Manos, hilos y magia
Bajo el sol andino, 40 bordadoras ayacuchanas trabajaron en formas de expresión creativa a través de sus diseños. Ellas exploraron su talento en dos talleres del proyecto Voluntaprensa, a cargo de un equipo de alumnas y docentes de la Especialidad de Periodismo.
Texto:
Fiorella PalmieriFotografía:
Melanie Soca
Se consideran obreras textiles, pero su trabajo nos muestra que son maestras en el arte del bordado. Lucía, Yovana, Maribil y Zintia firmaron con hilos de colores la autoría de las flores bordadas que acompañan esta nota. Como trabajadoras de la compañía Hilos y Colores, ellas forman parte de una red que involucra a cientos de colaboradores de comunidades ayacuchanas que mejoran su economía mediante la elaboración a mano de complejos diseños para carteras, correas y pasillos de mesa de exportación, ya que el bordado ayacuchano artesanal es muy valorado en el mundo por su alto relieve. Aunque ellas son expertas en hacer que estos productos adquieran un sello propio, su labor, actualmente, está enfocada en copiar los modelos propuestos por la empresa.
Sin embargo, su talento supera ampliamente el proceso de copia de diseños. Por eso, y con el objetivo de brindarles herramientas que las ayuden a expresar su creatividad y generar nuevas oportunidades, el equipo del proyecto Voluntaprensa, de la Especialidad de Periodismo de nuestra Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación, viajó a Ayacucho para realizar dos talleres con las bordadoras de esta empresa en la ciudad de Huamanga y en la comunidad de Soccos.
“Esta iniciativa es una ‘intervención itinerante’. Nos asociamos a una ONG o grupo que trabaje de manera organizada en una actividad con comunidades del Perú. En el caso de las bordadoras, nos interesó brindar la posibilidad de que ellas puedan expresar sus propios colores e imágenes”, dijo la Mg. Margarita Ramírez, líder del proyecto y docente del Dpto. de Comunicaciones. En esta visita de campo, que se realizó del 20 al 27 de enero, también participaron las alumnas de noveno ciclo Ana Mariño, Melanie Soca, y Shia Inguil, junto con la jefa de práctica Vera Lucía Jiménez.
Experiencias transformadoras
Aprender a bordar no fue el único reto que enfrentaron las participantes del proyecto. “Valoro esta experiencia porque nos acercó a personas que viven una realidad muy distinta de la nuestra, hablan un idioma distinto y tienen otras rutinas”, dijo Ana Mariño.
El segundo taller fue en Soccos, un pueblito a una hora de Huamanga. Allí se formaron grupos con las bordadoras. “Les pedimos que elaboren su propio diseño a partir de un elemento como las flores, que son cercanas a ellas. Nosotras las guiamos en el proceso de plasmar su idea en papel y qué herramientas usar para inspirarse”, añadió Ana. “Las señoras piensan que sus diseños no tienen valor, pero en realidad lo que ellas bordan vale mucho”, dijo la alumna ayacuchana Melanie Soca, quien estuvo a cargo de las fotografías. Precisamente, este es un punto que busca fortalecer el taller. “Una gran lección es tomar conciencia de la necesidad de trabajar en el empoderamiento de las mujeres. Lo sabes en teoría, hasta que llegas a una comunidad y te toca observar cómo se vive en contextos machistas”, considera Shia Inguil, quien contó cómo las artesanas de Soccos intentaron enseñarle a bordar sin éxito. “Del grupo, ¡yo fui la que peor bordó! Esto hizo que las señoras me hicieran bromas y me pusieran retos. Fue muy divertido y ayudó a romper el hielo entre nosotras”, contó Shia.
“El bordado ayacuchano es un elemento que define nuestra identidad, que comunica quiénes somos, y, en ese sentido, puede ser recreado y repensado por las mismas bordadoras”, comentó Vera Lucía Jiménez sobre el taller.
Tras esta experiencia, el equipo de Voluntaprensa continuará con esta labor y planifica una visita en mayo. “Hay mucho más por explorar. He quedado impresionada con los diseños que pueden hacer. Son mujeres maravillosas que siempre están en actividad”, señaló Margarita Ramírez.
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