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Noticia

Cuatro voces de activistas afroperuanos

Conversamos con activistas en temas afroperuanos de nuestra Universidad sobre la discriminación estructural que sufre a diario esta población y el esfuerzo, en el que deben estar comprometidos el Estado y la sociedad, por un país libre de toda forma de racismo.

  • Texto:
    Yuriko Aquino
  • Fotografía:
    Archivo personal

En estos tiempos en los que es necesario interpelar y erradicar las prácticas racistas que aún existen en distintos espacios de nuestra sociedad, PuntoEdu buscó a cuatro activistas afroperuanos que pasaron por las aulas de nuestra Universidad, quienes nos hablaron del aporte de la cultura afroperuana y los retos para superar el racismo estructural:

  • Mag. Maribel Arrelucea (MA), docente del Departamento de Humanidades especialista en historia social colonial, con énfasis en esclavitud, protesta social, género y cultura
  • Mag. Mariela Noles (MN), egresada de la Facultad de Derecho y magíster en Ciencia Política con mención en Estudios de la Diáspora Africana
  • Mag. José Miguel Vidal (JV), docente del Departamento Académico de Humanidades, investigador en literatura afroperuana y temas de racismo
  • Linnet Ramos (LR), estudiante de la Especialidad de Psicología y activista en temas afroperuanos

¿Cuál es el reto más grande que enfrenta la población afroperuana en el Perú? 

MA: Los afroperuanos se encuentran, en su mayor parte, conviviendo con otros grupos étnicos. En conjunto son percibidos como «no blancos» y enfrentan juntos el racismo estructural, aunque con diferencias muy finas; pero, además, afrontan la pobreza que en estas circunstancias producidas por la COVID-19 se han hecho más evidentes. Por eso, me parece importante luchar contra la discriminación desde un frente común. Hay una larga historia de racismo antiindígena, afro y amazónico. Se necesitan políticas públicas efectivas contra la pobreza y el acceso limitado a la educación y la salud que sufren las llamadas «minorías étnicas».

MN: El racismo forma parte tan intrínseca de nuestra sociedad que quienes tienen que atender estas brechas y generar políticas para acortarlas, muchas veces, ni siquiera las ven. De ahí la falta de atención diferenciada por parte del Estado. Por otro lado, están las políticas sociales de respetabilidad, que se refiere a esta presunción que hemos construido colectivamente de que el sujeto “decente” o de “buena presencia”, o que “sí pertenece” a un lugar determinado, es una persona cuyas características, cuyo cabello, cuyo cuerpo, cuya expresión no son afros precisamente.

LR: La problemática que enfrenta la población afroperuana empieza por la triada de estereotipo, prejuicio y discriminación sutil y estructural, aquella instaurada en un amplio sistema social, político y económico que rige y organiza la vida en una sociedad. Según el Programa de las Naciones Unidas por el Desarrollo, los estereotipos sobre los afroperuanos son los siguientes: gran habilidad en la danza, música y deportes; poca capacidad intelectual (“los negros solo piensan hasta las 12”, frase fundada a partir del periodo de la esclavización y colonización); y criminalización (“blanco corriendo, hace ejercicio; negro corriendo, es ratero»).

¿Por qué el mes de la cultura afroperuana no debería circunscribirse a solo un periodo de tiempo?

MN: El mes de la cultura afroperuana es un tipo de medida afirmativa que se crea en un contexto en que la cultura afroperuana y su aporte mayoritario no se reconocen a nivel estatal o social. Vale la pena explorar más y verificar que los afroperuanos estuvieron en las guerras de Independencia, que muchos húsares de Junín eran negros, además de que tenemos a mártires que no son reconocidos, como Catalina Buendía de Pecho. Otro aporte no reconocido es en la economía, especialmente si consideramos que la mano de obra gratuita que construye la infraestructura de una ciudad es el motor fundamental del latifundio.

JV: El mes de la cultura afroperuana es una apuesta política y un aporte simbólico importante que, a pequeños pasos, viene movilizando y convocando, cada vez, a más académicos, activistas, artistas y cultores. Pienso que resaltar la celebración de la cultura, en nuestro caso, es un acierto. Sin embargo, el desafío está en dos frentes. Por un lado, no puede limitarse solo a un puñado de afroperuanos y afroperuanas con interés en el tema. Por otro, la participación ciudadana precisa también de un real involucramiento de otros sectores del Estado además del Ministerio de Cultura.

¿De qué manera consideras que uno puede informarse sobre el tema, y ser más reflexivo a la hora de compartir información y emitir comentarios?

MA: Tenemos un gran circuito que normaliza el racismo. Es una cadena donde circulan los estereotipos, adjetivos, insultos y chistes, de tal manera que está interiorizados. Es fundamental una regulación efectiva sobre la publicidad, la educación desde la escuela con un enfoque contra la discriminación, que debe darse en paralelo con el enfoque de género, capacitaciones a los maestros y una revisión profunda a la historia escolar donde se incluya la historia de los afrodescendientes.

MN: Informarse sobre el racismo no es algo tan lejano. Es ir a la biblioteca y leer a Manrique, a Remy, a Portocarrero, a Callirgos, a Sulmont. Y, después, cuestionarse por qué no se está leyendo a autores afroperuanos. Entonces irá uno a Del Busto, a Arrelucea, a Luciano, a Carazas, a Cheche Campos y otros tantos más. Si no se tiene acceso a esta literatura, puedes acercarte a tus amigos y someterte a la incomodidad de la siguiente pregunta: «amigo/amiga, ¿cuáles de mis acciones o cómo yo estoy reforzando el racismo en mi día a día?».

JV: El llamado mestizaje cultural en el Perú ha devenido en una profunda invisibilización de lo afroperuano. Se ha ido designando como criollo al cúmulo de saberes, costumbres y cultura material que son afroperuanos. Quizá con ello pretendemos ser más inclusivos cuando la verdad es que, cada vez que dejamos de nombrar lo afroperuano, borramos de nuestra historia e identidad un componente esencial de la peruanidad. Para opinar y comentar con responsabilidad y respeto, es fundamental comprender que la cultura afroperuana está entretejida de todas esas experiencias de vida colectiva y que al minimizar su dolor, desdeñar su indignación y mofarse de su identidad, se está negando la legitimidad de su existencia.

LR: En primer lugar, hay que informarnos sobre la población afroperuana, y eso excede saber tópicos sobre “cultura” como danzas, comida y fiestas costumbristas. Hay que leer informes, pues son enriquecedores y la plataforma del Mincul ayuda porque es un repositorio de textos pertinentes. Lo otro sería asistir a las ponencias que, gracias al esfuerzo del movimiento, se van abriendo paso cada vez más en la sociedad. El próximo ciclo en EE.GG.LL. se abrirá un curso electivo sobre historia y cultura afroperuana. En redes sociales, podemos aproximarnos a hombres y mujeres afroperuanos que defienden una postura crítica sobre su vivencia en nuestra sociedad. Por ejemplo, Una chica afroperuana, Somos afrodescendientes Perú, Lundu – Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos, Makungu Para El Desarrollo, Seminario Afroperuano de Artes y Letras, entre otras iniciativas.

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