Los centros comerciales y el planeamiento urbano
Más centros comerciales, más congestión y más desorden. ¿Será que los inversores toman en cuenta no solo en llegar a sus consumidores, sino también en cómo se insertan en la ciudad? El profesor y urbanista, Pablo Vega Centeno, explica los requisitos que se tienen que tomar en cuenta al realizar un proyecto de este tipo.
Texto:
Susana Navarro
Cada vez se inauguran más centros comerciales. Según la Asociación de Centros Comerciales del Perú, se estima que llegarán a ser 65 en todo el Perú para finalizar el 2014. Y aunque estos son entendidos como lugares de esparcimiento o que facilitan al público encontrar todo lo necesario en un solo lugar, también generan problemas como congestión vehicular, robos o dificultan el acceso peatonal, temas que deben ser tomados en cuenta durante la etapa de construcción.
“Por un lado, los inversores no ponen un centro comercial en cualquier lado, si están ahí es porque hay oportunidad de mercado. Pero tanto la municipalidad distrital como la metropolitana deben ver la pertinencia de este tipo de uso en el tejido urbano donde se piensa insertar”, explica el especialista.
Planeamiento
Un centro comercial puede convertirse en algo muy atractivo ya que tiene el poder de movilizar una grande masa de gente. El profesor Vega Centeno pone como ejemplo Larcomar, que a pesar de generar un debate en torno al parque Salazar, ha generado una enorme afluencia de visitantes a Miraflores lo cual ha revitalizado el distrito, pero es más interesante porque se vio el tipo de intervención que se iba a hacer y cómo es que se podía articular con el espacio. “Hubo un esfuerzo por hacer un diálogo entre el shopping y el parque, que no fue eliminado. El centro comercial se puede experimentar también como un espacio público”, explica el urbanista.
También hay centros comerciales que fueron creados siguiendo el modelo norteamericano, pensando en que sean para las afueras de la ciudad a los cuales solo se puede llegar en auto, uno de esos es el caso del Jockey Plaza. “En este caso no hay una cabal inserción dentro de la ciudad y el mejor ejemplo es el pésimo diseño de los accesos peatonales, donde es complicado llegar si vas a pie”, explica Vega Centeno y agrega que es descabellado construir un centro comercial de periferia dentro de la ciudad, pero aún más descabellado es que alguna municipalidad lo acepte.
Por otro lado, el tráfico vehicular es uno de los mayores problemas y es notorio que se incrementa a los alrededores de estos centros comerciales por una falta de regulación del servicio de taxis que se estacionan en la vía pública esperando clientes y obviamente, generan embotellamientos. “Son pocas las ciudades latinoamericanas en las que todavía se debe estirar la mano para parar un taxi, aquí es necesario reorientar eso y me parece que el llamar el servicio por teléfono es una solución”.
Centro comercial ¿sí o no?
Para realizar un proyecto de este tipo es necesario pensar en el espacio público y qué es lo que está aportando, zonas de tránsito que permiten desfogues para la población y que puedan tener áreas de encuentro. Sin embargo, esto no sucede actualmente. “Estos centros comerciales tienden a ocupar la mayor parte de su propio perímetro. Curiosamente tiene la misma lógica del invasor de terreno, que hace su vivienda sobre el perímetro total, sin áreas comunes. Son tan distintos, pero se parecen en esa manera de entender cómo ocupar el suelo”, explica Vega Centeno.
Son estas exigencias las que una municipalidad puede hacer al momento de tener un proyecto de esta envergadura, es posible obligar a que el centro comercial piense mejor en cómo será su inserción en la ciudad. El especialista explica que por un lado, se le debe exigir a los proyectos que hagan una contribución en ampliar las áreas semipúblicas, por ejemplo, hacer las aceras más anchas de los dos lados para que sea más amigable el paso peatonal.
El especialista explica que un shopping center no tiene que ser negativo, pero hay que exigirle buena arquitectura y buen proyecto urbano. “Es necesario calidad de producto y no repetir un molde de otros lados, y una inserción amable en la ciudad y eso no solo se atribuye a la competencia o calidad del arquitecto, sino a la exigencia que recibió por parte de la municipalidad, si estas no son exigentes, los proyectos terminan siendo de baja calidad”, explica el urbanista.
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