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“Un buen investigador y buen profesor siempre entran en actos de autorreflexión”

Conocedor de los retos de liderar un aula en constante transformación, Ian Althouse fue el invitado internacional en el II Encuentro Internacional de Centros de Formación Docente, organizado por el Instituto de Docencia Universitaria (IDU) a inicios de marzo. Durante su visita participó en una semana de intercambio de experiencias con sus pares de la PUCP sobre el tema de la formación docente y el uso de la tecnología en el aula.

  • Ian Althouse
    Director Asistente de Programas y Servicios de Posgrado en el Center for Teaching and Learning de la Universidad de Columbia (EE.UU.)
  • Texto:
    Fiorella Palmieri
  • Fotografía:
    Juan Pablo Azabache

 ¿Cuál es el perfil que buscan en los docentes que se forman en el Center for Teaching and Learning de Columbia?

Lo más importante es que los docentes estén preparados para acomodarse a las diversas necesidades de sus alumnos. Esto requiere transformar la práctica. Necesitamos ser ágiles para cambiar y adaptar nuestro estilo de enseñanza a nuevos grupos. Las tecnologías se desvanecen, caducan, pero queda la capacidad del docente de perfeccionar su práctica, de adaptarse a nuevas condiciones y audiencias, y tener un impacto exitoso en los alumnos.

¿Cuál es la importancia de la autorreflexión en la práctica docente?

Un buen investigador y buen profesor siempre entran en actos de autorreflexión. Más que cualquier herramienta digital, la autorreflexión es el recurso más efectivo para transformar el aula y la experiencia del estudiante. Es eficaz para decidir qué tecnología o metodología usar, tanto si se trabaja en grupo o de manera individual, y cómo definir la estrategia para apoyar mejor al estudiante. Al fin y al cabo, si el profesor no ha reflexionado por qué quiere incorporar determinada tecnología, podría estar incorporando una capa innecesaria a la experiencia de aprendizaje.

¿De qué manera la tecnología ha transformado la dinámica de una clase universitaria en los últimos 20 años?

Creo que, por una parte, la tecnología siempre es una moda. Los docentes queremos incorporarla porque es atrayente. A mí me gusta explicar a los alumnos mis expectativas sobre el uso de cierta tecnología, y por qué la vamos a usar. La idea es que los alumnos sepan que hay una razón explícita que justifica el uso de una tecnología, que no solamente sirve para disfrutar más del momento. Nuestra docencia y el diseño de cursos deben ser prácticas intencionales que promuevan que los alumnos entiendan profundamente la materia que enseñamos. Es importante que sepan manejar el aula, que dominen la materia, y que sepan cual es la intención de cada metodología aplicada para cambiar la experiencia del alumno. Muchas veces, al inicio de su práctica docente, los doctorandos intentan hacer algo que han visto en otro sitio, pero no saben por qué será beneficioso para el estudiante. Este saber es lo que distingue a un docente con experiencia de uno que se inicia.

 ¿Qué prácticas innovadoras y tecnológicas se pueden implementar en una clase?

Todavía hay mucha energía y entusiasmo por incorporar tecnología al aula. Tenemos evidencias que sugieren que el uso continuado de algunas tecnologías en la clase, como la gamificación (ludificación) sí puede ayudar al alumno a mejorar, crecer y desarrollar su aprendizaje. Hoy la gran mayoría de nuestros alumnos tienen acceso a internet  a través de sus celulares, lo cual se ha aprovechado para hacer sondeos. Si tienes una clase de 300 personas, puedes hacer un sondeo para conocer cómo responden a un problema matemático. Desde una app participan y en un minuto ya tienes una gráfica que muestra cuál es el porcentaje de las respuestas y sus avances. Sin embargo, todavía hay resistencias. Si uno puede hacer la misma actividad con bolígrafo y papel, ¿cuál es el sentido de usar la tecnología para mediar esa experiencia?

La PUCP tiene como visión de largo plazo que todos sus docentes sean doctores. ¿Qué se exige y qué se valora más en el proceso de selección de un docente universitario en Estados Unidos?

La capacidad para hacer investigación siempre ha sido gran parte del peso para recibir un puesto de docente universitario. Sin embargo, ahora esa es la pregunta que no tenemos totalmente respondida en EE.UU. Hay más necesidad de instructores y menos puestos de investigación. Existe la necesidad de tener profesores que estudian e investigan, pero también de otros profesores, sin la carga de investigación, que puedan priorizar la enseñanza. A veces, tener un doctorado no necesariamente indica que la persona será buen docente. En el Center for Teaching and Learning tenemos la oportunidad de formar a los doctorandos como futuros docentes que tengan un impacto más grande y potente.

¿Consideras que en las universidades de EE.UU no se brinda el peso suficiente a la labor docente?

Hubo un momento en Estados Unidos en el que hubo mucho dinero destinado a investigación. Entonces, se impulsó una cultura que valora más la investigación que la enseñanza. ¿No sería mejor abrir más puestos exclusivos para docencia, y que se valore la enseñanza tanto como se valora la investigación? Considero que se debe dejar que los docentes decidan si desean hacer más investigación o dedicarse a perfeccionar su metodología de enseñanza.

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