Reforma del Estado: cuatro puntos clave
¿Cómo reformar nuestro Estado dentro de una democracia joven como la peruana? En el contexto del X Seminario de Reforma del Estado, que empieza hoy, especialistas de la PUCP comentan temas claves del desarrollo peruano desde la economía, ciencia política y derechos ciudadanos.
Texto:
Jonathan Diez
La reforma del Estado peruano no solo implica cambiar la estructura del aparato institucional. Más bien, se requiere un cambio de base en la visión política del Estado, en tanto proveedor de soluciones a los problemas de la sociedad. ¿Son las políticas públicas suficientes para el desarrollo del país? ¿El modelo económico es el problema de fondo? ¿O es el funcionamiento institucional integral del Estado lo que debería cambiar?
Pobreza extrema, conflictos sociales, difícil acceso a servicios básicos… Miles de peruanos no tienen contacto con el Estado –y si lo tienen, lo ven como un enemigo–, viven alejados, en precariedad, y desconectados del mercado laboral. ¿Dónde radica el problema? El Mg. Carlos Alza, director de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP, opina que lo fundamental es cambiar la visión política del Estado para que se preocupe más por el ciudadano, y proteja sus libertades y derechos. Alza comenta que, por años, el Estado peruano se ha preocupado más por reformar aspectos específicos, como contratos u oficinas particulares,
cuando el problema es mayor, es estructural.
“El gran tema de la reforma del Estado es poner al ciudadano primero. Reformar implica que el Estado genere crecimiento y riqueza sostenible, y, a la vez, que priorice los derechos ciudadanos. Ahora, es muy necesario articular el espacio donde la gente trabaja: el mercado. El Estado debe reformarse en términos de cómo interviene frente al mercado. ¿Se va a regular o no? Esto debe ser claro en todos los sectores económicos”, explica el experto.
Lo que plantea el docente, entonces, es que la relación entre Estado y empresa debe reformularse. El país ha crecidoen los últimos 15 años, esa es una verdad irrefutable, sin embargo, la visión de protección del ciudadano en este crecimiento desordenado sigue ausente. La lógica de pensar en la persona no ha sido prioridad y esto debe cambiarse. Si un país solo da preferencia al crecimiento, se descuidan otros aspectos: los derechos ciudadanos. ¿Cómo se redistribuye la riqueza? ¿Hay políticas a largo plazo para aminorar la desigualdad?
“Para no caer en el paternalismo del chorreo o en proyectos asistencialistas, tiene que haber una regulación estatal que funcione bien. La regulación laboral es fundamental, por ejemplo, no es sostenible fomentar el trabajo y, a la vez, tener servicios como los service, que no garantizan derechos básicos de los trabajadores. Está bien que se promueva el crecimiento, pero se necesitan reglas de regulación del Estado para que los ciudadanos se beneficien”, explica Alza.
Tenemos al frente un Estado inconexo: está ausente en ciertos sectores del país donde comunidades no tienen, a veces, acceso a un colegio, pero se hace presente, por ejemplo, cuando un ciudadano quiere poner su propia empresa y se enfrenta a una Sunat que impone trabas a todo nivel. Para Alza, la organización y capacidad del Estado deben desarrollar la armonía entre crecimiento, actividad empresarial y visión de política en términos de derecho y libertad del ciudadano.
Los mercados internos
El gran debate del desarrollo en el Perú tiene que ver con los alcances y las limitaciones del modelo económico. Está claro que la desigualdad y la poca distribución de la riqueza son consecuencias de la aplicación del modelo neoliberal. Si tenemos en cuenta que tenemos el mismo modelo hace más o menos 25 años, ¿qué cambios habría que hacer para que haya una mejor redistribución de la riqueza?
El Dr. Félix Jiménez, docente del Departamento de Economía, opina que el error del modelo radica en que la manera de crecer y acumular el capital se basan en estímulos externos. Es decir, el crecimiento peruano del que tanto se habla en los medios depende de lo que ocurre en los mercados internacionales de las materias primas. Si el precio de estas aumenta, el país crece impulsado por la producción primaria exportadora. Sin embargo, hoy el contexto es otro: el precio de materias primas está bajando.
“Lo que hay que cambiar es la manera de crecer, la manera de acumular capital. Hay que transformar la estructura del aparato productivo para que las fuentes de crecimiento no estén en el exterior, en los mercados internacionales, sino que estén al interior del país.Hay que crear fuentes internas de crecimiento y riqueza», argumenta el profesor. Lo que plantea Jiménez es que el Estado debe cumplir un rol clave en la creación de mercados internos y dinámicos.
Según el experto, hay que reformular el rol del Estado y darle un papel central en la creación de mercados al interior de las regiones. Y para eso se necesita invertir en infraestructura de modo significativo, y entender la economía desde el vínculo entre geografía y demografía. “Se cree que hay una relación contradictoria entre Estado y mercado, y no es así. Todo lo contrario: el Estado contribuye a la expansión y creación de mercados con inversión, por ejemplo, en infraestructura, fundamental para conectar la economía con la geografía del Perú. Pero hay algo importante también: el financiamiento para la creación de mercados, pues estos no se pueden crear ni expandir sin inversión”, comenta.
