¿Qué son los trastornos de personalidad?
El Dr. Marlon Novoa, psiquiatra del Servicio de Salud PUCP, explica que no se puede diagnosticar patologías en una persona solo observando sus actos públicos, tampoco deben desestimarse los trastornos de personalidad, pero sí deben ser desestigmatizadas y tratadas con psicoterapia y medicación. También destaca la importancia de la psicodecuación para los familiares y para toda la población.
Texto:
Solange AvilaFotografía:
Giovani Alarcón
Últimamente se habla mucho de los trastornos de personalidad, pero el panorama actual nos exige informarnos del tema con más seriedad y respeto. “Un trastorno de personalidad es una personalidad anormal o patológica, nos referimos a la forma de ser que hace sufrir a la propia persona o a quienes la rodean”, explica el Dr. Novoa.
Por ejemplo, una persona con trastorno de personalidad borderline tiene una personalidad muy inestable, algunas características son impulsividad, autoagresión, sentimientos de vacío, síntomas de depresión, microepisodios en los que se desconecta de la realidad e inclinaciones suicidas. Sin embargo, este trastorno, al igual que otros, puede tratarse. El Dr. Novoa asegura que las psicoterapias, el tratamiento farmacológico y la voluntad del paciente ayudarán a que regule su carácter, su conducta e impulsividad, y pueda desenvolverse con normalidad en todos los aspectos de su vida cotidiana.
Sobrellevando los trastornos
El trastorno borderline se hace evidente cuando la forma de ser la persona es muy inestable en todas las áreas de su vida. Este trastorno se está volviendo muy común, generalmente en jóvenes y mujeres. Muchos no saben cómo lidiar con eso y prefieren evitar a las personas que los padecen, cuando deberían buscar ayuda y sugerir a la persona con trastorno que acuda a profesionales, porque “la mayoría que tiene los problemas no tiene la capacidad de darse cuenta, el insight para poder observarse y evaluarse”, aclara Novoa.
El especilista afirma que la familia también debe acudir al psiquiatra y recibir psicoeducación, para comprender lo que está pasando el familiar y no estigmatizar su trastorno. Gracias a la psicoeducación, los familiares y los interesados pueden desarrollar mecanismos para manejar la situación y colaborar con la evolución del paciente. También es fundamental que los medios de comunicación informen sobre los trastornos mentales, para entenderlos y tratarlos adecuadamente.
Una sociedad que desestima o sobredimensiona los trastornos
Suele confundirse el trastorno borderline con la bipolaridad, cuando esta última es, más bien, un trastorno del ánimo. Novoa describe la bipolaridad cuando el ánimo de una persona decae hacia los polos depresivos y tiene ideas negativas tanto de sí misma como de su futuro; o, por lo contrario, se eleva a polos eufóricos, con autoestima elevada, se vuelve verborreica, afectuosa y enérgica.
Por los síntomas, también se confunde con la depresión, que tampoco debe ser desestimada, pues, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el año 2030, será la primera enfermedad a nivel mundial que produzca incapacidad laboral. No obstante, Novoa indica que se debe tener en cuenta que hay distintos niveles de depresión: leve (tristeza, desgano), moderada (productividad, y rendimiento académico y laboral afectados) y grave (cuestiona la vida, hay desesperanza, así como pensamientos catastróficos y suicidas).
Novoa asevera que la depresión se está expandiendo como una epidemia, debido al contexto social (estrés laboral, relaciones interpersonales afectadas por tecnología) y al factor genético de los pacientes (predisposición hereditaria). Por ello, es importante tratar este trastorno tan pronto se diagnostica y se debe priorizar en un tratamiento, especialmente cuando se presenta un caso de comorbilidad, es decir, hay más de un trastorno.
Diagnósticos apresurados
No se puede diagnosticar a alguien solo por una conducta, pero si se observa que el patrón de actuar y de pensar es repetitivo a lo largo de la vida del paciente, podría tratarse de un trastorno de personalidad. “Aun así, un síntoma no hace a la enfermedad. Sería muy atrevido que un psiquiatra o psicólogo etiquete a las personas por una conducta pública. Ni siquiera se puede diagnosticar a un paciente luego de una sola consulta”, asegura Novoa.
De acuerdo con el especialista, se debe hacer seguimiento a lo largo de muchas consultas para llegar a un diagnóstico y si se ve que el patrón de conducta dañino es repetitivo, se puede decir que es un trastorno de personalidad. “Nosotros los médicos hacemos un juramento para que toda la consulta sea reservada, independientemente de si los mismos pacientes hacen público su diagnóstico. Ningún médico debe etiquetar públicamente a una persona por más pública que sea, aun si tiene un cargo público. No es correcto, no es ético”, concluye Novoa.
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