El árbol de la quina, que simboliza la riqueza vegetal en nuestro escudo nacional, ya se encuentra en la PUCP. Tres ejemplares de esta especie nativa fueron donados por el abogado Alberto Bailetti Wiese, egresado de esta casa de estudios. Procedentes de Cajamarca, las plantas –que pertenecen a la variedad Cinchona officinalis – serán cultivadas en el vivero de la PUCP y en un pequeño jardín a espaldas del edificio Dintilhac, donde se buscará su adaptación al terreno y al clima.

“Hay experiencias de cultivo de árboles de quina en Lima. La ventaja del clima de la capital es que se encuentra la humedad de la selva alta, y no llueve. El problema puede ser la contaminación ambiental, y las diferencias térmicas entre el día y la noche. En realidad, las condiciones están dadas para que estas plantas crezcan bien, aquí en el campus crecen muchas especies amazónicas”, dijo el Dr. Fernando Roca S.J., director de Asuntos Estudiantiles y especialista en ecología, botánica y amazonía.

“En la época colonial hubo un gran intercambio de medicinas en el mundo, y el Perú enviaba cortezas del árbol de la quina a Roma a través del hermano jesuita Salumbrino, quien trabajó en la curación de los enfermos de malaria durante el siglo XVIII. La extracción masiva de cortezas de quina ocurrió con las epidemias de esta enfermedad durante las guerras mundiales”, añadió el profesor Roca.

Durante siglos, la corteza del árbol de la quina fue tan atesorada como depredada debido a sus propiedades curativas contra la malaria. Oriunda de los Andes tropicales del Perú y Ecuador, este árbol alcanza los 15 metros de altura.  “Como no tenemos muchos datos sobre el comportamiento del árbol de la quina en Lima, no sabemos si alcanzará los 15 metros que suele tener en su hábitat, la zona de bosques de San Ignacio en Cajamarca. En las alturas de Jaén, hay un caserío que se llama La Cascarilla, que es el nombre popular de la quina. Allí, los habitantes quieren crear un Santuario Nacional de la Quina y están recolectando las distintas especies que existen”, dijo el Dr. Roca, quien considera valioso contar con esta especie en la PUCP, que se suma a otros árboles originarios que crecen en el campus.

“Los árboles nativos son muy sanos para la ciudad, soportan la contaminación, no son invasivos porque no levantan veredas o pistas, no atoran tuberías, y además florecen muy bien en nuestro clima”, expresó el docente.