Profesora Nadia Gamboa recibe la medalla Asamblea Nacional de Rectores
Nuestra reconocida docente e investigadora fue distinguida con la medalla Asamblea Nacional de Rectores y el diploma Mujeres Científicas en la Investigación Universitaria 2013.
Texto:
Pablo TimoteoFotografía:
Mario Lack
Al ser consultada por sus mayores logros como investigadora, la Dra. Nadia Gamboa, docente de la sección Química, destaca su tesis doctoral sobre contaminantes propios de la industria de harina de pescado, así como su trabajo sobre contaminación de agua y sedimentos en la cuenca del río Rímac y la réplica de esta investigación en la cuenca del Jequetepeque, la misma que le ha valido, recientemente, la Medalla Asamblea Nacional de Rectores (ANR) y el diploma Mujeres Científicas en la Investigación Universitaria 2013.
¿Qué significa esta distinción para usted?
Es un honor muy grande porque fui a la ANR representando a las mujeres científicas de esta Universidad. Cuando se me comunicó esta distinción, me sentí muy humilde porque no creo merecerla. Me toca agradecer a la PUCP por pensar que yo puedo representar a todas las mujeres científicas de esta casa, la responsabilidad es muy grande. Espero que esta medalla represente, realmente, todo lo que soy capaz de dar como profesional.
Es, además, un argumento más contra el mito de que las mujeres son minoría en el campo de la ciencias.
Sí. A la premiación fuimos 43 mujeres científicas, todas de universidades, y hubo cuatro mujeres destacadas, dos de las cuales eran ministras, quienes dijeron que las mujeres eran mayoría en los ministerios. Además, en las mesas científicas sobre temas ambientales a las que voy, las mujeres somos mayoría. Quizá, esa idea es un mito masculino.
¿Cómo valora su doble labor como docente e investigadora?
La una no vive sin la otra. No concibo hacer investigación si, después, no puedo transferir esa información a mis estudiantes, ni concibo hacer docencia sin estar investigando también. Para mí, van de la mano, la una no existe sin la otra, como la familia y el trabajo.
Primero fue alumna de la PUCP y, luego, docente. Me imagino que esta trayectoria la debe de hacer sentir muy comprometida con la Universidad.
Sí, hoy me siento más comprometida que nunca porque la PUCP me formó, me seleccionó, me incorporó rápidamente a la vida laboral y me presentó a la beca por la cual hice mi doctorado. Cuando recién se empezaba a pensar en el tema ambiental, viajé a la Universidad de Concepción en Chile para prepararme y, luego, volví a la PUCP porque me esperaba de regreso para empezar mi trabajo como docente. Yo no concibo mi vida fuera de la Universidad porque aquí me siento cómoda, esta es mi casa.
Usted es parte del equipo profesional que lleva adelante la Olimpiada de Química. ¿Qué nos puede decir sobre la labor que realiza con los escolares para las competencias nacionales e internacionales?
La Olimpiada de Química es una competencia internacional que fue traída hace muchos años y yo, de alguna manera, estoy completando la labor de los pocos profesores comprometidos con el tema. En estos momentos, somos siete docentes a cargo de la actividad, es una empresa muy doble. Vemos chicos que, desde primer grado de secundaria, están interesados en las ciencias y en la química, entonces ¿cómo no ir allí a fomentar tu carrera cuando sabes que, de repente, entre ellos puedes tener un profesional que haga orgullosos a todos los peruanos con un Premio Nobel? Nos hemos puesto la camiseta para trabajar, y la satisfacción es ver a los chicos estudiando y trabajando en la PUCP o yéndose al extranjero y convirtiéndose en profesionales muy exitosos. Al final te sientes satisfecho porque puedes verlos crecer, madurar, ser exitosos y ser agradecidos, eso no te lo paga nadie. Nos ven a los científicos como personas reservadas, pero somos personas con una vena social profunda, nosotros mismos, muchas veces, no nos damos cuenta de ello.
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