Amigos, colegas y alumnos acudieron a la Misa de Exequias del padre Klaiber
Una gran multitud se congregó en el Templo Parroquial de Nuestra Señora de Fátima en Miraflores, para despedir al sacerdote jesuita Jeffrey Klaiber Lockwood.
Texto:
Luis YáñezFotografía:
Felix Ingaruca
Con 71 años de edad, 52 años de jesuita y a pocos meses de cumplir 40 años de sacerdote, el padre Klaiber dejó de existir el pasado 4 de marzo. Sus amigos, colegas y alumnos de la PUCP -universidad en la que enseñó, investigó, publicó y asumió responsabilidades académicas durante casi 40 años-, le dieron el último adiós.
El Dr. Marcial Rubio Correa, rector de la PUCP, resaltó que el padre Klaiber fue un compañero de trabajo de toda la vida. «Jeffrey fue un defensor de su catolicidad, del compromiso pastoral y de la vida académica, fue un sacerdote y un profesor completo con gran carisma, sencillez y una total cercanía a la gente. La prueba es que aquí están sus alumnos y colegas dándole el último adiós».
Por su parte, la Dra. Pepi Patrón, vicerrectora de investigación, recordó que el padre fue su jefe en el Departamento de Humanidades. «Era una de las personas menos conflictivas que yo he conocido. Era un sacerdote en pleno sentido de la palabra, siempre dispuesto a colaborar. Sus alumnos lo querían mucho. Tenerlo de colega, de compañero y de jefe ha sido un privilegio enorme. Lo vamos a extrañar muchísimo, nos va a hacer mucha falta».
El Dr. Marco Curatola, coordinador del Programa de Estudios Andinos de la PUCP, lo recordó como una persona amable, sencilla, disponible, un profesional muy competente. «Colaboré con él en la dirección de la Maestría en Historia de la PUCP, era parte de su Comité Directivo. Siempre hemos trabajo maravillosamente bien, era una persona que tenía un don de gente. No puedo pensar en el Departamento de Humanidades sin el padre Klaiber«.
Asimismo, Juan Luis Orrego, docente del Departamento de Humanidades, de quien fue profesor y asesor de tesis agradeció el acercamiento del padre Klaiber con su familia. «Jeffrey bautizó a mi hijo, hizo misas para nosotros. En realidad, deja un vacío que va a ser imposible de llenar».
Finalmente, el Dr. Rafael Vega-Centeno, docente de la Sección Arqueología del Departamento de Humanidades lo recordó como un académico muy preocupado por la formación integral de sus alumnos. «Si tenía una alumna en muletas que no podía subir las escaleras, terminaba su clase en el tercer piso y bajaba hasta mi oficina para darle un repaso de la clase. Eso lo pinta de cuerpo entero. Fue un ejemplo de docente».
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