El coaching es una disciplina que, a través de técnicas como diálogos o ejercicios, permite al consultante –o coachee, de acuerdo con los términos usados en el coaching– lograr un objetivo específico bajo la asesoría de un coach facilitador. Aunque no reemplaza una terapia psicológica, funciona para transformar la manera en que una persona aborda su problema y logra realizar acciones para cumplir con un objetivo de índole personal, laboral, de relaciones o de estudios.

“Una persona se acerca a un espacio de coaching porque quiere alcanzar algo y no puede, o ha tomado conciencia de algo que le molesta. Nosotros le llamamos a esto un ‘quiebre’. El coaching consiste en acompañar a esta persona para que logre aquello que desea pero que le cuesta. En ocasiones, su objetivo no es preciso, y nosotros facilitamos el camino a la reflexión y al autoconocimiento”, dice Mónica Musso Vento, coach ontológico y docente en la Diplomatura de Especialización Formación en Coaching Profesional de la PUCP, que se dicta desde hace 13 años.

Aprender a decidir

En la etapa universitaria, los jóvenes pueden considerar el coaching para tratar temas tan diversos que van desde desarrollar buenos hábitos, como llegar puntual a clases o cumplir con una rutina de ejercicios, hasta mejorar la relación con la familia o decidir un cambio de carrera.

“El coach utiliza una metodología para abrir un espacio de conversación que acompaña al coachee a tomar conciencia de quién ‘viene siendo’. A través de conversaciones, el coachee profundiza en su estructura, su forma de actuar, de emocionarse. Trabajamos con tres dimensiones: cuerpo, emoción y la parte racional-lingüística. Los coaches acompañamos a la persona en su proceso de reflexión y descubrimiento de aquello que le impide lograr sus objetivos”, asegura Musso.

Como ejemplo, la especialista señala una situación que enfrentan algunos jóvenes universitarios. “Muchos padres invierten gran cantidad de dinero en una carrera que consideran ‘lucrativa’ para sus hijos. Pero si al estudiante no le gusta, este enfrenta un conflicto: intenta saldar la deuda emocional con su familia y deja de lado su propia vocación, deja de estudiar o cambia de carrera. Es el caso de un alumno que estudiaba ingeniería, pero que en realidad quería seguir matemáticas. O de quien va a estudiar contabilidad o finanzas, pero le interesa más el trabajo social o la filosofía”, comenta Musso. Según ella, en este tipo de casos, “el coaching brinda herramientas que permiten que el consultante logre diseñar su vida y su futuro, pueda coger el timón del barco y decida hacia dónde quiere avanzar”.

Estrategias de autoconocimiento

Para impulsarte a lograr tus metas, puedes aplicar algunas herramientas básicas de autoconocimiento y reflexión que se usan en las sesiones de coaching. De acuerdo con Mónica Musso, una de ellas es realizar una autoevaluación de fortalezas y debilidades personales, y reconocer cuáles son las causas por las que es más complicado para ti alcanzar un objetivo. Después, puedes conversar con aquellas personas que consideras exitosas en los aspectos en los que tienes problemas y preguntarles qué acciones realizan. “Debes emprender el camino que te permita identificar y aprender a hacer aquello que necesitas para lograr tu objetivo. La conversación de coaching es justamente eso: darse cuenta”, indicó la especialista, quien recomienda a los interesados en el tema elegir como coach a una persona que inspire confianza, con una certificación de una institución reconocida.

“Iniciar un proceso de coaching es útil cuando tenemos un quiebre, cuando no estamos contentos sobre cómo va nuestra vida o no nos hayamos a gusto en nuestros estudios o trabajo. La formación de un coach profesional es algo riguroso, ya que debe desarrollar las competencias para poder acompañar a otro en un proceso personal. Se necesita mucha escucha activa (de lenguaje, cuerpo y emociones) y hay que aprender a estar presente”, finaliza.

Puedes revisar aquí información sobre la Diplomatura de Especialización Formación en Coaching Profesional de la PUCP.