“Los zoológicos muestran la naturalización del maltrato a los animales”
El debate sobre la vida en cautiverio de ciertas especies animales no es reciente. Sin embargo, los incidentes en los zoológicos durante los últimos meses nos obligan a preguntarnos si es realmente necesaria su existencia. Teresa Torres, docente del Departamento de Humanidades y miembro de la Agrupación para la Defensa Ética de los Animales (ADEA PUCP), comparte su perspectiva sobre el rol y pertinencia de los zoológicos en la actualidad.
Texto:
Sharún GonzalesFotografía:
Roberto Rojas
Un zoológico es una atracción turística, una fuente de entretenimiento. Visitarlo es un acto tan normal e, incluso infantil, que es imposible imaginar algún rasgo de crueldad en su existencia. Hasta que se hace notorio que los animales en cautiverio mueren porque, simplemente, no viven en su hábitat natural. “Es como una prisión”, afirma Teresa Torres, “en los parques zoológicos vemos a los animales con comportamientos estereotipados, animales que van de un lado para otro tras los barrotes”.
Uno de los argumentos para mantener activos este tipo de parques es que cumplen un rol educativo en la sociedad. ¿Realmente aprendemos viendo a los animales encerrados? “Los zoológicos no tienen señalización de nada que eduque a quien los visita. Además, no se ve a los animales como realmente son en sus hábitats. Aún suponiendo que funcionara, no puede estar a expensas de la educación de la gente el maltratar animales y que vivan en esas condiciones”, explica Torres. De hecho, para ella, este es un argumento que evoca a las ferias europeas del siglo XIX en donde se exhibían humanos de distintos grupos étnicos en aras de la educación y la ciencia.
Pese a la oposición por parte de los activistas por los derechos de los animales, los zoológicos sí cumplen (o pueden cumplir) un rol positivo para los propios animales. Torres reconoce que aquellos que son rescatados del tráfico ilegal necesitan un espacio de refugio y los zoológicos que ya cuentan con infraestructura sirven para ese propósito. “Cada vez que se decomisan animales, no hay dónde llevarlos”, comenta.
La posibilidad de convertir los zoológicos en verdaderos refugios forma parte de las alternativas a la situación actual de los animales en cautiverio. Los santuarios, el semicautiverio y la reinserción en sus hábitats de origen son algunas de las opciones para cambiar la calidad de vida de los animales en encierro. Gran parte del cambio está en que los zoológicos existentes “ya no compren nuevas especies, hagan intercambios o reproduzcan especies porque lo único que logran es agravar el problema”.
Las historias del oso Arturo, el gorila Harambe y el delfín Huayrurín han llamado la atención y, en opinión de Torres, es preciso actuar al respecto. “Definitivamente creo que no deberían seguir existiendo los zoológicos. Son una muestra de la naturalización del maltrato que les hemos dado a los animales. Sin embargo, es una reforma. Tal vez no lleguemos a cerrar los zoológicos estatales, como en Costa Rica, pero sí podemos exigir, por lo menos, mejores condiciones. Mientras tanto, nuestra respuesta puede ser dejar de visitarlos. Los animales no están felices ahí”, concluye la miembro de ADEA PUCP.
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