Mario Vargas Llosa lo dijo: José Miguel Oviedo está a la altura de Rama, en Uruguay; Reyes, en México; y Borges, en Argentina. La crítica que realiza Oviedo, dijo el Nobel, es aquella que sirve para orientar al lector como una brújula en la oferta bibliográfica. Agregó que Historia de la literatura latinoamericana es la mejor obra de su tipo en nuestro idioma. “Es una obra que prefirió la calidad y la cantidad, y en la que uno nota, a partir del rigor, conocimiento y buen gusto, que Oviedo ha leído todos los libros que comenta de principio a fin y no solo las solapas”, dijo Vargas Llosa.

José Miguel Oviedo estudió en la PUCP y se desempeñó como profesor de Literatura por muchos años. Alonso Cueto, alumno suyo en las aulas de nuestra Universidad, recordó a Oviedo como una persona muy recta que no dudaba en ser estricto y exigente con sus alumnos, pero que también podía ser divertido y con mucho sentido del humor, pues cuenta con un nutrido repertorio de anécdotas sobre escritores. Gracias a Oviedo, confesó Cueto, conoció y entendió mejor a Carpentier, Cortázar, Vargas Llosa y Vallejo.

La obra de Oviedo ha indagado sobre algunos autores como Ricardo Palma, José Martí y el propio Vargas Llosa. El profesor Ricardo Silva-Santisteban resaltó que no existe un buen creador que no sea un buen crítico y que en el trabajo de Oviedo destaca no solo la profundidad y lucidez de sus ideas, sino además la claridad expositiva y seguridad de sus afirmaciones.

Por su parte, el escritor peruano Fernando Ampuero enfatizó la fortuna que ha tenido el crítico al conocer y trabajar junto con Sebastián Salazar Bondy, y ser auxiliar de clases de Luis Jaime Cisneros. Además de pertenecer a un grupo de lectura integrado, nada menos, que por Luis Loayza, Abelardo Oquendo y el propio Vargas Llosa. Asimismo Ampuero se refirió a la próxima obra de Oviedo, Memorias de un crítico literario, en la que el crítico cuenta su experiencia de trabajo y sus encuentros con escritores. Finalmente recordó también que Oviedo y Vargas Llosa fueron compañeros de carpeta en el colegio La Salle, y que La ciudad y los perros lleva ese título, en cierta medida, por recomendación de Oviedo.

Finalmente, José Miguel Oviedo agradeció el homenaje y confesó que no sabía si se trataba de un sueño o de una broma, y que mientras escuchaba las ponencias de sus amigos no recordaba haber dicho, pensado y escrito tal como ellos lo señalaban. Lo que generó no solo risas entre los asistentes sino que puso en evidenció el carácter divertido del crítico.

En el segundo día de actividades, en la mesa estuvieron Fernando de Szyszlo, Juan Gustavo Cobo Borda, Abelardo Sánchez León, Carlos Germán Belli y Martha Canfield.