El desafío del transporte público eficiente y responsable con el medioambiente
En una ciudad de 20 millones de habitantes, garantizar un transporte público no solo eficiente y adecuado, sino ambientalmente sostenible es todo un reto. Olimpio Alvares, funcionario de la Companhia Ambiental do Estado de São Paulo, estuvo en la PUCP para explicarnos cómo afrontar este desafío.
Texto:
Alejandra YépezFotografía:
Víctor Idrogo
Para garantizar un transporte funcional, la Municipalidad de São Paulo comenzó un proceso de formalización a finales de la década de los ochenta. “Al igual que en Lima, en Sao Paulo existían otras necesidades que atender provenientes de las nuevas poblaciones de las invasiones ilegales”, comenta el especialista que llegó a la PUCP para participar del Seminario internacional «Innovación y transporte: buses para una ciudad sostenible».
Asimismo, debido a lo inesperado de la migración paulista, el estado no supo responder en un primer momento a las necesidades de transporte de la nueva población, por lo que surgieron medios de transporte improvisados, tal cual el caso peruano. “Las vans – o ‘combis’- invadieron la ciudad y representaron una seria competencia al transporte legal”, comenta Alvares. Luego algunos años y después de mucha represión policial se logró controlar al transporte ilegal paulista. “El sistema se regularizó y mejoró mucho, las líneas ahora son más constantes. Mejoró la calidad, la distribución, la capacidad, además del aspecto financiero para los operadores, ya que dejaron de perder dinero”. Sin embargo, faltaba luchar la guerra más difícil: garantizar que el transporte paulista deje de ser una amenaza a la salud pública.
El precio ambiental del transporte basado en diésel
Alvares explica que la tecnología de motorización no se desarrolló adecuadamente. «Los ómnibus siguieron siendo a base de diesel, los cuales emiten mucha contaminación atmosférica». Esto generó un problema ambiental serio, ya que en Sao Paulo no hay mucho viento, por lo que las partículas contaminantes no se diluyen. En consecuencia, se empezaron a registrar miles de muertes prematuras debido a problemas cardiorespiratorios. “Este problema motivó a que las personas y las autoridades medioambientales cuantifiquen las muertes, las molestias, los índices de mortalidad producto de causas relacionadas con la contaminación del aire de la ciudad”, añade el funcionario.
Analizando la data recopilada, se detectó una correlación entre el nivel de partículas contaminantes en el aire y la cantidad de muertes y molestias cardiorespiratorias. “Se encontró gran cantidad de material particulado de diesel en los pulmones de la población. Estas partículas nanométricas llevan consigo productos cancerígenos, los cuales no salen de los organismos de las personas”. La difusión de este tipo de estudios concientizó a la sociedad sobre la importancia de reducir el uso de diesel en el transporte motorizado, y permitió presionar políticamente a las autoridades medioambientales para proponer soluciones a la situación. “Se creó un programa institucionalizado de control de polución del aire por vehículos automotores llamado Proconve«.
Desde su creación, el programa buscó establecer niveles máximos de emisión de partículas contaminantes para los vehículos que se comercialicen en Brasil. Alvares explica que al inicio los límites no eran muy rigurosos, pero que hoy se cuenta con estándares altos. Además de establecer límites, las autoridades brasileñas promueven que se incluyan flotas con carros que tengan otras tecnologías automotrices, tales como etanol.
¿Qué deberíamos de tener nosotros en cuenta ahora que vamos a ordenar y unificar el transporte público? Alvares recomienda que, antes que nada, los principales actores relacionados con la problemática se reúnan, lleguen a acuerdos y definan responsabilidades. “La universidad tiene un papel muy importante como mediador independiente en este tipo de debates. Cada uno tiene una responsabilidad que asumir para lograr tener un transporte fluido y saludable. El rol de las universidades es difundir los conocimientos sobre los problemas del transporte con el fin de que la población ejerza presión a sus autoridades. De lo contrario las autoridades van a seguir actuando inercialmente», finalizó.
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