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Noticia

Egresada de la Facultad de Derecho recibe Premio por la Paz 2015, otorgado por el MIMP

Trabaja como abogada en la Defensoría del Pueblo desde hace 19 años y está dedicada a la defensa de los derechos humanos, principalmente de las personas que perdieron su libertad injustamente. La semana pasada, recibió el Premio por la Paz 2015.

  • Texto:
    Akira Maeshiro
  • Fotografía:
    Victor Zea

Hay un nombre que Imelda Tumialán no puede olvidar: Fidel Carlos Arturo Castro Acuña, involucrado injustamente en un caso de narcotráfico. “Vivía tranquilo en Piura y lo buscaban en Ayacucho, donde nunca estuvo. Cuando la capturaron, la familia presentó un hábeas corpus que fue denegado. No tenía ninguna vinculación con el proceso”, cuenta. El 2012, el señor Acuña murió, a los 46 años, en la carceleta de requisitorias de Lima, antes de que la justicia llegue. La Policía buscaba a un Carlos Castro Acuña, que no era él, pero que no figuraba en Reniec. “Es un dolor que nunca me va a pasar”, dice.

La abogada acaba de recibir el Premio por la Paz 2015, en la categoría Estado, que otorga el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), pero su voz no asume un tono completo de felicidad. “Conozco todo el Perú: sus riquezas y fortalezas, pero también sus grandes debilidades. He visto discriminación, desigualdad y bastante sufrimiento. Este reconocimiento me ha hecho recordar a todas las personas que he ayudado”, dice.

De la promoción 1981 de la Facultad de Derecho de la PUCP, Imelda Tumialán lleva 19 años abocada a la defensa de los derechos humanos trabajando como abogada en la Defensoría del Pueblo. Desde su infancia, en La Oroya (Junín), su camino parecía marcado. “Mi padre era magistrado, así que nací entre expedientes. Siempre nos conversaba acerca de la importancia de aplicar la ley y respetar los derechos de las personas”, cuenta. Y un día, cuando estaba en cuarto de secundaria, un hecho cambió su vida para siempre: “Ordenaba la biblioteca de mi padre y encontré un libro que narraba cómo un hacendado le imputaba el robo de dinero a un peón inocente, que trataba de defenderse sin éxito. Su palabra no valía nada ante la justicia”, recuerda. La decisión de ser abogada estaba tomada.

Amenazas contra su vida

Pero la búsqueda de justicia en el Perú no es una tarea sencilla. Y la etapa más desafiante la vivió, quizás, entre 1990 y 1994, cuando fue fiscal provincial especial de la Defensoría del Pueblo y Derechos Humanos para el Distrito Judicial de Junín. “Era una época de violencia y tenía que aprender a vivir con el terror. Sufrí persecuciones, seguimientos y dos atentados con dinamita a mi domicilio”, recuerda. La vehemencia y valentía fueron su respuesta para proteger a campesinos, estudiantes y mujeres. “Teníamos que dar esperanza a las personas y demostrarles que sí se podía cambiar esa situación”, comenta.

La vida de Tumialán ha estado dedicada, sobre todo, a la defensa de las personas que perdieron su libertad injustamente. Ha participado en 56 casos emblemáticos de homonimia y 180 de detenciones arbitrarias. Desde el 2011 es jefa del Programa de Protección y Promoción de Derechos en Dependencias Policiales de la Defensoría del Pueblo, espacio donde ha podido fortalecer sus funciones. “No me amilano ante nadie por defender los derechos de las personas”, señala.

Contra el sistema

Como parte de sus labores, visita constantemente requisitoriados y ve caso por caso personalmente. “Tengo dos personas que me ayudan y que están convencidas de que la riqueza está en atender a los ciudadanos y devolverles la libertad”, dice.

Ante las frías leyes y un sistema que agobia, Tumialán considera necesario que el abogado no pierda el rumbo. “Hay una falta de enfoque en derechos humanos en su formación. Quienes estudian derecho deben darse cuenta de que detrás de un expediente hay un ser humano y una familia”, explica.

A pesar de las dificultades, la abogada reconoce que, en los últimos años, en el Perú se ha mejorado mucho para disminuir los casos de detenciones arbitrarias, gracias al trabajo interinstitucional entre el Ministerio Público, el Ministerio del Interior, el Poder Judicial y Reniec. Sin embargo, sabe que aún queda mucho por recorrer. “Es muy difícil encontrar personas que tengan esperanza en el Estado, la gran mayoría piensa que los funcionarios no ayudamos. Tenemos que hacerles ver que existimos, que, en el cumplimiento de nuestro deber, podemos ayudar”, dice. Para Tumialán, el premio, más que un reconocimiento, es un impulso para seguir trabajando por la justicia.

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