"Pensamos el Fenómeno El Niño como un problema y no como una oportunidad"
El noroeste del país carece de agua, recurso que abunda durante el Fenómeno El Niño y que no es aprovechado. El doctor Hildegardo Córdova, director ejecutivo del Centro de Investigación en Geografía Aplicada de la PUCP (CIGA), explica qué estrategias pueden aplicarse para sobrellevar este fenómeno.
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Solange Avila
El especialista explica que los efectos del Fenómeno El Niño que tenemos actualmente se dividen por ambos hemisferios. Las aguas que van hacia el Hemisferio Norte avanzan por el golfo de Guayaquil, Panamá, Centro América, hasta California. Las corrientes cálidas se calientan más por el verano lo que conlleva a que centroamérica sufra por sequías y en el norte de México y California tengan lluvias torrenciales e inundaciones. Por otro lado, las aguas que van para el Hemisferio Sur avanzan por Tumbes, Piura, la costa de Lambayeque y La Libertad. Pero como estamos en invierno, El Niño es muy débil para nosotros y a Chile le corresponden inviernos suaves, cuando están acostumbrados a inviernos tan crudos.
Un eventual escenario
Sin embargo, Córdova sostiene que si mantienen los mismos parámetros cuando el verano llegue al Hemisferio Sur, el agua se calentará más y El Niño vendría con fuerza a Perú. Con lluvias torrenciales en el noroeste y sequías en el sur, especialmente en el altiplano, en ambos casos será perjudicial para la agricultura. La agricultura de la zona noroeste del Perú depende de las lluvias pues son zonas áridas y solo puede desarrollarse la agricultura de secano o temporal. Pero cuando estas son muy intensas se convierten en un gran problema, más cuando los bosques en las cumbres de las montañas fueron sustituidos por campos de cultivo. Entonces, los problemas de erosión por las intensas lluvias son tan grandes que terminan en inundaciones o derrumbes en la zona baja de los cerros.
También los cultivos se pierden debido al abrupto crecimiento de maleza. Esta gran pérdida afecta directamente a las zonas urbanas, quedando desabastecidas, más si se destruyen las vías terrestres. Por ello, Córdova sugiere que el gobierno aproveche la vía marítima en caso de desastres. Por otro lado, al subir la temperatura del agua del mar, El Niño también trae problemas en la pesca. Los peces se van a profundidades o emigran hacia el sur, para el beneficio de Chile, pero nos perjudica por nuestra gran dependencia en la harina de pescado y la anchoveta.
Por otro lado, el especialista explica que es muy difícil predecir este fenómeno con tanta anticipación pues implica estudiar la atmósfera. A nivel de investigaciones se hacen modelos de tipos de escenarios que podrían, de acuerdo a la intensidad del fenómeno, determinar cuál es el impacto que va a tener y en función de eso se hacen las propuestas de prevención de desastre. Se especula que a fines de agosto saldrá un informe en donde se indicará qué es lo que va a ocurrir en los siguientes dos meses (setiembre y octubre), para entonces, en octubre podría hablase con un 80% de certeza de cómo y cuán intenso será.
El ordenamiento territorial evitaría las desgracias
Si bien se ha logrado disminuir el número de víctimas humanas, siempre aparecen nuevas poblaciones ubicadas en territorios de alto riesgo, (lechos de las quebradas, riberas de los ríos o depresiones en zonas urbanas), ignorando que están expuestos a inundaciones, deslizamientos, huaycos, etc. “Pese a las advertencias, exigen que las autoridades les ayuden a reconstruir sus casas en el mismo lugar de desastre o se ponen muy exigentes en las condiciones para reubicarse. Ese tipo de comportamiento es lamentable, expone a muchas vidas y dificultan más la labor de las autoridades”, asevera Córdova.
Mientras tanto, se puede prevenir los desastres educando a la población. El director del CIGA considera que no debe perderse la cultura tradicional de observación de la naturaleza y de seguridad. Además sugiere sembrar árboles en las cimas de los cerros para evitar deslizamientos y e inundaciones; así como bosques de galerías en las riberas de los ríos, que ayudan a sostener el suelo y controlan que la erosión no avance lateralmente. Por otro lado también es importante no tirar basura al río para no sobrecargar el caudal y evitar desbordes.
Rescatar el agua o descartarla
“Una paradoja que siempre debe considerarse es que el problema principal de Piura es la escasez de agua. Siempre se ha pensado en cómo obtener este recurso en la zona, ignorando todo el afluente que El Niño provee. Las estrategias de política regional y nacional consisten en limpiar los canales para que el agua se vaya al mar lo más pronto posible. Estamos pensando como un problema y no pensamos como una oportunidad”, expone Córdova y plantea que las inundaciones pueden evitarse si, con ayuda de estudios geológicos, se aplica un programa de construcción de mini reservorios dispuestos a modo de escalera o rosario, en los afluentes en las partes altas de las cuencas.
Así se resuelven varios problemas, según el especialista. Primero, durante el fenómeno, si se rebalsa un reservorio, otro estará más abajo, y así sucesivamente, de modo que se controlan las inundaciones en las zonas bajas. Segundo, se podrá contar con agua para la agricultura. Tercero, el agua empozada se filtrará y aumentará el nivel de la napa freática, propicia para la agricultura del noroeste del país que depende del agua subterránea para la agricultura.
Así también sugiere considerar esta noción respecto a la desglaciación en nuestra cordillera. “Antes no nos costaba guardar el agua porque estaba en estado sólido como reservorio natural. Ahora tendremos que pagar para mantenerla en estado líquido, en lagunas, para su uso paulatino”, señala. Actualmente no hay ningún proyecto, lo que preocupa al especialista, por ello plantea que, si bien los presupuestos de estos proyectos pueden intimidar a las autoridades, éstas deberían pensar a largo plazo y en aportar progresivamente en la construcción de reservorios.
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