Auschwitz-Birkenau, 70 años desde su liberación
Este año se cumplen 70 años desde que el Ejército Rojo entró al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. El profesor Jan-David Gelles del Departamento de Economía, comenta por qué es importante recordar una fecha como esta y porque este tema toca personalmente a su familia.
Texto:
Susana Navarro
“Jakob Gelles, mi abuelo paterno, falleció en Auschwitz. Él era oriundo de Viena, Austria, y quiso permanecer ahí porque tenía un negocio, era un comerciante próspero, y no llegó a abandonar Austria cuando se dio la anexión a Alemania en 1938. Finalmente cuando logró escapar a la Francia de Vichy, fue capturado en una redada y luego transportado a Drancy el 2 de septiembre de 1942. Este era un campo de tránsito, luego fue llevado a Auschwitz donde murió”, cuenta Gelles al explicar que este suceso no solo es histórico, sino que además tiene un profundo significado personal y familiar.
Más de un millón de personas murieron en Auschwitz-Birkenau, el campo de concentración nazi, en el que judíos, gitanos, personas de diversas nacionalidades, políticos, dirigentes de izquierda, homosexuales y discapacitados, perdieron la vida convirtiéndolo en el centro de exterminio más grande de la Segunda Guerra Mundial y en uno de los episodios más oscuros de la historia.
“Mi padre tenía 18 años y estudió el colegio en Viena, es ahí cuando ve a diversos compañeros de estudio convertidos en nazis, por lo que tomó conciencia del peligro. Trató de convencer a mi abuelo para que abandonara Viena pero este decide quedarse, sin embargo, mi papá logra escapar a Suecia donde se convierte en un refugiado y mi abuela se refugia en Italia donde vivió en un gueto en malas condiciones. Ella sobrevivió”, menciona el profesor y agrega que si bien encontró los registros de la fecha en la que su abuelo fue deportado, no tiene certeza sobre cuánto tiempo sobrevivió en dicho campo de concentración.
Auschwitz, que funcionó desde 1940 hasta 1945, recibió el pasado martes 27 de enero a 300 sobrevivientes que llegaron hasta este lugar, ahora convertido en un museo, para recordar a las víctimas y poder contar sus propias experiencias, esperando así que las próximas generaciones tomen conciencia del genocidio que se vivió. “Espero que a raíz de la visita a este lugar puedan tomar un tipo de conciencia, puede haber un porcentaje de personas que reaccionen como si fuera un atractivo turístico, pero en principio debe estar abierto a todos para transmitirse lo ocurrido de generación en generación para que algo así no vuelva a ocurrir”, menciona el profesor, quien resalta que cada año que pasa van a ir desapareciendo los sobrevivientes por lo que es importante tener presente un momento en la historia que a veces es difícil comprender.
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