De estética, libertad y romanticismo
¿Qué es la estética? ¿Cómo fue la transición de la Ilustración al Romanticismo, de la primacía de la razón a la priorización de la emoción? ¿Qué relación pueden tener el arte y la libertad? Al respecto, dialogamos con Mónica Virasoro, docente de Estética en el Instituto Nacional Universitario de Artes (INUA) de Buenos Aires, quien la semana pasada dictó el curso «Estética romántica y los estudios culturales», organizado por la Maestría en Estudios Culturales de la PUCP.
Texto:
Luis YáñezFotografía:
Stefany Aquise
“La estética es una disciplina de la filosofía que surge como tal en el siglo XVIII y que se ocupa de la belleza, el arte, la armonía y la libertad del hombre. Si bien antes se hablaba de estos temas, no se hacía como una materia independiente”, afirma la profesora Virasoro. Junto con ella, revisamos las ideas fundamentales de la Ilustración y el Romanticismo, a través de tres pensadores alemanes: Immanuel Kant, Friedrich Schiller y Friedrich Nietzsche.
Los límites de Kant
Sin lugar a dudas, Kant fue uno de los más destacados filósofos del siglo XVIII y de la Ilustración, movimiento cultural que priorizó la razón sobre la emoción, la fe y la imaginación, y que cuestionó el poder absoluto de los reyes y las religiones al establecer al hombre como dueño de su propio destino.
No obstante, reconoce los límites del proyecto de la modernidad: “Hay tres preguntas en Kant que son fundamentales: ¿Cuánto podemos conocer? (desarrollada en su obra Crítica de la razón pura), ¿Cómo debemos actuar? (Crítica de la razón práctica) y ¿Cuánto podemos esperar para sentirnos realizados? (Crítica del juicio). Siempre que encuentra un límite, se responde y aparece uno nuevo”, señala Virasoro.
Kant separa el saber en tres esferas: la ciencia (el conocimiento, lo teórico), la moral (la razón práctica, la ética) y el arte (lo bello, lo sublime). Si bien en las tres “Críticas” se vislumbra una búsqueda hacia la libertad, considera que el arte es el espacio donde el hombre puede llegar a realizarse o satisfacerse.
Tormenta y pasión
A fines del siglo XVIII aparece en Alemania el Sturm und Drang (“Tormenta y pasión”), movimiento precursor del espíritu romántico que aparece como una reacción contra los “abusos” de la Ilustración. Formaron parte de ella numerosos artistas y pensadores como Goethe, Hegel, Schelling, Hölderlin o Schiller. El deseo de libertad de la época (no olvidemos que la Revolución Francesa se inició en 1789) se refleja también en el arte, por lo que en vez de imitar la realidad de manera fiel, busca ser cada vez más original.
Durante este periodo de transición, surge la figura de Schiller, dramaturgo y filósofo alemán que pese a seguir a Kant con admiración, desea escapar del rigor de la moral kantiana. “Schiller concibe la educación estética con el fin de crear en el hombre el hábito de actuar espontáneamente bien, sin pensar en leyes morales ni imperativos categóricos. Considera que en el impulso de juego el entendimiento y la sensibilidad coexisten en armonía y que por lo tanto, el hombre deja de estar escindido y se transforma en un ser íntegro”, afirma la especialista.
El romanticismo europeo
El movimiento romántico surgió a fines del siglo XVIII en Alemania y se extendió por toda Europa, en particular en Inglaterra (Lord Byron), Francia (Víctor Hugo) y España (Gustavo Adolfo Bécquer), durante la primera mitad del siglo XIX. Como reacción revolucionaria contra la Ilustración y el clasicismo, priorizó los sentimientos, la creatividad, el individualismo y la subjetividad. Aparecieron temas como la ironía, el ingenio y la libertad, planteada como un equilibrio entre el entendimiento y la imaginación.
Nietzsche y la cultura auténtica
Cerca de un siglo después del Sturm und Drang, un joven y romántico Nietzsche concentró su atención en la cultura. Consideraba que la sociedad moderna estaba atomizada y carecía del lazo vinculante que en el Medioevo le daba la religión. El hombre necesitaba un nuevo mito fundante que pueda favorecer la creación de una cultura auténtica.
De acuerdo a Virasoro, Nietzsche creía que en Alemania esto se podía lograr a través de la música de Wagner: “Sus óperas están basadas en leyendas locales y para el filósofo era un artista genio capaz de sintetizar al mundo dentro de sus obras, puesto que en ellas había artes visuales, teatro, música, mito, lenguaje, filosofía. Todo está contenido”. Posteriormente, el uso recurrente de motivos artísticos cristianos en la obra del músico aumentó la distancia entre ambos hasta marcar una ruptura definitiva.
Identidad y cultura latinoamericana
Con la distancia que nos da el tiempo y el espacio, ¿se puede aplicar el concepto del mito fundante para crear una identidad latinoamericana? Virasoro aclara: “No se trata de volver al pensamiento mágico, pero sí de tener un mito que nos permita entender qué es lo que nos identifica y nos amalgama. La cultura latinoamericana existe pero hay que valorarla, comprenderla, conocerla y desarrollar nuestro autoestima”.
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