Luego del triunfo de Tabaré Vázquez sobre Luis Lacalle con el 53% de los votos, la izquierda se consolida en Uruguay. El candidato del Frente Amplio sucederá a José Mujica, el mismo que lo relevó hace cinco años en la presidencia. “La primera lectura es que Uruguay está demostrando, sobre todo en la región, que es posible construir la democracia con gobiernos de izquierda que no tratan de consolidar líderes que se instauren en el poder de manera indefinida”, comenta el Mg. Óscar Vidarte, docente del departamento de Ciencias Sociales.

A pesar de pertenecer al mismo partido, algunas semanas antes de las elecciones, Vázquez y Mujica marcaron sus diferencias públicamente sobre la ley de regulación de la venta de la marihuana. Sin embargo, para Vidarte, esta situación es un conflicto natural en una organización como el Frente Amplio, un partido que vincula sectores socialdemócratas y comunistas. “No estamos hablando de esos partidos jerarquizados donde el líder dice algo y no puedes cuestionar, muy común en países altamente caudillistas. En el Frente Amplio hay mucho debate y esto no impide que se generen consensos importantes”, comenta.

Para el docente, hay temas de fondo más relevantes que trascienden a cualquier diferencia coyuntural. Por ejemplo, ambos líderes de izquierda tienen una imagen política que busca ser consecuente. “Mujica vive en su casa de siempre, usa el mismo carro, es muy natural en su expresión. Vázquez es igual. Luego de que ganó las elecciones, volvió a trabajar de oncólogo hasta que le toque trabajar en la presidencia. Esta imagen refuerza no solo la democracia, sino también a la política y a la izquierda uruguaya. Creo que es posible establecer vínculos con la población no solo a partir de discursos populistas, sino a través de tus propios comportamientos”, señala.

Sin duda, el futuro gobierno de Tabaré Vázquez tiene desafíos internos importantes. “Las encuestas de opinión pública dan como principal preocupación, la seguridad. Y es un común denominador en la región aunque Uruguay sea uno de los países más seguros de la región”, comenta el docente quien también resalta el tema de la educación como una de las políticas esenciales de Uruguay. “Hay varias reformas que llevaron a cabo Mujica y la izquierda en general que creo que deben de continuar”, agrega.

Colombia y el proceso de paz

Una noticia del 16 de noviembre amenazaba con destruir todo el proceso de paz en Colombia: el secuestro por parte de la FARC del general Rubén Darío Alzate, el militar con más alto rango capturado por los rebeldes. Sin embargo, el 30 de noviembre fue liberado. Para Vidarte, este hecho fortalece al presidente colombiano Juan Manuel Santos porque refuerza su posición de que la negociación es el mejor mecanismo para lograr la paz en Colombia. “Hace 8 años hubiera sido imposible pensar que a un general lo liberen tan fácilmente. Hemos visto casos de soldados secuestrados por 10 o 12 años. Es un respaldo y genera confianza entre las partes. La sociedad colombiana va a ver muy bien esta situación”, comenta.

Para el docente, esta liberación también favorece a la FARC, cuyo principal pedido era negociar sin enfrentamiento. “El Estado no lo quiere hacer porque sabe, por experiencias anteriores, que la FARC se refuerza cuando no hay conflicto, como pasó en la zona del Caguán. El gobierno no quiere permitir eso”, señala sobre la zona de distensión otorgada a los rebeldes durante el gobierno de Víctor Pastrana. El docente agrega que la libertad del general puede llevar a que luego de negociaciones, el tono del conflicto disminuya, una situación que se acerca a la postura de la FARC.

Sobre si es posible conseguir la paz en Colombia luego de las negociaciones, Vidarte comenta que la respuesta la podemos dar de forma comparada. “En otros países se han dado procesos de paz luego de periodos de violencia muy grandes. El caso centroamericano es fundamental y se ha podido construir la democracia incluso con la participación en política, como el caso de Nicaragua”, dice y señala además que en Colombia, ahora la realidad ahora es distinta a años atrás, cuando los enfrentamientos entre paramilitares, guerrilleros y el narcotráfico, eran mucho más fuertes.