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Investigación

Proyecto fotográfico Warmikuna destaca el papel de la mujer en los carnavales de Ayacucho

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El proyecto etnofotográfico, desarrollado por la docente Carmen Cazorla y beneficiario del Fondo de Apoyo a la Investigación del Vicerrectorado de Investigación PUCP, documenta la evolución de las comparsas rurales y el papel fundamental de las mujeres en las festividades de Ayacucho.

  • Texto:
    Víctor Mendoza
  • Fotos:
    Proyecto Warmikuna

El carnaval como un ritual comunitario desempeña un papel esencial en la conexión de las actividades agrícolas y ganaderas de las comunidades rurales. En 2019, Carmen Cazorla, docente del Departamento de Humanidades PUCP, arqueóloga de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y magíster en Antropología por la UNMSM, emprendió un proyecto etnográfico con el objetivo de documentar cómo ha cambiado la relación de las comparsas rurales con la música, la danza y las tradiciones. De este esfuerzo nació Warmikuna, un proyecto fotográfico que se centra en el papel de las mujeres en los carnavales rurales de Ayacucho. Este trabajo culminó en un fotolibro y un conversatorio, que exploran y celebran su participación en estas festividades.

Carnavales de Ayacucho: la festividad como ritual

Los rituales propiciatorios están vinculados a actividades agrícolas y ganaderas, ya sea en el contexto del imaginario religioso andino-amazónico o institucionalizado, como la Iglesia católica. El carnaval marca el cierre de una temporada de trabajo y la apertura de una nueva, la de la siembra, además que fomenta las relaciones interétnicas y de parentesco, como la mayordomía y compadrazgo. “Estas festividades, como el Día de los Solteros, facilitan la creación de nuevas redes de parentesco y relaciones sociales, y se acompañan de diversas prácticas y parafernalia propias de cada región”, señala Cazorla.

“En los últimos años, se ha observado que esta festividad, tradicionalmente comunitaria, ha sido institucionalizada, dividiendo la fiesta en categorías urbanas y rurales”, menciona la especialista. Esta división ha generado una separación con connotaciones de clasismo y discriminación hacia lo rural, especialmente en distritos como Tambo Lamar, donde la festividad se organiza como un espectáculo urbano-rural, con competencias entre las comunidades campesinas para poder participar en el desfile principal.

Según la especialista, este proceso de oficialización ha marginado la esencia comunitaria del carnaval, afectando la continuidad de distintas tradiciones propias de la región. “Estamos en buenos tiempos en términos internacionales, aprovechemos este momento para prepararnos para épocas que también pueden presentarse para adelante”, señala Cazorla.

Se documentó la organización de las mujeres rurales y su participación en las comparsas del carnaval, centrándose en su rol como organizadoras y gestoras.

Warmikuna: origen del proyecto

La idea inicial surgió al observar la creciente división entre lo rural y lo urbano, lo que llevó a la propuesta de realizar un trabajo etnográfico basado en la antropología. Este tipo de investigación implica estar presente en el sitio y realizar un trabajo de campo con observación participante. El registro comenzó en 2018, pero se interrumpió por la pandemia en 2020, retomándose parcialmente en 2022 y, finalmente, en 2023, cuando la actividad se reanudó por completo.

“La experiencia de realizar fotos etnográficas en proyectos anteriores, que fueron expuestos en Cuba y México durante congresos de antropología, fue crucial”, señala Cazorla. Para el trabajo de Warmikuna, se invitó al fotógrafo documentalista David Horna, quien tiene experiencia trabajando con mujeres en la región de Áncash, para colaborar en el registro fotográfico. Juntos documentaron la organización de las mujeres rurales y su participación en las comparsas del carnaval, centrándose en su rol como organizadoras y gestoras.

El foco de la investigación no excluyó la participación masculina, pero destacó la complementariedad entre géneros en el carnaval. “A través de este trabajo, se buscaba desafiar la representación folclórica tradicional de la mujer indígena, promoviendo un enfoque más cercano y respetuoso”, señala la especialista. Según ella, el proceso incluyó conversaciones y una inmersión profunda con las mujeres y sus comparsas, evitando la simple objetivización fotográfica.

Para la representación visual, se optó por el blanco y negro, a pesar de la naturaleza colorida del carnaval. “Esto simboliza cómo el carnaval irrumpe en la estructura social, creando un espacio liminal en el que las clases sociales se mezclan”, señala Cazorla. Este enfoque también permitió capturar detalles sutiles como los gestos, los pies y las manos, facilitando una reflexión más profunda sobre la cultura y la tradición. El libro resultante fue prologado por el antropólogo Luis Millones y contó con la colaboración del fotógrafo argentino Jorge Esquiroz en la presentación.

Warmikuna y la democratización de la danza

Cuando hablamos de democratización, entramos en un terreno político complejo, ya que se podría ver como una dicotomía entre el carnaval y la idea de democratizarlo. El carnaval, por naturaleza, es un acto comunitario que no necesita esa etiqueta. Sin embargo, tras los antecedentes comentados, reflexionamos sobre cómo las comparsas rurales intentan democratizarse al irrumpir en este espacio y al intentar ingresar en un ámbito más institucional.

Lo que hemos descubierto en esta investigación es que el carnaval no debe verse como un fetiche cultural o algo que se pueda estandarizar o calificar, sino como una auténtica muestra sociocultural. Es una forma de expresión artística que abre espacios para denunciar, mostrar el sentir de las comunidades e incluso expresar sentimientos de amor o el dolor ante el contexto social. A través de las coplas, los jóvenes tienen una vía para manifestar sus emociones y el carnaval se convierte en un reflejo vivo de la sociedad.

El carnaval no debe pasar por un filtro de estandarización, ya que lleva consigo siglos de desarrollo cultural y pensamiento en nuestras lenguas originarias”.

Mag. Carmen Cazorla
Profesora del Departamento de Humanidades PUCP

Gracias al financiamiento de la primera convocatoria del Fondo de Apoyo a la Investigación del Vicerrectorado de Investigación, se pudo organizar un conversatorio sobre estos temas. “Esto nos permitió destacar la importancia de señalar que el carnaval no debe pasar por un filtro de estandarización, ya que lleva consigo siglos de desarrollo cultural y pensamiento en nuestras lenguas originarias”, señala Cazorla. El financiamiento también permitió la realización de una exposición fotográfica y la optimización de materiales impresos para difundir estos mensajes.

Etiquetas:
carnaval
etnografía

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