Bocinas en el Centro de Lima superan decibeles tolerados por el oído humano
El Dr. Celso Llimpe, docente del Departamento de Ciencias, lideró la investigación “Ruido en áreas críticas del Cercado de Lima” para evaluar el problema de la contaminación sonora en áreas consideradas críticas del distrito Cercado de Lima. Él expuso parte de este trabajo en los Coloquios de Física.
Texto:
Solange AvilaFotografía:
Roberto Rojas
Somos conscientes de la contaminación en las grandes ciudades de nuestro país, sin embargo, subestimamos por completo a otro enemigo nada silencioso: la contaminación sonora. Por ello el doctor en ingeniería acústica y profesor del Departamento de Ciencias, Celso Llimpe llevó a cabo una investigación rigurosa para evaluar el problema de la contaminación sonora en áreas consideradas críticas del distrito Cercado de Lima, con métodos y procedimientos simples, a bajo costo, en un tiempo limitado, que a su vez represente adecuadamente la situación actual. Una parte de los resultados se expuso en los Coloquios de Física.
Para el diagnóstico, el Dr. Llimpe elaboró mapas de ruido, para lo cual se categorizaron las vías de acuerdo al flujo vehicular, en diferentes periodos horarios, se validaron los resultados con mediciones de los niveles sonoros, se determinó el número de personas y edificios sensibles que estaban expuestas a diferentes intervalos de ruido. Simultáneamente, se realizaron estudios socio-acústicos en los que se evaluó la percepción de escucha, molestia y los efectos que experimentaron los habitantes debido a la exposición al ruido.
El ruido, una plaga moderna
Los principales efectos que experimentaron los entrevistados fueron el estrés (70%), seguido de la disminución de la concentración (37%) y el nerviosismo (25%). También se comprobó que los niveles sonoros durante el periodo día y tarde no varían perceptiblemente, lo cual se pudo comprobar con las mediciones, los mapas sonoros y la percepción de molestia de la población. El nivel sonoro global promedio energético para el área estudiada supera los 76,5±3,90 decibeles (dB). Se encontró que durante día y la tarde el 59,3% y el 46,1% de las personas estaban expuestas a niveles sonoros que variaban entre 70 a 75 dB(A). Estos resultados son críticos si consideramos que estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS-1999) sostienen que al estar expuestos durante periodos largos a niveles superiores a los 65 dB(A) se generan daños al sistema auditivo.
En el caso del Cercado de Lima, los estudios socio-acústicos demostraron que el uso indiscriminado de la bocina se ha convertido en la principal fuente de molestia. Cuantitativamente se pudo confirmar que los niveles sonoros emitidos por el uso de las bocinas son alarmantes en todos los puntos donde se realizaron mediciones. El valor más alto medido fue de 115±8,96 dB(A), a una distancia aproximada de 10 m.
Los niveles sonoros tiene una relación directa con la percepción de molestia, y ésta tiene una relación directa con la percepción de escucha, por muchos factores. Así también, tenemos una relación más estrecha entre la percepción de escucha y la percepción de molestia, que puede establecer una relación de causa-efecto, como se muestra en las siguientes figuras.
El nivel sonoro de las bocinas superaron los 100 dB(A), lo cual está dentro de lo que podríamos considerar como normal, la contradicción surge debido al uso indebido de este elemento de emergencia, que hoy es un problema preocupante en todo el país: “No tenemos normas que estandaricen y homologuen el tipo de bocinas, distintos vehículos usan bocinas que no son adecuadas para estos”, señala el Dr. Llimpe. Sin embargo, la bocina no es el único problema, el tránsito y el crecimiento diario de número de vehículos en las vías hacen que cada vez sea más complicado mitigar este problema.
Alternativas de solución
El Dr. Llimpe plantea mitigar la contaminación con algunas medidas concretas. En primer lugar, normar y estandarizar los niveles sonoros, usos y tipos de la bocina. También apuesta por la movilidad ecoeficiente, para ello se debe fomentar el hábito de caminar en lugar de usar vehículos para tramos cortos, por otro lado, optar por nuevos medios de transporte como trenes eléctricos subterráneos. Otra solución alternativa es mejorar el control del tráfico y el sonido, ubicando rotondas en lugar de semáforos, separar los carriles con sardineles.
Lamentablemente, no podemos reducir los niveles de sonido en un corto plazo “Si queremos bajar apenas 3 dB, se debe reducir la mitad de vehículos que transitan por hora, lo cual es imposible, considerando que la tendencia es que incremente” explica el Dr. Llimpe. Pese a estas dificultades, reeducando y concientizando a los conductores, a los estudiantes y a la población en general sobre los efectos negativos del uso indiscriminado de las bocinas, se puede obtener resultados a corto plazo. Para verificar si se ha logrado el objetivo, se debe de realizar estudios sobre la contaminación sonora, que incluya cuantificar el sonido de las bocinas.
Mira la programación de los Coloquios de Física en la Agenda PUCP.
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