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Noticia

“La sociedad peruana no quiere mirar la guerra”

El día que María Victoria Uribe acompañó a una amiga a un cementerio en Colombia hubo un giro en su carrera. Observó un espacio con maleza donde predominaban las cruces de madera con la inscripción de ‘NN’, pues se desconocían los nombres de los guerrilleros enterrados. Fue en ese momento en el que sintió que tenía que trabajar con la violencia, estudiarla y saber qué hay más allá de eso. Ella visitó la PUCP invitada por el Grupo Interdisciplinario sobre Memoria y Democracia, Cisepa, el Departamento de Ciencias Sociales, el IDEHPUCP y la DARI.

Nombre: María Victoria Uribe
Trayectoria: investigadora emérita de Colciencias. Ha sido investigadora del Centro de Investigación y Educación Popular, y directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Su especialidad es la antropología e investigación cualitativa de la violencia, la memoria y el olvido, la antropología de la inhumanidad, y la etnografía de los espacios judiciales. Ha sido miembro del Grupo de Memoria Histórica.

Entrevistadora invitada
Dra. María Eugenia Ulfe
Docente del Dpto. de Ciencias Sociales PUCP y Coord. del Grupo Interdisciplinario en Memoria y Democracia

¿Ese primer esfuerzo de entender la violencia es lo que tú presentas en este texto de Antropología de la inhumanidad?
Lo que presento es un estudio muy detallado de las masacres que tuvieron lugar en Colombia entre el año 1948 y después del 2000. Lo que hago ahí es comparar dos masacres: una de “La Violencia”, de los años 50, con una contemporánea, de los paramilitares. Miro qué es eso, cómo funciona una masacre, qué etapas tiene, qué tipo de ritos se llevan a cabo, qué tipo de corte se les hacen a los cuerpos.

Es dramático porque, en la segunda parte del libro, tú presentas la tipología de rituales que se ejercen sobre los cuerpos ya difuntos.
No es un problema de tortura. A la gente la matan de un tiro, normalmente y una vez que la persona está muerta es que le manipulan su cuerpo. Tenemos unos cortes atroces, decapitación, cortes de miembros de hombres y mujeres, ‘corte de corbata’, lo que hacían era abrirle un agujero en el cuello a la persona, empujarle la lengua y esta salía por ahí, como una corbata. Es una cosa bastante difícil de explicar, de abordar, es una violencia llena de atrocidades que no parecen tener un sentido.

Pero esa manera de tratar de comprender, ¿no es una forma de tratar de dar sentido a esas formas de violencia tan dramáticas?
De hecho, lo que intento es darle un sentido a esa carnicería, pero para hacer eso hay que entender cómo concebían los campesinos sus propios cuerpos. El campesino analfabeto de los años 50 nombraba las diferentes partes de su cuerpo con nombres procedentes de los animales. Hablaban de su “tuste”, que es como se llama a la cabeza de las vacas; del “huarhuero”, que es como se llama el cuello de las aves. Entonces, yo hice un estudio para poder entender cómo se desmembraba el cuerpo del otro.

En el contexto peruano, el conflicto armado interno, que es un pasado reciente, se tiende a mirar como uno remoto, y más bien el crecimiento económico es lo que opaca a este.
Yo creo que Perú y Colombia se parecen. Aquí la sociedad peruana, al igual que la colombiana, no quiere mirar la guerra, no se quiere dar por enterada de que tuvo que ver con ella. Entonces, nos limitan a que eso fue un asunto de Sendero Luminoso, de los militares. En general, al peruano que transita por las calles no le compete el asunto de la guerra, es como si no fuera con él.

Acá tú pones el periodo que se conoce como “La Violencia” junto con el periodo de paramilitares. Pero en el siguiente texto, Hilando fino, trabajas más con mujeres y regresas a mirar el de “La Violencia”.
A mí lo que más me interesa es ese periodo que está entre 1948 y 1964, cuando ocurrió todo esto. Yo quería mirar un poco qué les pasó a las mujeres, porque esa fue una guerra masculina. Las víctimas y los perpetradores son hombres, y las mujeres tienen un papel muy marginal. Por lo que busqué a mayores de 80 años para que me contaran sus vivencias de niñas durante esa época. El libro es el recuento de dos mujeres campesinas que cuentan cómo vivieron “La Violencia” sin ser protagonistas, no estaban en ninguno de los bandos, no eran combatientes.

La historia desde el punto de vista de las mujeres, contando lo que para ellas fueron atrocidades y hechos que adultos no les explicaban…
Lo que es muy dramático de la existencia de las niñas en esa etapa es que no hay comunicación con los adultos. A los menores no se les explicaba por qué hay tantos muertos, por qué hay guerra, no se les decía nada. Crecieron solos, entre ellos y los adultos no les informaban a los niños. Entonces yo lo que veo son niñas que crecieron a la intemperie, completamente solas, presenciando cosas tremendas: gente decapitada, mujeres embarazadas a quienes se les abría el vientre, sacaban el feto y metían un gallo. Eso lo veían las niñas y ellas creían que eso es el mundo normal.

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