1. Música en tus manos

Inventado en el siglo XVII, el violín es el más pequeño de los instrumentos de cuerdas frotadas. Consta de una caja de resonancia unida a un puente sobre el que están sus cuatro cuerdas. “Es exactamente igual a la viola, el violoncelo y el contrabajo, pero al ser más pequeño es el más agudo”, explica Daniel Díaz, profesor de violín del grupo de Coro. “Su belleza está en que, frotando las cuerdas contra el arco, con la técnica adecuada, puedes crear varios matices que van desde el pianísimo al fortísimo, sin que haya un botón para subir o bajar el volumen”.

2. Versatilidad

Aunque normalmente se le asocia con la música clásica, la versatilidad de su sonido hace que el violín se haya integrado en casi todos los géneros, desde el folclore hasta fusiones modernas. “El más significativo de los compositores es Paganini, pero a mí me gusta mucho Joan Sebastian Bach, sus partitas y sonatas son extraordinarias”, cuenta Díaz, quien a pesar de preferir compositores clásicos, perteneció también a un grupo que fusionaba violín con guitarra y bajo eléctrico, flauta dulce, batería y cajón. “Tienes que aprender a tocar todos los golpes de arco, tonalidades y escalas. Una vez con esa base, puedes tocar lo que tú quieras”, señala.

3. Clases maestras

Sea que nunca hayas tocado un violín o que ya tengas conocimiento previo, puedes practicar en las clases que dicta el profesor Díaz en la Sala de Coro y Música, detrás del edificio de EE.GG.LL. “Acá vienen alumnos de diferentes niveles, desde uno que tocó una partita de Bach a otros que vienen de cero porque les gusta la música y quieren aprender”, cuenta. Desde que toca con el coro universitario, en 1981, ha visto pasar alumnos de diversas facultades, incluida a la reconocida Pauchi Sasaki. El único requisito para unirte es que vengas con muchas ganas y violín propio.

Dato
Las clases de violín se dictan todos los miércoles del ciclo, de 11 a.m. a 1 p.m. en la Sala de Coro y Música. El ingreso es libre, el único requisito es que traigas tu violín.