¿Qué problemas enfrentan los asháninkas?
Luego de décadas de sufrimiento y violencia, el futuro de las comunidades asháninkas del Río Ene resulta prometedor. Con una visión de futuro consolidada, proyectos productivos en marcha y una organización que los integra, demandan que el Estado no los abandone y cumpla con sus obligaciones.
Texto:
Luis YáñezFotografía:
Roberto Rojas
“Esta noche quiero hacerles una confesión: ni yo ni mi pueblo asháninka del Rio Ene nos vamos a rendir. Resistimos el terrorismo de Sendero Luminoso, que casi nos extermina y a un Estado que no nos mira ni nos considera como ciudadanos”. De esta manera –y tal vez sin proponérselo- Ruth Buendía, ganadora del Premio Ambiental Goldman 2014, resumía su vida ante un auditorio de 3000 invitados internacionales que reconocían su valentía y la de su comunidad.
Violencia y desplazamiento
Nacida en San José de Cutivireni, Ruth atravesó una infancia tranquila hasta que el conflicto armado interno, desarrollado entre 1980 y 2000 en nuestro país, llegó al valle del río Ene. Su padre Rigoberto fue asesinado cuando ella tenía 12 años y su hermana mayor, secuestrada por Sendero Luminoso (SL).
Según el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, se calcula que durante este periodo cerca de diez mil asháninkas fueron desplazados forzosamente, seis mil fueron asesinados (el 10% de la población) y cerca de cinco mil permanecieron cautivos en manos de SL. Al igual que muchos comuneros, Ruth, su madre y sus hermanos tuvieron que escapar de la violencia, dejar su comunidad y establecerse en la ciudad de Satipo (Junín).
Educación para el futuro
Ruth aprovecha la visibilidad mediática que el premio le ha dado para repetir un reclamo justo y largamente olvidado: una mejor educación para la comunidad asháninka. Si bien el Ministerio de Educación está tratando de satisfacer esta demanda (por medio de propuestas como la educación intercultural bilingüe – EIB), la brecha aún es amplia.
“Tenemos profesores provenientes de universidades e institutos particulares que cuando rinden exámenes de conocimiento sacan 10 u 08 de nota. Muchachos que terminan el colegio y están dictando clases. Profesores bilingües que cuando van a las comunidades usurpan el cargo de los jefes de las comunidades y se creen autoridades. Y aún así estamos dándoles trabajo porque viven en la región”, declara con molestia Ruth.
Y añade a modo de advertencia: “Si no remediamos esto rápidamente, tendremos niños y jóvenes que no van a tener oportunidad de desarrollar actividades económicas. Vamos a cargar más analfabetismo y pobreza si no tenemos una adecuada educación”.
Kametsa asaike
Desde una visión occidental y capitalista del mundo, el progreso supone contar con grandes sumas de dinero, obtener costosos bienes materiales, satisfacer necesidades básicas (y no tan básicas) y ver como se construyen autopistas, edificios y centros comerciales en nuestro entorno. Sin embargo, la visión que tienen las comunidades asháninkas es muy diferente: “Para nosotros, el desarrollo es tener una buena educación, servicios básicos de calidad, vivir en territorios saludables y en armonía con la población”.
Hace unos años, la Central Asháninka del Río Ene (CARE) realizó una consulta participativa para conocer cuál era la visión de futuro de sus pobladores, que quedó resumida en los lineamientos del “Kametsa Asaike”, el buen vivir de los asháninkas del río Ene:
- Vivir como Ashaninkasanori (auténtica persona).
- Vivir comiendo lo que sabemos.
- Vivir seguros y tranquilos en nuestro territorio de siempre.
- Vivir en paz sin sufrir por el terrorismo.
- Vivir mejor produciendo para comprar lo que necesitamos.
- Vivir sanos con nuestros conocimientos y bien atendidos en la posta y por la brigada.
- Vivir con una educación que nos mejore y nos dé poder como asháninka.
- Vivir bien con una organización que nos escucha y defiende nuestros derechos.
Desarrollo sin asistencialismo
En el 2003, Ruth se unió como voluntaria a CARE, organización que busca defender los derechos colectivos e individuales de los asháninkas. Tres años después, durante una asamblea de las comunidades nativas del río Ene, Ruth fue elegida presidenta de la organización. Tenía 27 años y fue la primera mujer en asumir este cargo.
“Con CARE llevamos la voz de los asháninkas y hacemos visibles sus pedidos. Hacemos proyectos relacionados con el turismo, economía, gobernanza, educación y salud. Tratamos de articular estos trabajos con el Estado peruano, juntos podemos hacer muchas cosas”.
Una de estas iniciativas es la Asociación de Productores “Kemito Ene”, proyecto productivo orientado a la capacitación y comercialización de cacao y café orgánico de origen asháninka. Con más de 200 socios, quieren ampliar su cartera con otros productos locales (como ajonjolí y maní) y posicionar su marca a nivel internacional.
Para lograrlo, requieren el apoyo del Estado, aunque Ruth se encarga rápidamente en hacer una aclaración: “Nosotros no queremos asistencialismo. Queremos que el Estado nos ayude a encontrar mercados donde colocar nuestros productos y a mejorar la calidad de producción. Así generamos recursos y mejorará el bienestar de nuestras familias. Como pueblo asháninka, queremos asumir esa responsabilidad.”
Gestión y gobernanza
Dentro de esta línea de acción, CARE ha lanzado la Diplomatura de Estudios de Gobernanza Indígena Amazónica, en alianza con el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la PUCP (IDEHPUCP).
Dirigido a líderes, funcionarios, dirigentes y profesionales indígenas, este programa académico busca fortalecer las capacidades de gestión e incidencia de estos actores sociales. De modalidad presencial, se dictará durante 15 fines de semana de mayo hasta diciembre en la ciudad de Satipo (Junín). La coordinación está a cargo de Gustavo Zambrano, investigador del IDEHPUCP y docente del Departamento de Derecho de la PUCP.
“El objetivo es prepararlos para que, desde el espacio en el que se encuentren, puedan aportar en la gestión de su comunidad”, precisa Ruth y añade: “Como líder, debo garantizar que las clases y los profesores sean idóneos, así como también debo garantizar la participación de mis hermanos asháninkas. Aliarme con una universidad de prestigio como la PUCP ha sido toda una fortaleza”.
Esta actividad forma parte del proyecto “Fortalecimiento de las capacidades de planificación y gestión de los actores públicos y privados para el desarrollo socio económico del territorio”, que ejecuta CARE con financiamiento de la Unión Europea a través del Programa de Desarrollo Alternativo en Satipo (DAS).
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