INFORME: El mercado del arte en el Perú
¿Por qué un desacuerdo entre un artista y una galería de arte limeña debería concitar el interés público? La informalidad que existe en el mercado de las artes visuales en el Perú y la falta de gestión perjudican tanto a los artistas como a la sociedad, que debería enriquecerse con este bien cultural.
Texto:
Vania Ramos
«La palabra siempre ha sido suficiente para sellar los acuerdos con la galería”, dice el artista plástico Ramiro Llona. Se le ve sentando y tranquilo en su taller, mirando los pasos livianos de sus dos gatos y acompañado de 14 cuadros apilados sobre una pared, pintados a lo largo de los tres últimos años. No parece una persona molesta o frustrada porque la dueña de la galería, con la que trabajó hace 15 años –casi desde su creación–, le dijo, de un momento a otro, que aumentaría de 35% a 50% la comisión que les cobra a los artistas por la venta de sus obras. Como lo hizo público hace unas semanas en su cuenta de Facebook, Ramiro Llona dijo “No” a la imposición de la galería Lucía de la Puente y se mandó a mudar con toda su obra.
Esto no pasaría de ser un simple desacuerdo entre dos partes privadas (el artista y la galería que muestra y vende el trabajo artístico) si no fuera porque pone el foco en la informalidad con la que trabaja el mercado de algunas especialidades de las artes visuales en el Perú y que devela un problema mayor: lo lejos que aún estamos de hacer gestión cultural en el país.
Informalmente bello
En otros rubros de negocios, como la venta o alquiler de departamentos o de vehículos, sería impensable hacer acuerdos sin plasmarlos en un contrato escrito. Sin embargo, entre las galerías de arte y sus artistas, la práctica común ha sido acordar verbalmente las condiciones de una muestra y las comisiones que se cobran. A pesar de su larga trayectoria artística, esta forma de trabajo informal dejó en desventaja a Llona cuando la galería, unilateralmente, decidió aumentar la comisión alegando, según cuenta el artista, que estaban poniéndose a la par de lo que cobran otras galerías en Latinoamérica.
El decano de nuestra Facultad de Arte, Alberto Agapito, señala que resulta inadecuado comparar los mercados del arte en Perú y otros países de Latinoamérica. “Cada país maneja su propia realidad –explica Agapito–, no solo para el arte sino para toda actividad cultural que tenga una dimensión económica. No podemos equipararnos con Chile, Colombia o México, por ejemplo, ya que tienen un mercado más accesible, las galerías venden más y son espacios construidos especialmente para exponer, cosa que no encontramos acá, donde hay lindas casonas pero adaptadas como galerías, que, además, son pocas para la gran demanda de artistas que necesitan espacios para mostrar su obra”.
Si a estos aspectos le agregamos que el sistema de galerías de arte no está descentralizado de la capital, e, incluso, dentro de Lima se circunscribe a unos pocos distritos de los 43 que tenemos, entonces, las diferencias con otras ciudades latinoamericanas crecen sobremanera. En ese sentido, el sociólogo Santiago Alfaro, docente de la Diplomatura de Estudios en Gestión de Empresas e Iniciativas Culturales de la PUCP, señala que la atomización del sector de las artes visuales es una realidad que la palpas cuando ves cómo se concentra el público consumidor de estas artes. Alfaro describe el mercado del arte compuesto por consumidores, artistas y los intermediarios, y “los tres están concentrados en cinco distritos que acogen al 90% del nivel socioeconómico A, entonces, tienes un mercado muy reducido”.
Ramiro Llona, egresado de nuestra Facultad de Arte, es un artista con 40 años de trayectoria. Según detalla, en su experiencia de trabajo en Nueva York, Europa y Latinoamérica, donde ha expuesto individualmente, el servicio dado por las galerías también marca una diferencia de lo ofrecido en Lima. “Te pagan una mensualidad que te permite dedicarte 100% a pintar, y eso es importantísimo. Además, en una de esas exposiciones, cientos de personas ven tu trabajo, la base de coleccionistas es mucho más amplia, la galería hace intercambios con galerías de otros países y, conforme va creciendo tu carrera, te organizan retrospectivas en otros museos, etc. Y lo más probable es que hagan catálogos, cuyos costos los asume la galería; acá, generalmente, se consigue auspicios, entonces, no es un gasto para ellos”, explica.
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