“Es sumamente importante comprender que uno no puede ser pasivo ante el material académico de lectura, sino que tiene que llevar a cabo una planificación”, empieza a explicar Lostaunau. Y es que, como bien recuerda, la cantidad de información contenida y el estilo de escritura difieren mucho de los textos literarios a los que estamos acostumbrados.

Planifica tu objetivo

Antes de empezar a leer un texto, es necesario identificar qué queremos lograr con él. “Si es una lectura para un pequeño debate, tal vez no es necesario hacer un mapa conceptual, pero si es una lectura para una evaluación, será necesario aplicar más técnicas”, nos dice la psicóloga. En esta etapa debemos identificar cuánto tiempo le debemos dedicar a un texto, planificarnos, y así evitar prisas y lecturas de último minuto en las que difícilmente aprenderemos algo. “También es importante hacer una revisión exploratoria de los títulos de la lectura para darnos cuenta de los temas que se abordan e ir evocando el conocimiento previo que tenemos de estos”, añade.

Prepara tu ambiente

Lostaunau es enfática en señalar que el ambiente de lectura debe tener una buena iluminación y ventilación. “Además debes comenzar teniendo ya a la mano todos los materiales necesarios para interactuar con el texto: lapicero, resaltadores de distintos colores, post-it, etc.”, señala. Uno de los errores más comunes, indica, es leer en la cama: “Es contraproducente, no tienes una buena postura y puede ocasionar aburrimiento o sueño”, nos dice. También nos recomienda no pensar en maratónicas jornadas de estudio de tres horas, sino que es mejor dividirlas en segmentos de cuarenta minutos de estudio, luego de los cuales podemos programar un descanso de quince o veinte.

Haz anotaciones y sumillas

Al abordar un texto, es preferible realizar una primera lectura que dé una percepción global de esta y luego realizar una segunda lectura a profundidad. Aquí, Lostaunau resalta la importancia de hacer anotaciones. “Pueden estar al costado de los párrafos o en una sumilla aparte. Las oraciones principales, subrayadas, pueden ser resumidas en ideas que engloben de qué se trata cada parte. Un buen sumillado identifica, y refuerza los verbos y adjetivos que tiene un texto”, explica.

Elabora un mapa conceptual

“Elaborar un material extra es una muy buena forma de repasar. Todo el contenido que ingresa a nuestra mente y es procesado se ‘queda’ mejor y es más fácil de ser evocado”, nos dice. Si bien una buena sumilla es una gran herramienta, Lostaunau señala que lo ideal es elaborar un mapa conceptual. “Este organiza la información a través de la lógica. Todos los contenidos de la lectura se unen en un formato que es visualmente atractivo y que además ayuda a que uno pueda resignificar conceptos. Un buen mapa conceptual es jerárquico, va de lo general hacia lo específico; une conceptos desde varias perspectivas; y puede, inclusive, proponer ejemplos”, detalla.

Refuerza tu aprendizaje

“Tal vez tome un tiempo, pero todos deberíamos aprender a identificar cuál es nuestro estilo de aprendizaje propio. Una persona puede ser visual, otra más auditiva, otros son sinestésicos”, dice Lostaunau. De esta manera, sabremos también cuál es la mejor manera de repasar o complementar nuestras lecturas. “A algunos les servirá conversar con un compañero sobre el texto, a otros ver un video o documental en YouTube que toque el mismo tema. Elaborar un esquema visual o un mapa conceptual mejora el entendimiento del texto”, concluye.

La Oficina de Servicio de Orientación al Estudiante organiza diversos talleres de Lectura Estratégica a lo largo del año, en ellos se detallan las distintas herramientas con las que nos podemos aproximar a un material de lectura. Ellos serán anunciados durante el ciclo regular a través de la Agenda PUCP.