De niño, la habitación de Alonso Cueto se convirtió en un cobijo obligatorio, alejado del juego. “Era un tipo muy enfermizo”, recuerda el escritor. La temprana soledad lo estimuló a ese primer encuentro con los libros. “La lectura es una expresión de la insatisfacción que todos debemos tener frente al mundo. Queremos vivir otras vidas, conocer otros territorios y tener otras experiencias, y la lectura es la que satisface ese impulso”, señala. Y así empezó a venerar a Julio Verne.

El testamento de un excéntrico, La vuelta al mundo en ochenta días o Veinte mil leguas de viaje submarino fueron algunas obras que pasaron por sus manos durante sus convalecencias, pero sonríe, sobre todo, cuando recuerda Miguel Strogoff. “Lo terminé a las 3 de la madrugada e inmediatamente empecé a leerlo de nuevo”, señala.

Confiesa también que su niñez estuvo llena de estímulos gracias a su padre, Carlos Cueto, quien fuera director de la Biblioteca Nacional y ministro de Educación Pública, que contaba con una gran colección de libros. Pero a los catorce años, la tragedia marcó su vida. «La muerte de mi padre fue un acontecimiento esencial en la familia”, comenta. Y fue allí cuando aparece la figura de Lilly Caballero, su madre, educadora y pionera de las bibliotecas infantiles escolares en el Perú. En palabras de Cueto, una mujer muy valerosa y bondadosa. “Tal vez, algún personaje en mis libros esté inspirado en ella. No lo sé. Es algo que nunca sabré”, cuenta. La literatura no sabe de certezas.

Complejidad humana

El Dr. Alonso Cueto, docente del Departamento de Humanidades, considera que la vida es compleja y las respuestas definitivas no existen. “No hay personajes buenos y malos. El bien y el mal coexisten y se necesitan el uno al otro. Estamos llenos de contrastes y contradicciones. La ciencia puede llegar a unas conclusiones, pero el arte siempre llega a ambigüedades”, explica.

Descubrir la obra de Cueto es comprender que convivimos con diferentes perfiles, dondeel ser humano siempre sucumbe a la vulnerabilidad natural. “La literatura puede mostrarnos cómo somos en la intimidad. La narrativa tiene esa capacidad de hacer equilibrio entre lo exterior e interior, lo objetivo y subjetivo, y darnos una visión integral de la persona”, dice.

Para el escritor, la guerra con Chile y el conflicto armado interno fueron los acontecimientos más importantes de lo vivido en el Perú durante su vida republicana y han revelado quiénes somos en realidad. “La guerra es una forma de conocer al ser humano y a la sociedad. Somos quienes somos cuando estamos amenazados o en riesgo, allí es donde mostramos nuestro rostro”, señala. En su último libro, La Pasajera (Seix Barral, 2015), y en La Hora Azul (Editorial Peisa/Anagrama, 2005), Cueto enfrenta las heridas que nos dejó la violencia interna en el país. “Muchas veces se intenta olvidar, moderar o dulcificar los problemas en el Perú, pero una de las labores de los escritores es abrir la caja de pandora, y hacer que las cosas que estaban escondidas se liberen o manifiesten y podamos confrontarlas”, sostiene.

De alguna forma, el dolor ha marcado siempre su recorrido literario. Como cuando murió su padre y, en ese vacío, se encontró con la obra de César Vallejo. “Descubrí que lo que decía era muy parecido a lo que yo sentía, la soledad estaba expresada allí. Me parecía extraordinario que pudiera tener una comunicación tan esencial, íntima y profunda con un autor desaparecido. Dije: ‘eso me interesa porque es un antídoto contra la muerte, contra el tiempo y lo precario’. Allí está lo esencial de la literatura”, resume. Desde niño, el ávido lector se fue transformando en el imprescindible escritor de la narrativa peruana que es ahora.

Homenaje

Por su valioso aporte a la cultura, este miércoles 15 de abril, a las 8 p.m., en el CCPUCP, el 2do. Festival de la Palabra rendirá homenaje a Alonso Cueto. Miembro de la Academia Peruana de la Lengua, entre sus reconocimientos se encuentra el Premio Anna Seghers (Alemania, 2000), la beca John Simon Guggenheim para escritores (2002-2003), el Premio Herralde por La hora azul (España, 2005) –declarada también la mejor novela escrita en español en el bienio 2004-2005 por la Casa Editorial de la República China–, finalista del Premio Casa de América por El susurro de la mujer ballena (Colombia, 2007) y el homenaje de la Feria Internacional de Libro de Lima en el 2010.