Antonio Graña Acuña es reconocido como profesor emérito de Arquitectura PUCP
El arquitecto Antonio Graña Acuña, de amplia trayectoria en nuestras aulas y que ha codiseñado nuestra Biblioteca Central y la Facultad de Derecho, fue reconocido como profesor emérito del Departamento de Arquitectura PUCP.
Texto:
Víctor MendozaFotos:
Héctor Jara
Antonio Graña Acuña tiene una relación con nuestra Universidad que va más allá de su labor como profesor del Departamento Académico de Arquitectura. Su visión sobre el quehacer arquitectónico ha impactado en el desarrollo académico de diversas generaciones de estudiantes de esta carrera; además, su legado lo vemos en nuestro día a día: ha colaborado en el diseño de nuestro campus.
Estoy muy agradecido con este reconocimiento, por lo mucho que ha significado la Universidad para mí y porque me permite seguir haciendo algo que realmente disfruto: enseñar”
Desde su rol en el diseño de nuestra Biblioteca Central hasta haber sido uno de los primeros profesores en nuestra Facultad de Arquitectura y Urbanismo, el trabajo de Graña se caracteriza por una pasión tanto a la arquitectura como a la enseñanza. De este modo, esta distinción no solo reconoce la labor del profesor, sino que celebra su vínculo con la PUCP, su vocación de maestro y el lugar que tiene en la historia de nuestra casa de estudios.
Antonio Graña y la importancia de la escala humana
“Mi encuentro con la arquitectura fue un incidente bastante gracioso y particular”, comenta Graña. Su primera aproximación a esta disciplina se dio en un concurso para escoger el logo de su promoción de colegio. “Resulté ganador. Fue esto lo que despertó mi interés en el diseño en general y, luego, por la arquitectura”, agrega. Posteriormente, Graña se tituló como arquitecto por la Universidad Nacional de Ingeniería y realizó estudios de posgrado en la Università degli Studi di Roma.
Durante su estadía en Francia, colaboró con los trabajos para el Plan Regulador de Addis Adeba, Etiopía, en 1966. Asimismo, trabajó para la Corporación de Desarrollo de Cumbernauld New Town, Escocia. El enfoque de este proyecto resonó con la visión de Graña. “Desde que comencé a estudiar siempre me ha guiado el mismo principio: la arquitectura debe tener como foco al ser humano”, cuenta.
El proyecto New Town abordó el impacto de la introducción del automóvil sobre la escala humana de las grandes ciudades. “Es importante que no se pierda de vista la escala humana. En el caso de New Town, era necesario lograr que el peatón sea siempre el protagonista del uso de la ciudad”, explica.
Compañeros de toda la vida
Al hablar de la trayectoria como arquitecto de Antonio Graña, debemos mencionar el rol del estudio Cooper Graña Nicolini, con Frederick Cooper y Eugenio Nicolini; de hecho, a través de Nicolini, consolidaron los primeros proyectos bajo encargo del rector emérito Felipe Mac Gregor. Bajo esta asociación, Graña tuvo un rol importante en el diseño de varios edificios que dan forma al campus PUCP. La Biblioteca Central que recibe a todos quienes ingresan desde la entrada principal, por ejemplo. A unos pasos están el CAPU -cuya capilla fue diseñada con los profesores Frederick Cooper y Adolfo Winternitz- y el edificio Dintilhac -sede del Rectorado-. Los pabellones de las facultades de Ciencias e Ingeniería, Ciencias Sociales, Ciencias y Artes de la Comunicación, y Derecho son también obra de este eqiupo; así como los edificios de las especialidades de Ingeniería de Minas e Ingeniería Mecánica; de las secciones de Física, Matemáticas y Química; y de los departamentos académicos de Humanidades, Psicología y Teología.
“Desde que tenemos 5 años hemos estado en la misma clase en el colegio. Incluso nos decidimos por tomar la misma carrera universitaria”, menciona sobre su relación con Cooper y Nicolini. E incluso luego de conformar el estudio Cooper Graña Nicolini, en 1993, el vínculo principal fue siempre la amistad. “Es una relación de toda la vida y lo sigue siendo”, menciona Graña.
Tras el fallecimiento de Eugenio Nicolini en 1995, la asociación tomaría el nombre Cooper Graña. “Eugenio Nicolini nos empujó hacia todo y fue mi mejor profesor. Además de haber sido mi socio y amigo. Siempre será un orgullo para mí haber compartido con él y con Frederick”, dice hoy.
Vocación por la enseñanza
Antonio Graña integró el primer equipo de profesores en nuestra Facultad de Arquitectura y Urbanismo, que ahora celebra 20 años. “Comencé desde el primer día de clases como profesor de proyecto de fin de carrera”, comenta. Asimismo, menciona que el ser reconocido como profesor emérito la da oportunidad de seguir con su vocación. “Estoy muy agradecido con este reconocimiento, por lo mucho que ha significado la Universidad para mí y porque me permite seguir haciendo algo que realmente disfruto: enseñar”, señala.
Graña integró en su práctica arquitectónica una mirada humana integral y la trasladó a sus alumnos en nuestra Universidad. Finalmente, deja un mensaje que, aunque se centra en su disciplina, aplica a todo el quehacer universitario: “La arquitectura debe siempre ofrecer su servicio para el desarrollo más amable de las actividades humanas”. En su caso, así lo ha sido.
Ceremonia de reconocimiento conjunto
El martes 16, nuestra Universidad distinguió como profesores eméritos del Departamento Académico de Arquitectura a Frederick Cooper Llosa y Antonio Graña Acuña. En esta participaron el rector, Dr. Carlos Garatea; el rector emérito, Dr. Salomón Lerner; el decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Dr. Paulo Dam; el jefe del Departamento de Arquitectura, Dr. Sharif Kahatt; y el exdecano Mag. Reynaldo Ledgard.
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