Alumna de UNEX gana reconocimiento del Ministerio de la Mujer
Mariví fue reconocida por el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables por su imagen positiva como representante de los adultos mayores.
Texto:
Akira MaeshiroFotografía:
Víctor Idrogo
Con una sonrisa nos recibe María Victoria Santolaria o Mariví, como piden que la llamen, una mujer que, a sus 77 años, enfrenta la vida con alegría. “Me dicen ‘eres una presumida’. Pues sí y lo seré hasta que me muera. Soy presumida porque eso también nos ayuda a sentirnos mejor”, bromea.
El 1 de octubre, Día Internacional de las Personas de la Tercera Edad, Mariví recibió un reconocimiento del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) por su imagen positiva. “El premio me pareció muy presuntuoso, pero me dijeron que hay que contagiar a la gente, que sepan que la vida es bonita. Lo recibo con mucha humildad y es un compromiso para llevar esa esperanza en donde nos toque estar”, dice.
Mariví nació en España, pero tiene 52 años viviendo en el Perú. Enviudó a los 35 años, con cinco hijos pequeños que cuidar. “Solo me quedó mirar al cielo y cargar con todo a cuestas. Si veían que su madre tambaleaba, hubiera sido terrible”, cuenta. Tras ello, trabajó 33 años en el colegio Isabel Flores de Oliva como bibliotecaria y secretaria general. Además, de 1996 al 2006, fue voluntaria del programa “Aprendo contigo”, del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, una etapa que marcó su vida. “Es una iniciativa que busca que los niños no se desvinculen de la escuela mientras están en el hospital. Hacía tareas de acompañamiento, como conversar con ellos y con sus padres, así como actividades de cuentacuentos y trabajos manuales”, dice. Y agrega: “No te imaginas cuánto puedes aprender ahí sobre solidaridad y esperanza. En un sitio donde la muerte es cercana, aprendes a apreciar más la vida”.
Nueva vida
Desde el 2006 es alumna del programa Universidad de la Experiencia de la PUCP y, según cuenta, es una de las experiencias más importantes de su vida. “El día que me matriculé y caminé con mi carpeta por el Tontódromo me sentí la mujer más feliz del mundo. Rejuvenecí no sé cuántos años”, recuerda.
Confiesa que estar en un ambiente de jóvenes es muy positivo para ella. “Aquí, en UNEX, nadie se siente viejo. A veces apuntan esos fantasmas, como los dolores o los achaques, pero esto es como el mejor analgésico”, dice. Para ella, quedarse en casa a esperar que el tiempo pase no es una opción, por lo que hay que rebelarse a la edad. “En UNEX todos tenemos algo para aportar porque cada uno trae su propia experiencia de vida. No hay que dejar de soñar porque el día que dejemos de hacerlo, estaremos envejeciendo”, continúa.
Actualmente se prepara para actuar en la obra teatral Háblanos del amor, inspirada en el libro El Profeta, de Kahlil Gibran. Además, comenta que con el taller de narrativa, dictado por Alonso Cueto, su pasatiempo por escribir ha tomado un nuevo impulso. Mariví ya tiene un libro para niños que se llama Cuentos de la abuela, que en estos momentos está siendo ilustrado, y también ha escrito sus memorias, que se titulan Mucho que contar. “Mis nietos me preguntan de dónde saco tantas historias. ‘Pues de la vida misma’, les respondo”, cuenta.
Cuando Mariví habla sobre UNEX su voz adquiere un tono de reconocimiento. “Esto no es un proyecto o una promesa, es una realidad porque nosotros lo estamos viviendo. Que la PUCP haya puesto su mirada en el adulto mayor para que ese periodo de vida que nos queda sea más próspero, inteligente y más feliz no me deja suficientes palabras para agradecerle”, declara.
“Los jóvenes, si la vida se los permite, van a llegar a lo que somos nosotros. Es importante que nos vean como lo que van a ser algún día, eso les va a ayudar a tener una mirada diferente”, reflexiona. Ella sabe que, muy aparte de la emoción personal por el premio recibido, esta es una oportunidad para que la sociedad ponga más atención en los adultos mayores. Sin duda, este reconocimiento nos hace mejores a todos.
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