Tercera llamada es una comedia dirigida por el director mexicano Francisco Franco, gracias a la cual, Blume, además, ha sido nominado al premio Ariel, el equivalente al Óscar mexicano, que se entregará a fines de mayo.

La película gira en torno a los caóticos entretelones de una obra teatral, donde don Ricardo interpreta a Eduardo, uno de los actores. «Para mí Tercera llamada es, entre otras cosas, un canto de amor al teatro entonado desde el cine. Es una mezcla de situaciones muy divertidas con otras conmovedoras y entrañables para los actores, para la gente de teatro en general».

¿Qué se siente ser un actor personificando a otro actor? Blume responde: «No me fue muy difícil encarar al personaje. Eduardo es un viejo actor tradicional, de la escuela antigua, en cuanto a su sentido de la ética y el respeto. Para él el escenario es un lugar sagrado. «Hay que dejar los chanclos a la puerta del teatro» –predicaba Stanislavski. Cualquier parecido entre el personaje y el actor profesional que soy, no es pura coincidencia», afirma.

El experimentado actor considera una gran satisfacción la sola nominación. «Considero un honor haber sido distinguido con este premio que dan, en México, a su criterio, los periodistas dedicados a la cinematografía. Haber sido «nominado» me llenaba de satisfacción. Imagínate el haberlo ganado. Ahora, acá en México dicen que si te dan un premio no consigues trabajo en tres años. Espero que sólo sea un mal chiste», comenta.

Blume vendrá en Lima en agosto de este año para el estreno de Viejos amigos. «Es la ópera prima de Fernando Villarán, donde trabajamos con Carlos Gassols y Enrique Victoria», narra.

Tras tantos años sobre las tablas, delante de las cámaras de televisión y cine qué balance puede hacer un actor como Ricardo Blume. «¿Mi balance, me preguntas?: ¡A la vejez películas! Y por si fuera poco, premios. Niño en cuna, viejo en cuna: ¡qué fortuna!– que dicen que dijo Carbajal».