Jiménez opina que uno de los efectos más graves del modelo se ha dado en el mercado laboral, que no genera oportunidades de empleo suficientes y adecuados, sino de baja calificación, productividad e ingresos. “Alrededor del 75% de trabajadores peruanos laboran en empresas de menos de 10 personas, donde el ingreso es menos de S/. 1,000. Si a eso le sumamos la informalidad, tenemos que el modelo ha generado un sistema laboral que va a colapsar y que no beneficia al ciudadano de ninguna manera”, argumenta y resalta la idea de que los mercados requieren regulación estatal porque, sin ella, se generan asimetrías de poder, así como situaciones de dominación y discriminación.
El desafío de los programas sociales
La inclusión social es de absoluta relevancia para dar dirección a los proyectos de desarrollo del país. Su objetivo central es cerrar brechas, garantizar la igualdad de oportunidades y priorizar a los sectores históricamente excluidos del país. La creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), en el 2011, fue un primer paso importante, pero no es adecuado limitar el balance a lo hecho por un gobierno.
Al respecto, la Mg. Norma Correa, docente de nuestro Departamento de Ciencias Sociales, opina que es positivo desarrollar un marco claro de política social del país, y entender los programas sociales dentro de un sistema ordenado de desarrollo con calidad operativa y técnica. Es erróneo –según la profesora– creer que los programas por sí solos sacarán de la pobreza a los miles de peruanos que la sufren, por eso, se debe seguir trabajando en unificarlos en una política centralizada para evitar su dispersión y, a la vez, entender las necesidades particulares de cada sociedad.
“El rol de los programas sociales es vital en la visión de desarrollo del país. La creación del Midis como ente rector es positiva. Tenemos que evitar la sobreposición de programas, ese tufo asistencialista y paternalista de experiencias previas. Cabe anotar que los programas son parte de un mecanismo necesario para cerrar brechas y, por eso, deben estar insertos en una política social integral, que trascienda a los gobiernos de turno y que deba debatirse”, opina la docente.
La pobreza constituye un desafío multidimensional. Eso está claro. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la pobreza extrema se ha reducido en más del 22.7% en los últimos 10 años; sin embargo, aún hay un gran número de peruanos que sufre de esta pobreza dura, que no logra conectarse en el mercado laboral y vive en zonas donde los servicios básicos del Estado, principalmente salud y educación, no llegan. ¿Cómo aterrizar la política social ante un problema tan grande?
“Enfrentar esta pobreza dura es desafiante. La reducción notable se saluda, pero hoy la coyuntura política es distinta: la desaceleración económica es una realidad. La política social peruana tiene dos grandes retos en los próximos años: continuar bajando la pobreza extrema y, a la vez, evitar el empobrecimiento de aquellos que lograron salir de ella. En un contexto donde la disminución de empleo puede afectar a miles de peruanos, estos deberían estas sujetos a programas sociales para que no vuelvan a caer en la pobreza”, argumenta la docente.
Otro desafío de cara a los próximos años es priorizar a la ciudadanía que tiene condicionantes fuertes de exclusión, como lengua indígena, jefes de familia con bajo nivel educativo, precariedad de viviendas y otros. Es necesario que el Estado priorice la construcción de infraestructura de servicios básicos y conectividad como vías de inclusión. Los programas sociales sirven para una necesidad específica y son válidos, pero de aquí en adelante el reto es tener proyectos a nivel productivo dentro de un sistema progresivo de lucha contra la pobreza.
“Luego de que los ciudadanos se beneficien con programas contra la pobreza, deben entrar en contacto con los programas productivos. Es decir, las familias que salen de la pobreza extrema deben transitar a otros programas para desarrollar habilidades productivas. La transición no es sencilla, por supuesto, y depende de la capacidad tecnocrática del aparato público, así como de la adecuada y progresiva aplicación de proyectos en costa, sierra y selva”, concluye la experta.
Reformas pendientes
Una de las reformas más importantes en los últimos años de la democracia peruana ha sido el proceso de descentralización. Trece años después del inicio de su aplicación, es saludable analizar las implicancias de un proyecto que afecta a gobiernos regionales y locales en sus diversas necesidades y territorios.
La Lic. Violeta Bermúdez, docente de nuestro Departamento de Derecho, opina que la descentralización hoy requiere de diversos ajustes: debe ser más sostenida, acercar más la gente al Estado y mejorar los niveles subnacionales, en términos institucionales y políticos. Es decir, se debe mejorar la relación del gobierno central con los regionales no con una fórmula estándar, sino entendiendo las diversas necesidades de cada región.
