¿Grecia dejará del euro?

Grecia tiene una deuda de 320,000 millones de euros, suma que le es imposible pagar. Los acreedores son diversos, bancos privados, otros países de la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y más. El martes pasado oficialmente el país entró en cesación de pagos, lo que significa no poder recibir préstamos, no tener liquidez, no generar empresa o empleo, no tener inversiones, más inestabilidad, todo esto a pesar de que el país implementó medidas de austeridad, como recortar el gasto público y otras más. Este domingo se estará realizando un referéndum en el que se preguntará a la población si están de acuerdo con seguir las medidas de austeridad impuestas por el conocido «troika» (compuesto por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo), sin embargo, Alexis Tsipras, primer ministro griego, ha pedido a sus ciudadanos que voten en contra de estas medidas, las cuales tildó de ‘humillantes’.

“El tema es complejo porque ni el FMI ni la UE quieren que Grecia abandone el euro, y me parece que a esta no le conviene, en este momento, abandonarlo”, menciona Vidarte. Y es que ambas partes presionan a la otra para ver quién cede primero. “Los griegos saben que la UE debería ceder en tanto que no les conviene entrar en default, por lo que, hasta el último momento, mencionaron que seguirían negociando, pero aparecen países, como Alemania, que son renuentes y aumenta la posibilidad de algo que antes parecía imposible: Grecia abandone el euro”, agrega el especialista.

Algunos mencionan que una posible salida del euro haría que mejore la economía de Grecia, sin embargo, Vidarte cree que a la larga hay más perjuicios ya que, al ser un país tan pequeño y dependiente del comercio y de su interacción con Europa, sería un factor debilitante el no pertenecer a una gran zona económica como la UE. Por otro lado, este hecho haría que se pregunten sobre el futuro de otros países con problemas monetarios como España, Portugal, Italia, etc. “En este contexto, vemos a una UE debilitada de cara al futuro y cada vez más cae desde adentro, deslegitimada por sus propios miembros”, agrega y explica que este referéndum le dará la legitimidad necesaria a Tsipras para negociar los montos y el tiempo de pago de la deuda.

Ley mordaza en España

El miércoles pasado en España entró en vigor la nueva Ley de Seguridad Ciudadana impuesta por el gobierno de Rajoy, pese a que diversos partidos se mostraron en contra. Esta nueva ley limita las manifestaciones al frente del Congreso y el Senado, está prohibido fotografiar o grabar policías aunque estos incurran en excesos, no está permitido impedir los desahucios y se ha puesto fecha de caducidad a la resistencia pacífica.

“El partido de derecha tiene como propósito central mantener el orden y la verdad es que las protestas en España en los últimos años han sido importantes. Desean sancionar actos vandálicos, lo que se puede entender, el problema es que exageran y se están acercando a crear un Estado policiaco”, menciona Vidarte. Asimismo explica que no se pueden crear mecanismos de sanción para aquellos que llevan carteles con lemas en contra de un gobierno o decirle corrupto pues, ahora, implicaría multas que pueden llegar hasta los 30 mil euros, monto que, en una situación económica inestable, se vuelve impagable. “Además están usando causales muy abiertos, dicen que son actos en contra de la seguridad pública, pero cualquier cosa puede ser seguridad pública, pero lo más criticable es que es un claro desconocimiento de la realidad social”, agrega.

El profesor comenta que en los últimos años ha habido mucha protesta social tanto por la situación económica, la independencia de Cataluña y otros temas más, el Partido Popular está aprovechando la coyuntura, en la que al parecer España está empezando a superar la crisis, para detener situaciones que puedan afectar el orden, aunque estén creando un descontento en la sociedad. “Creo que también esta ley responde a una agenda política de limitar los espacios que anteriormente han servido de caldo de cultivo para la aparición de gran parte de movimientos políticos que se han generado en la calle, los cuales están cuestionando el partidismo español”, explica el analista.

Donald Trump versus la comunidad hispana

El multimillonario Donald Trump se postula como precandidato para las elecciones primarias del Partido Republicano y aunque no es la primera vez que lo intenta, en otras ocasiones se retiró de la contienda, ahora ha tomado mayor notoriedad por las controvertidas declaraciones que hizo en contra de los inmigrantes mexicanos, lo cual ha despertado el desprecio de toda la comunidad latina. Hasta el momento cadenas como Univisión, NBC Universal, Televisa, etc., son algunas de las empresas que buscan desligarse del empresario.

“El problema de Trump es que está tomando el discurso de los sectores más duros y conservadores que tienen una importante presencia en el partido republicano, como el Tea Party, que, si bien son minoría, movilizan personas y son los que finalmente logran definir la candidatura en el Partido Republicano”, menciona el profesor, y da como ejemplo el caso de McCain y Romney, los cuales tuvieron vicepresidentes cercanos a este movimiento conservador.

Por otro lado, el profesor menciona que todos los precandidatos republicanos actuales tienen un mismo discurso, excepto tal vez Bush, que se muestra más pragmático. Sin embargo, lo más preocupante es que, ante las declaraciones de Trump, ningún líder republicano se haya pronunciado, lo cual seguro beneficiará a los demócratas encabezados por Hillary Clinton. “Es preocupante que el Partido Republicano no comprenda los cambios demográficos que se han dado en EE.UU., donde minorías como la latina y la afroamericana, incluso la misma comunidad LGTB, hoy ya no representan una minoría realmente y tienen reclamos e intereses no satisfechos por sus líderes”, menciona Vidarte. Además cree que si bien Trump no tiene posibilidades de ganar la presidencia, está haciendo evidente que uno de los principales partidos de uno de los países más poderosos del mundo tiene la imagen de ser dominado, todavía, por un dogmatismo fundamentalista y conservador que causa inquietud.