Europa: de la extrema derecha en el parlamento a la abdicación del rey Juan Carlos
El ascenso de los partidos de extrema derecha en las últimas elecciones para el Parlamento de la Unión Europea (PE) y la abdicación del rey Juan Carlos de España revelan que, en Europa, no solo existe desconfianza hacia las agrupaciones políticas tradicionales, sino también hacia las instituciones con siglos de antigüedad.
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Emily EspinozaFotografía:
Roberto Rojas
A primera vista, ambos hechos no tienen relación alguna. Sin embargo, dado el contexto económico, político y social europeo, Gonzalo Romero, magíster en Ciencia Política por la PUCP, explica que la Unión Europea (UE) y el rey Juan Carlos tendrían un legado similar.
Del 24 al 25 de mayo, el 43% de los ciudadanos de los 28 Estados miembros de la UE acudió a las urnas para elegir a quienes gobernarían su continente. Los resultados no fueron gran sorpresa, pues ratificaron lo que los analistas políticos habían pronosticado: el avance de la extrema derecha —con el 20% de la representación— en desmedro de los escaños antes ocupados por los partidos tradicionales (conservadores, socialdemócratas y liberales).
El 2 de junio, una semana después de que se conocieran los resultados, el rey Juan Carlos anunció públicamente el fin de su reinado y el paso a “una nueva etapa de esperanza en la que se combinan la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación”.
El euroescepticismo, la crisis económica y España
Romero sostiene que, en Europa, no solo existe un rechazo hacia el proyecto de la UE, sino también hacia las instituciones. “El europeo común y corriente siente desconfianza, miedo e incertidumbre no solo a qué tipo de Europa, sino a qué tipo de España, qué tipo de Inglaterra, qué tipo de Francia… le espera de acá 20 o 30 años”.
El especialista declara que el euroescepticismo —posición de los partidos de extrema derecha— obedece a dos razones: la crisis económica y el miedo al cambio que ha ocurrido durante los últimos 30 años, que, entre otros temas, incluye el multiculturalismo y la migración.
La recuperación de la crisis económica que explotó entre los años 2007 y 2008 ha sido demasiado lenta. Hoy, los votantes europeos se cuestionan la habilidad de los gobiernos tradicionalmente liberales para responder a la recesión.
Por un lado, Romero comenta que se puede hacer ciertos paralelos con la década de 1930, cuando los partidos de extrema derecha avanzaron debido a la difícil situación de algunos países europeos (desempleo masivo y caída de los niveles de vida), azuzando la reacción de los ciudadanos frente al accionar ineficaz de los gobernantes.
Por otro, tomando en cuenta que España es el país que está pasando por su peor crisis económica, el especialista detalla que la familia real no ha compartido el sufrimiento con sus habitantes. “Recordemos el viaje del rey Juan Carlos a África para cazar elefantes cuando el país todavía estaba pasando por una terrible crisis”.
A este suceso, se suman los casos de corrupción. Por ejemplo, la denuncia de la segunda hija del exmonarca, Cristina de Borbón y Grecia, sobre el desvío de fondos públicos en el que estaba implicado su esposo Iñaki Urdangarin.
Sí, don Juan Carlos fue alguien que facilitó la transición hacia la monarquía constitucional después de la muerte del dictador Francisco Franco, en 1975; sin embargo, “en los últimos años, la familia real no ha sido muy querida por sus habitantes”, comenta Romero.
El futuro de la UE y la familia real
Frente al avance de la extrema derecha —euroescéptica, nacionalista, populista y anti-inmigrante—, el analista enumera los temas sobre los que se ocupará el Parlamento Europeo (PE) recién electo: convencer a sus habitantes sobre el proyecto europeo, 60 años después de su fundación, reactivar su economía y, finalmente, enfrentar el tema del multiculturalismo y el problema de la anti-inmigración.
Así como el PE, la familia real también tendrá que enfrentar varios retos; por ejemplo, limpiar su tan afectada imagen y convencer a los españoles de su contribución al bienestar del país. “Creo que, de alguna manera, la abdicación del rey Juan Carlos puede brindarle vigor a la monarquía: el príncipe Felipe está más preparado para enfrentar ciertos desafíos, como el separatismo de Cataluña. En general, el suceso me parece positivo”, concluye Romero.
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