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Adviento: tiempo de cambio

Este 6 de diciembre celebramos el segundo domingo de adviento. El adviento son las cuatro semanas antes de la Navidad que sirven como preparación para la venida de Jesús.

  • Hermana Carmen Uipan

De alguna u otra manera, todos esperamos un cambio en nuestra vida, en nuestra universidad, en nuestro país o en nosotros mismos. Queremos mejorar nuestra situación económica, política y social. Deseamos ser promovidos, ser más humanos o más espirituales. Sabemos que algo debe cambiar o quizá pensamos que continuaremos haciendo y siendo lo mismo que hasta hoy somos y hacemos.

El adviento es una propuesta actual y actuante; es un buen tiempo para un cambio profundo y duradero. La palabra latina «adventus» significa «venida». Es una espera activa. Estamos convencidos de que el adviento no es solo recordar que Jesús vino (hace poco más de 2000 años), que viene (hoy y siempre) y vendrá (al final de lo tiempos). Significa que este tiempo que la Iglesia ofrece nos llevará a experimentar algo nuevo en nuestras vidas con sus tensiones y distensiones, con sus altos y bajos.

Todo lo que pensamos o sentimos tiene que ver con este gran misterio de amor que la Iglesia celebra cada año y desborda e irrumpe en nuestro cotidiano. Así, nos lleva a ser más de lo que nosotros mismos imaginamos que llegaríamos a ser: personas capaces de optar por una nueva actitud de espera, seres que irradian una luz de esperanza, una actitud nueva y diferente. Nos convertimos porque le pedimos al rey del universo, Jesucristo, que vea nuestra  necesidad de amor que requiere ser purificada por el susurro del Espíritu de Dios que habita en nosotros para reconocer los signos de su presencia en la historia. La respuesta es mantenernos vigilantes, despiertos a la gracia y sabiduría de Dios que nos enseña que la venida de Cristo no solo aprovecha a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa. Aún hoy se nos comunica si queremos recibir mediante la fe y los sacramentos, la gracia que Él nos prometió si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos (carta pastoral de San Carlos Borromeo, obispo).

Estar dispuestos es también escoger los buenos instrumentos que nos ofrece el adviento: la oración en familia, la reconciliación, la preparación de la corona de adviento, la vivencia de la palabra de Dios. Son recursos necesarios para que los regalos de Dios (es decir, la gracia que nos da la salvación) fortalezca nuestro saber esperar, ya que ello nos llevará también a saber renunciar a la angustia, la desesperación, la soledad y el estrés que aumenta en esta época. Solo así sabremos valorar y optar por una fe fortalecida que nos llevará a una vida sobria, honrada y religiosa (San Pablo a Tito). Reestructurar nuestra manera de pensar y creer es reencontrarse con nosotros mismos tomando conciencia de que todo puede ser salvado y llevado hacia Cristo, aquel que volverá revestido de gloria.

El Perfil

Nombre: Hermana Carmen Uipan

Etiquetas:
adviento
Carmen Uipan

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