Uno de los principales objetivos del día sin auto es que las personas experimenten otras formas de satisfacer su necesidad de viajar.

Todos los años, el 22 de setiembre se celebra, en el Perú y en muchos países, el día mundial sin auto. Este movimiento global está alineado con una nueva forma de pensar, planificar y gestionar las necesidades de viajes de las personas. Este nuevo enfoque, que se conoce como movilidad urbana sostenible, busca reducir las emisiones contaminantes del transporte urbano, reducir la presión del automóvil por más espacio en la ciudad para circular y estacionar, disminuir la necesidad de viajar grandes distancias para hacer uso de los servicios, priorizar la movilidad de las personas (especialmente de las más vulnerables: niños, personas con discapacidad y personas de la tercera edad) y dar preferencia a los modos de desplazamiento más respetuosos del medio ambiente (caminata, bicicletas y transporte público).

Uno de los principales objetivos del día sin auto es que las personas experimenten otras formas de satisfacer su necesidad de viajar. En este sentido, es importante resaltar que las diferentes alternativas no necesariamente se ajustan a las necesidades de toda la población. En el caso de la caminata, podemos decir que es una excelente alternativa para viajes menores de 1 a 1.2 kilómetros (unos 15 a 20 minutos aproximadamente); la bicicleta tiene tiempos de viajes muy competitivos para distancias entre 1.5 y 5 kilómetros (de 10 a 20 minutos de viaje), mientras que para viajes mayores a los 5 kilómetros las alternativas son el transporte público, el auto compartido y el auto individual.

En algunas ciudades, como Bogotá y Medellín, el día sin autos no pasa desapercibido como, por lo general, ocurre en Lima. En las dos ciudades colombianas, se cierran algunas vías al transporte motorizado, permitiendo la circulación masiva y segura de ciclistas y peatones; en nuestro caso, eso no ocurre y, a pesar del día sin autos, el 22 de setiembre, como todos los días, los peatones tienen que esperar 5 minutos o más para poder cruzar la Av. Javier Prado, lo que significa que un 30% del tiempo que están dispuestos a caminar lo pierden solo esperando para poder cruzar una vía.

En el caso de los ciclistas, el problema es que las ciclovías existentes todavía no conforman una red que permita hacer un viaje de origen a destino en condiciones seguras (solo por algunos tramos del viaje) y, además, por la falta de semáforos para ciclistas, que permitan que estos puedan cruzar las vías de manera segura. Para aquellos que tienen viajes de más de 5 km, los dos servicios de transporte público que tienen tiempos de viajes competitivos y son seguros están saturados (el Metropolitano y la Línea 1 del Metro) y no es atractivo dejar el auto y subirse a uno de estos dos servicios. Además, estos servicios no terminan de ser una red que tenga la suficiente cobertura territorial y tampoco son un sistema integrado que permita usar una sola tarjeta y pagar por un viaje completo sin importar el intercambio entre modos. Esto significa que, a quienes tienen viajes mayores a 5 kilómetros, solo les queda compartir el auto o seguir usándolo de manera individual.

Aprovechemos el día sin autos para reflexionar sobre las tareas pendientes que tenemos para avanzar en términos de movilidad sostenible: en el caso de los peatones, rediseño del espacio público y facilidades para circular y cruzar las calles; en el caso de los ciclistas, conectar los tramos de ciclovías existentes para que constituyan una red, así como implementar semáforos para ciclistas; y en el caso del transporte público, la necesidad de consolidar un sistema integrado y multimodal.