del Laboratorio de Investigación en Antropología Urbana de París.
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Sylvie Nail
Docente de la Universidad de Nantes (Francia)
¿Cuáles son los problemas más urgentes en materia de medio ambiente?
La falta de agua será un problema y esto tiene implicaciones en las políticas públicas. Estaba viendo como en Lima se riega el césped en pleno día, pero eso en diez años no se verá, porque es un recurso invaluable para la comunidad. Los políticos no pueden hacer nada sin hechos o sin consejos para decidir, de repente, qué tipo de plantas usar (algunas que resistan más a los climas secos). Por otro lado, la comunidad debe de involucrarse, por más difícil que sea. Por eso, Kawsaypacha es muy importante, porque falta más conexión entre los académicos, los políticos y la ciudadanía y esto ayuda a hacer puentes. Los políticos, por ejemplo, en el tema del cambio climático, necesitan saber qué se está investigando. Por eso, encuentros de este tipo se han multiplicado en los últimos 15 años.
¿Por qué es tan complicado llegar a consensos que beneficien a todos?
Porque cada uno vive en su torre de marfil. Los investigadores hablan entre ellos y los mismo pasa con los políticos. Esto no se puede seguir haciendo así. No podemos darnos el lujo de pensar que cada uno puede ir por su cuenta. Es muy difícil comunicarse, pero hay que fomentar mayores vínculos. Allí está el reto.
¿Qué son los bosques urbanos?
Este concepto nació en Canadá durante los años 60 y se popularizó en el mundo durante los años 80 en un contexto de posindustrialización, cuando había muchas tierras sin uso, y de cambio climático. La definición de los especialistas incluye, ahora, a todo el arbolado urbano. Puede decirse que el árbol que tienes en tu jardín es parte del bosque urbano de Lima, como lo son los árboles en la vía pública y los que se ubican en los parques. Todos estos prestan servicios ecosistémicos y, por ello, contribuyen al bienestar de la población que les rodea.
Hoy en día se privilegia más el cemento sobre lo verde.
Hay una problemática fundamental relacionada al costo del metro cuadrado en las ciudades. Yo vivo actualmente en Bogotá y, la verdad, entiendo que es difícil pedirle a un político que “sacrifique” un pedacito de tierra valiosa para poner un parque, pero hay que ver el asunto desde otra perspectiva. Cuando hay una catástrofe, como una inundación, ¿cuánto cuesta recomponerse de ello? Uno se da cuenta, porque se reparan los daños y hasta la próxima. Eso cuesta más que haberse anticipado y haber sacrificado este pedacito de tierra para poner un parque que absorbe las aguas fluviales y que, además, provee frescura a la gente con la sombra de los árboles, que baja la temperatura de la ciudad y da espacios de encuentro. El costo es alto, pero los beneficios son diversos, y es mucho más bajo que reparar daños. Hay que cambiar allí el chip cultural y pensar de una manera diferente.
¿Qué experiencias similares hay en la región?
Muchas. Curitiba es un ejemplo muy bueno en Brasil, como lo es Rosario en Argentina. En todas partes están ocurriendo buenas experiencias. Lo que falta, una vez más, es la conectividad. Esos puentes entre las ciudades que tienen estas experiencias exitosas. Se deben armar más redes, porque de las buenas prácticas existen modelos que se pueden replicar. Justamente, acabo de terminar la dirección de un libro sobre las ciudades de América Latina y el cambio climático. Allí se puede ver que en todas las ciudades, desde las grandes a las pequeñas, se están haciendo cosas maravillosas, pero, lamentablemente, no se difunde nada.
Eventos como el Kawsaypacha ayudan a que esto se difunda.
Ciertamente. La idea es compartir experiencias. Uno no se puede quedar con el conocimiento, hay que difundirlo. Hay que dar un paso a la vez, pues poco a poco se pueden lograr cambios grandes. La ciudadanía tiene que tomar las cosas entre sus manos, no ser tan dependiente de políticos que un día tengan una intención y al otro, otra. Afrontar el cambio climático debe tener una política que atraviese todos los gobiernos. Esto puede lograrse con una ciudadanía más exigente con sus políticos y más responsable de sus actos. Hay que lograr un cambio político, pero también un cambio cultural que hay que realizar desde este momento. No podemos esperar más.
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