“Se debe adecuar la estructura institucional de los gobiernos regionales a las necesidades del territorio. Obviamente, Arequipa y Lambayeque tienen necesidades diferentes. Hay que mejorar esta arquitectura del gobierno que, en algunos casos, queda obsoleta. El proceso de modernización es constante y debería haber una estructura institucional de base que pueda aplicarse a cada realidad, teniendo en cuenta precariedad de recursos, proyectos, malos manejos y corrupción. Esto depende del gobierno central”, comenta la también jefa del Programa de ProDescentralización.
Entonces, tenemos que una reforma estatal de fondo debe optimizar el papel del Estado con una función de rectoría sobre cada gobierno regional y local con pautas claras para un funcionamiento
adecuado. “La pregunta es: ¿qué tipo de Estado necesitamos? Debemos desarrollar una visión política compartida sobre qué tipo de Estado necesitamos porque cuando se diseña una entidad, se debe hacer en torno a necesidades puntuales de la sociedad”, reflexiona la abogada.
Pero la reforma estatal no queda allí. Para Bermúdez, hay diversos temas pendientes que requieren revisión urgente para una mejor relación entre Estado y sociedad. La especialista hace énfasis en cambios en una reforma del sistema electoral y de partidos, que hoy permite el ingreso a la política de nefastos personajes.
Otra gran reforma pendiente –comenta– es la del sistema de justicia. “La estructura del sistema de justicia ha colapsado. Siempre se hablado de esta reforma, pero no ha llegado. Hay demasiada inoperatividad. Jueces y fiscales tienen una excesiva carga de judicialización por la poca cultura de diálogo que tenemos. El sistema está diseñado para enfrentamientos judiciales, cuando muchos casos se pueden solucionar en centros de conciliación”, explica la profesora, quien señala que también el sistema es discriminatorio porque no es accesible económicamente para todos los ciudadanos.
La especialista agrega que otra reforma estatal sustancial pendiente es la del servicio civil, pues el Estado requiere una burocracia que entienda mejor la visión de servicio de las personas. “El funcionario público es la cara del Estado. Hay que promover la meritocracia y dar servicios públicos de mejor manera, no se puede cambiar a todas las personas cuando hay cambio de gobierno. Hay que reformar la visión de la función pública”, concluye Bermúdez.
Nuestras relaciones internacionales
¿Qué implicancias tienen las relaciones internacionales en el desarrollo del país? El Dr. Farid Kahhat, docente del Departamento de Ciencias Sociales, opina que es positivo que el Perú mire al mundo en términos económicos como lo viene haciendo, pero a la vez es importante entender los claroscuros de esto, pues el mundo ya sufre la desaceleración económica, la región está integrada a medias con vaivenes y desventajas, y diversos tratados de libre comercio tienen efectos colaterales, en algunos casos más negativos que positivos.
“Hay diversos ritmos y maneras de entender la economía en Sudámerica. Tenemos la Alianza del Pacífico, por un lado, donde Perú, México, Chile y Colombia –economías más o menos homogéneas– se vinculan en tratados de liberalización de relativamente rápida aplicación. Por otro lado, y al otro extremo, tenemos a Venezuela con una visión de la economía muy diferente a los demás”, explica el profesor, quien, además, aclara que es equivocado pensar la región como un gran bloque económico integrado. Para el Perú, es muy importante mirar la dinámica internacional de mercados desde la exportación. El Estado debe apostar a largo plazo en ser promotor en políticas de exportación, no solo como vía de integración, sino como vehículo de desarrollo sostenible. “Es difícil integrar economías en la región. Hay diversos tratados de libre comercio, sí, pero también es una realidad que temas como la propiedad intelectual o el aumento del precio de medicinas son efectos colaterales negativos. Expandir la exportación de productos de valor agregado es también una manera de integración, por lo que es positivo mirar a estos nuevos productos. La integración física es importante también. Hay que invertir en carreteras e infraestructura”, explica el internacionalista.
Desde la orilla diplomática, Kahhat comenta que el hecho más importante en la historia moderna del Perú, en términos de relaciones internacionales, es la victoria sobre Chile en la corte de La Haya. Desde tiempos republicanos, el vínculo entre estos países ha sido complicado y –según el experto– el juicio en la corte de La Haya hace frente a una tendencia en la región por entender las relaciones internacionales desde la estructura y poder militar de los Estados.
“El hecho de que el Perú haya ganado 50,000 km2 de zona económica activa sin disparar una sola bala contradice la tendencia conservadora en los estudios sobre relaciones internacionales, que priorizan el poderío militar. Esa tendencia hoy va quedando obsoleta para entender la política exterior de la región. En los medios, en general, se azuza mucho el espectro político entre Chile y Perú, pero el juicio de La Haya fue un torpedo para esas visiones de conflicto que hoy se han despejado en la región”, concluye el docente.
Revisa la programación del X Seminario de Reforma del Estado en nuestra Agenda PUCP.
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