Informe central: ¿Cuánto poder tienen los medios de comunicación?
Formatos televisivos que replican los grandes éxitos norteamericanos y de países europeos han inundado las pantallas peruanas. Tanto allá como acá, algunos de estos programas han generado escándalos que, incluso, tuvieron finales trágicos. ¿Todo vale en la batalla por el rating? ¿Cómo se debe regular a los medios de comunicación?
Texto:
Vania Ramos
“Estás a una pregunta de llevarte S/. 15 mil. Si te retiras ahora, solo te llevas S/. 10 mil”, le dijo el conductor Beto Ortiz a la concursante de la primera edición del programa El Valor de la Verdad (EVDLV), Ruth Thalía Sayas Sánchez de 19 años. “Continúo”, respondió ella y el público aplaudió.
En los siguientes minutos del programa, emitido el 7 de julio pasado por Frecuencia Latina, la concursante reveló, frente a sus padres y a Bryan Romero Leiva, quien fue presentado como su pareja, que trabajaba en un night club y que se había prostituido. Al finalizar el programa, Ortiz le dijo a la participante: “La verdad nunca hace daño aunque duela”.
Casi dos meses después, Ruth Thalía apareció muerta; su familia había reportado su desaparición diez días antes. La policía capturó a Bryan Romero, quien confesó haberla asesinado. En sus primeras declaraciones a la policía, dijo que lo hizo porque se sintió humillado con las confesiones que Ruth hizo en el programa. Sin embargo, al pasar los días, la hipótesis del crimen por lucro comenzó a tomar forma. Hoy, Bryan Romero está recluido en un penal.
Esta muerte quizá no pasaría de ser un asesinato más de los que ocurren en el Perú. No obstante, este crimen genera debate porque los involucrados –víctima y asesino– participaron en un programa televisivo cuyo formato se cuestiona desde diversas voces por hacer de la vida privada de personas comunes un show que genera ganancias, y que pareciera haber dejado de lado la autorregulación.
Es discutible si EVDLV fue responsable de la muerte de Ruth Thalía Sayas. El Mg. Alfredo Maraví, docente del Departamento de Derecho, señala que no es posible darle responsabilidad penal al programa. “La participación de la joven en el programa no es la causa más cercana a la muerte, sino la acción del asesino confeso. Es probable que alegue que se sentía humillado, lo que me lleva a pensar en una reacción violenta. Sin embargo, todo indica que sí hubo una planificación, lo que ya no encaja dentro del atenuante de una emoción violenta”, explica.
Entonces, la pregunta que surge es si los medios de comunicación están siendo responsables al presentar estos formatos de reality show en los que se expone a las personas. ¿Se investigó exhaustivamente el entorno de Ruth Thalía Sayas?
El espectáculo de la realidad
Para entender mejor lo sucedido es preciso analizar por qué son tan atractivos los programas televisivos que se alejan de la ficción. “Es un formato que ha sido probado en otros lugares con éxito; acá los definen como franquicias y parece ser que tocan fibras sensibles relacionadas con nuestra proverbial novelería, como espectadores y protagonistas. Cuando nació el cine se filmaba a la gente común y corriente, y después de revelar la película se la pasaban al público. Desde entonces hay un efecto de movilización del hedonismo ciudadano”, señala el Mg. Hugo Aguirre, docente del Departamento de Comunicaciones.
Hoy en día vemos desfilar en la televisión peruana una variedad de reality shows: concursantes encerrados en una casa con cámaras que los siguen las 24 horas del día, personas compitiendo en baile y canto, entre otros. Todos ellos alcanzan niveles altos de rating, lo que sugiere que existe una fuerte preferencia por el público y, por lo tanto, también de los anunciantes. El programa en el que aparecieron Ruth Thalía Sayas y su asesino obtuvo 19 puntos de rating.
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