Reconocimiento a la Fiesta de la Virgen de la Candelaria celebra la diversidad cultural
La Fiesta de la Virgen de la Candelaria ha sido declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El profesor de antropología del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP, Manuel Ráez, señala que este importante reconocimiento es un homenaje a la enorme diversidad de culturas que participan en la fiesta religiosa más importante de Puno.
Texto:
Tamy Higa
Cada primera quincena de febrero, las calles de Puno se llenan de miles de devotos que se reúnen para celebrar la Fiesta de la Virgen de la Candelaria, la patrona de dicha región. Pero esta festividad religiosa, también es una expresión cultural, musical y artística, pues el día central de las celebraciones se presentan más de cinco mil músicos y unos cuarenta mil danzantes, que con sus trajes de luces bailan con la música del altiplano. Para el antropólogo Manuel Ráez, el reconocimiento que le ha otorgado la Unesco celebra la enorme diversidad cultural que se encuentra presente en esta fiesta.
“La Fiesta de la Virgen de la Candelaria es la festividad religiosa más importante de la región puneña y una de las más importantes del calendario festivo del país. La Unesco la ha declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en reconocimiento a su confluencia transnacional porque en ella participan no solo puneños sino también bolivianos, y, por lo tanto, es una de las fiestas en la que participa toda la población quechua, aymara y mestiza. La Unesco reconoce así una enorme diversidad de múltiples culturas que participan en el evento”, expresa.
El antropólogo cuenta que el fervor por la Virgen de la Candelaria llegó con los españoles durante el Virreinato y comenzó a crecer en las canteras mineras del sur del país. “La Virgen de la Candelaria, que lleva una vela encendida en la mano y en la otra al niño Jesús, es una tradición traída por los españoles de la isla Tenerife. Rápidamente se convierte en un culto muy seguido por los mineros de Puno, que decían que la Virgen iluminaba el camino de los oscuros socavones de las minas. Así es como la misma población fue incorporando el culto de la Virgen de la Candelaria, porque muchos de estos pobladores trabajaban en las minas que proveían de plata al Virreinato y enriquecían a la Corona española”, detalla Manuel Ráez.
La Unesco ha resaltado además el sincretismo entre la creencia cristiana y la andina que está presente en esta festividad. “Esta fiesta es la expresión del sincretismo religioso porque durante el festejo que se hace a la Virgen de la Candelaria, también se realizan despachos u ofrendas a los espíritus de la tierra y la montaña. Por eso es importante esta fiesta, porque expresa tanto el catolicismo como la expresión de las creencias populares aimaras y quechuas”, indica.
Para el profesor de antropología del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP este es un importante reconocimiento que todos debemos celebrar. “Es bien merecido este reconocimiento en el sentido de que resalta la diversidad de la cultura surandina. Se expresa en la fiesta, en los rituales religiosos, en los rituales andinos, en los trajes, en la danza, en la música y en las ceremonias que se realizan. El mensaje de la Unesco es que esta celebración es de todos, es un patrimonio de toda la humanidad”, subraya Ráez.
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