Espacios comunes entre la arquitectura y el arte
En su visita a nuestra Universidad, el reconocido arquitecto español Javier Maderuelo brindó la conferencia magistral “La idea del espacio en la arquitectura y el arte contemporáneos”. Precisamente, sobre este tema conversó con nosotros.
Texto:
Oscar García
Actualmente, el espacio es una de las cualidades que más se toma en cuenta en la arquitectura y el arte. Sin embargo, no siempre ha sido así. “Los arquitectos se dan cuenta de que el espacio es, posiblemente, la cualidad más importante de su área”, señala Javier Maderuelo, doctor en arquitectura por la Universidad de Valladolid y catedrático de la Universidad de Alcalá, además de autor de libros que son referencia en temas como el espacio, el paisaje y el arte público.
El arquitecto español nos visitó para dar la conferencia magistral “La idea del espacio en la arquitectura y el arte contemporáneos”, organizado por el Centro de Investigación de la Arquitectura y la Ciudad (CIAC), además de brindar una serie de clases en la maestría de Arquitectura, Urbanismo y Desarrollo Territorial Sostenible.
Relaciones e intercambios
Durante el surgimiento de las vanguardias, los escultores dejan de generar volúmenes para intentar construir. A su vez, los arquitectos, en esa época, se aventuran a probar la plasticidad, la forma, el volumen y las texturas. “El espacio se vuelve un nexo común entre los escultores y los arquitectos”, dice el Dr. Maderuelo.
Este transvase entre las dos formas de arte origina que surjan obras que ocupan el espacio como un género nuevo, entre ellas las instalaciones y el land art. “Son piezas que dialogan con el espacio público y que incluso llegan a conseguir relaciones muy intensas, puesto que arquitectos y escultores trabajan juntos para definir, por ejemplo, el espacio de una plaza o una calle”, señala Maderuelo. Por su parte, la arquitectura moderna hace de los valores estructurales su tema fundamental.
De esa manera, las esculturas pasaron a ser mucho más que solo objetos que se colocan encima de una peana en un museo. “Al darse cuenta del valor del espacio, los escultores intentan conseguir la cualidad de presencia física, volumen y especialidad que tienen las obras arquitectónicas”, comenta Maderuelo. En ese momento empiezan a surgir obras de grandes dimensiones. Estos intercambios e interferencias han enriquecido y expandido ambas formas artísticas en la época contemporánea.
¿Cómo surge el paisaje?
En su visita a nuestra Universidad, el arquitecto Maderuelo también brindó una serie de lecciones en la Maestría de arquitectura, urbanismo y desarrollo territorial sostenible. En ellas abordó el concepto del paisaje, que apareció a principios del siglo XVII entendiéndose como una evolución de la mirada del territorio, y su estética. En ese sentido hay que considerar que el arte tiene a la belleza como una de sus normas más importantes. «Lo bello es el orden, la armonía, la euritmia, la simetría. Esto no cuadra con el paisaje, porque si ves un territorio una montaña es más alta que la otra», señala el arquitecto español.
Por ello, tendrían que surgir otras características estéticas como lo sublime, lo pintoresco, lo maravilloso, lo fantástico e incluso lo terrible para que el arte empiece a interesarse en el paisaje. En el siglo XVIII aparece un tipo de pintura distinto, que ya no se limita a representar lo bello sino también, por ejemplo, ruinas, casas destartaladas o el Vesubio en erupción. «Se dice que un buen pintor va sacar más provecho de un burro viejo, cuya piel es irregular, que de un caballo muy bello, pues le permite desarrollar mejor sus cualidades», sostiene Maderuelo.
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