¿Sirven las cámaras de vigilancia urbana?
Cada día vemos que aumentan las cámaras de video vigilancia en la ciudad. ¿Sirven o no para reducir la delincuencia? Noam López, docente del Departamento de Ciencias Sociales, ha realizado una investigación como parte de su tesis de maestría sobre el impacto de estos sistemas de vigilancia en los niveles de crímenes violentos en Lima Cercado.
Texto:
Susana NavarroFotografía:
Roberto Rojas
Según datos que Noam recogió de la organización Ciudad Nuestra, en el 2013 el Perú lideró el ranking de victimización por delincuencia. Mientras la tasa de homicidios está en el 6.5%, en términos de delincuencia nuestro índice es mayor, Lima concentra la mayor cantidad de delito patrimonial como robo y hurto, de los cuales cinco distritos tienen mayor incidencia, entre ellos Lima Cercado que tiene un 78% de la población que ha sufrido algún tipo de robo o hurto el 2013, mientras que San Juan de Lurigancho presenta un 80% y el Rímac, 83%.
Noam evaluó un proyecto de inversión pública que funcionó del 2011 al 2014 que invirtió 11 millones de soles para implementación y 30 mil soles mensuales en mantenimiento. Analizó toda la base de datos que se registró en un total de 41 cámaras de seguridad que se instalaron en el Cercado de Lima en el área que comprenden las avenidas Alfonso Ugarte, 28 de Julio, Grau y Abancay, zona altamente comercial, turística y con gran presencia de entidades públicas y privadas. Además, se depuró la información para tomar en cuenta únicamente lo que tiene que ver con robos y hurtos.
Sistema de vigilancia
El docente explica que un proyecto de video vigilancia consiste en un centro de control, la instalación de cámaras en lugares que se consideren estratégicos, además, de la gestión de las mismas, es decir, tener a alguien que las opere, las vea constantemente y registre la información en una base de datos que servirá para tomar decisiones, prevenir, evitar y reducir el robo o hurto, los cuales actualmente, representan el 95% de todos los delitos presentados en el sistema judicial.
Por otro lado, el centro de control mantiene un registro de llamadas donde los vecinos alertan sobre un hecho sospechoso o realizan una denuncia. También incluye comunicación por radio tetra, de modo que si algún sereno ve algo, puede avisar a los demás. Sin embargo, al estudiar la videovigilancia, López encontró que todo está escrito desde la óptica de las telecomunicaciones, pero hasta ahora no se hace un análisis social. “La idea es saber para qué sirve esto, si vas a invertir millones de soles, debes tener indicadores que te digan que estás haciendo bien las cosas, conocer el real efecto de esta tecnología”, menciona.
¿Funcionan o no funcionan?
Noam encontró al analizar los datos registrados por las cámaras, que uno puede ver un efecto reductor en el robo y hurto entre un 20 y 25% de eficacia, pero lo interesante está en que, esto se debería no gracias a las 41 cámaras de la zona, sino a que seis cámaras se encontraban en el servicio del Metropolitano, y fueron añadidas a la red de Lima Cercado. “Es interesante ver que si a los resultados les quitas lo registrado por estas 6 cámaras, el efecto se va, si solo considero las del proyecto, no se encuentra un efecto real”, explica el investigador y cree que si un proyecto ha costado 11 millones de soles y no funciona, se debió ver otras alternativas como invertir esos recursos, como contratando mayor cantidad de serenos y con una mejor paga, contrato más estable u otra tecnología. “Según las encuestas las personas siguen teniendo miedo y no han notado ningún cambio, hay una dependencia cámara-sereno, ya que por más exista la cámara y pasa algo, necesitas de la intervención del Serenazgo del distrito”, agrega.
Sonría, lo estamos filmando
Un sistema de video vigilancia no es un proyecto cualquiera, sino que necesita un constante estudio de diferentes factores. “Primero se debe conocer el mapa del delito y encontrar los hot spots, lugares donde es necesario poner cámaras, no donde puedes reducir costos”, menciona López. El primer error que encontró es que las cámaras estaban donde había capacidad de instalación, “por eso hay cámaras encima de los semáforos, están usando la fibra óptica, pero eso no indica que realmente deba estar allí”, explica.
El conocido cartel “sonríe que te estamos filmando”, fue tomado como una estrategia disuasiva, sin embargo, lo que el investigador encontró es que los delincuentes decidirán no robar ahí los primeros días, pero podrían trasladarse a otra zona. Además, cuando las cámaras se mantienen ocultas, estas permitirán tener un punto de partida en los análisis para hacer comparaciones a futuro y ver si el sistema funciona.
“Otro problema, es que es posible que estas cámaras no hayan detectado nada en un año, pero siguen generando costos”, menciona. Si es así, lo que dicen otras experiencias, es que la cámara debería cambiar de localización. Sin embargo, desde el 2011 no han variado de lugar, es decir, que en este momento no sirven de nada y tampoco hay una estrategia de reubicación de cámaras.
El último error más común, es que si bien estas cámaras registraron algo (información que se encuentra en una base de datos) hasta el momento no se ha hecho nada con esa información. López menciona que las cámaras tienen dos fines: registrar datos que pueden servir en un proceso penal y ser disuasivas. “Analizar la información es importante; si no, no puedes conocer cómo se va desenvolviendo el robo y hurto, no es lo mismo el Mercado Central en la mañana, que en la tarde o de noche”, explica Noam y enfatiza en que esta información debería nutrir a quiénes diseñan los operativos. “La lógica actual es poner las cámaras, cuando en realidad hay toda una ciencia detrás, cada día se debe inventar algo nuevo, pero no estamos aprendiendo de la información que se tiene, así no se disminuirá la delincuencia”.
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