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Noticia

Lika Mutal y la horizontalidad de la naturaleza

La escultora Lika Mutal hereda a la sociedad un número importante de esculturas que además de tener un gran valor artístico, tienen un gran valor social. Verónica Crousse, docente del Departamento de Arte, recuerda cómo, a través de su aprendizaje, Mutal descubrió y reivindicó la igualdad de todos los elementos de la naturaleza.

  • Texto:
    Solange Avila
  • Fotografía:
    Alex Fernandez

Cuando Lika Mutal estudió en la Escuela de Artes Plásticas de la PUCP tuvo oportunidad de conocer al maestro Juan Arias, un tallador que compartió con ella toda la mística del trabajo en la piedra. Ello implicaba dejar de ver a la piedra como un material del cual el escultor tiene dominio; para entrar en sintonía con ella y revelar aspectos singulares en esta. Esta visión fue una revelación que marcó el resto de su actividad como artista.

Si Mutal veía una energía distinta en una piedra de algún cerro o cantera, la traía a su taller. No sin antes realizar rituales de permiso o de pago a la tierra, con mucho respeto. En su taller, seguía el proceso de diálogo hasta que se diera una sintonía que permitiera trabajar con este elemento. “El objeto de su trabajo era revelar los aspectos de la piedra como una realidad oculta y subyacente en ella. Sus trabajos finalmente son condensaciones de una unidad lograda entre el hombre y la naturaleza como entidades sin jerarquía”, explica Verónica Crousse, docente del Departamento de Arte.

Otra comprensión del mundo

Mutal ha dejado un número importante de colecciones en muchos museos en todo el mundo. Ha plasmado obras en el espacio público tanto en Perú, como en el extranjero. “El trabajo de Mutal es muy generoso porque tiene una dimensión social, es decir, generar un espacio compartido de comprensión del mundo”, opina la docente, quien además destaca algunas de sus obras más importantes.

El espejo de piedra, la última muestra de la escultora en el Museo de Arte Contemporáneo, involucró el trabajo con piedras y gasas. Crousse sostiene que detrás de las gasas hay también se da la reminiscencia precolombina y a los paisajes desérticos. También destaca la ritualidad y el vínculo con los monumentos megalíticos que aprendió del Maestro Arias. “Hay una muy lograda observación del paisaje y de la naturaleza. Ello se manifiesta en los pequeños puquios de agua y en los recorridos donde ella iba encontrando su camino dentro de la forma de la piedra”, comenta nuestra docente.

Asimismo, la visión horizontal y la dimensión comunitaria se refleja en El ojo que llora. Esta obra fue polémica justamente porque Mutal no pretendía enaltecer a unos y rebajar a otros, sino ser un memorial al drama del conflicto social que desencadenó el terrorismo y que afectó a todos los peruanos. Puso en evidencia que el drama social que vivía el país era compartido por todos. “Lika tenía un gran convencimiento de que se necesitaban espacios como este en la sociedad para que confluyan rituales personales y colectivos”, explica Crousse. Esa certeza fue clave para que la escultora hiciera posible la construcción del memorial y, tras la vandalización del mismo, restaurarlo.

El memorial tiene una simbología especial. El laberinto se presenta como un lugar donde te pierdes para volver a reencontrarte. Está concebido para ser un lugar que se activa con el andar del visitante. Mientras entra de la periferia hacia la piedra central, está rodeado de todos los cantos rodados con los nombres de todas las víctimas, que funcionan como pequeñas tumbas. La docente repite la explicación que alguna vez Mutal le dio personalmente: “El ojo que llora no es un memorial abstracto, es realista”.

Por otro lado, el concepto de Eco de agua, ubicado en la Av. Gonzales Prada,  se manifiesta claramente. “Hay una complementariedad entre la piedra y su reflejo, que forman una unidad. Están vinculadas al mundo precolombino y a la dualidad”, explica Crousse. Otra particularidad importante de esta obra es que Mutal llegó a una síntesis de tocar lo menos posible la piedra. “Hay algunas cosas que no necesitan ser transformadas, solo necesitan ser puestas en valor”, concluye Crousse. Este aspecto se volvió característico en su obra y se hizo más evidente con la madurez de su carrera.

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