Ir al contenido principal Ir al menú principal Ir al pie de página
Noticia

Informe PuntoEdu: Nuestro Macondo

Macondo de Gabriel Garcia Marquez

¿Qué tanto hay de nuestra región en ese mundo fantástico planteado en Macondo de Cien años de soledad? Profesores de la PUCP analizan la construcción de lo latinoamericano en los escritos de Gabo.

A través de su irrepetible realismo mágico y la intensidad de su estilo narrativo, Gabriel García Márquez –‘Gabo’ para quienes se sienten cercanos a él– nos invitó a recorrer los distintos perfiles de nuestra región al plasmar en su obra una metáfora de América Latina en toda su magnitud. “Esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda”, pronunció el escritor durante su discurso de aceptación del Premio Nobel, allá por 1982.

El colombiano perteneció a ese fenómeno literario conocido como el “boom latinoamericano”, que agrupó, de 1960 a 1970, a diversos escritores de la talla de Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Julio Cortázar, cuyas obras, de gran riqueza narrativa, conmovieron al mundo de las letras en Europa y pusieron en vitrina a los escritores de esta región.

Esta corriente, que abarcó plumas con estilos muy distintos, tuvo como una de sus características la descripción –real en algunos casos y mágica en otros– de América Latina, que asomaba en el imaginario de Occidente como surrealista, convulsionada y con importantescambios políticos y sociales, como la Revolución cubana, por ejemplo.

En ese contexto se publica, en 1962, Cien años de soledad, la obra más conocida de García Márquez, que narra la saga familiar de los Buendía y que puede interpretarse como metáfora de la historia de América Latina. ¿Qué tanto somos de ese mundo planteado en Macondo?

Una visión exótica

Dr. Martín Tanaka
Docente del Departamento de Ciencias Sociales

“Las novelas de García Márquez encajan con una visión externa sobre América Latina donde sucedían acontecimientos exagerados”, señala el Dr. Martín Tanaka, docente del Departamento de Ciencias Sociales. Para él, sus novelas, muy leídas y traducidas a múltiples idiomas, engancharon con cierto imaginario “noroccidental” que miraba a América Latina como un continente misterioso donde convivían el autoritarismo, la injusticia, la desigualdad, los golpes de Estado, los luchadores sociales, la inestabilidad política y el Che Guevara.

El Dr. Tanaka considera que en la obra de García Márquez, así como en sus pronunciamientos, aparece “esta imagen de que América Latina es una región muy particular, en donde lo mágico, por así decirlo, está muy presente y difícilmente encasillable con criterios racionales occidentales modernos, y precisamente por eso tenía la necesidad de experimentar nuevos caminos en lo social y en lo político”. Esta posición quedó manifiesta en su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1982. “Recordemos que García Márquez tenía como referente a Cuba y seguramente era una forma de criticar el bloqueo de Estados Unidos o reivindicar a la Revolución nicaragüense”, señala.

Según Tanaka, Mario Vargas Llosa, otro ícono de las letras de la región, plantea, en general, un mundo más moderno y urbano en comparación al propuesto por Gabo. “Independientemente de con qué visión simpatice más uno, se descubre otras maneras de definir lo latinoamericano y de encontrar otras tradiciones e hitos que nos definan”, señala al respecto. “No se trata de enterrar a García Márquez y decir que esas visiones exóticas no nos representan. Somos occidentales, sí, pero seámoslo desde nuestras raíces, nuestra tradición. Eso es lo que nos hace ser particulares y con algo que aportar”, continúa. Para él, Latinoamérica es actualmente una región moderna occidental, y en lo político, por lo general, se mueve dentro de los cánones de los regímenes democráticos liberales.

Los personajes arquetípicos

Dra. Cecilia Esparza
Docente del Departamento de Humanidades

“Muchos críticos literarios coinciden en que lo real maravilloso americano tiene conexión con la realidad poscolonial porque representa un pensamiento de una determinada comunidad cultural distinta a occidente”, sostiene la Dra. Cecilia Esparza, docente del Departamento de Humanidades. Ella considera que un género literario tiene un aspecto formal y una serie de convenciones, pero que también es algo histórico.

Con el triunfo de la revolución cubana, la mayoría de intelectuales y artistas asumieron que tenían un papel histórico en esta independencia económica y cultural que se proponía para América Latina. “Entonces, aparece Cien años de soledad, que abre un espacio para crear una identidad regional para toda América Latina. Es efectiva porque tiene ese componente político de gran repercusión en ese momento”, señala la Dra. Esparza, quien agrega que esa propuesta alternativa de interpretar la realidad en su obra también confrontó las convenciones lógicas occidentales.

Otro de los motivos del acercamiento de la obra de García Márquez a Latinoamérica es la influencia que tiene la cultura popular sobre ella. “Trataba de reproducir esas historias de la mitología latinoamericana que oía de niño y que han sido trasmitidas de padres a hijos por generaciones”, comenta.

La Dra. Esparza recuerda también que Gabo fue un gran estudioso de la música popular caribeña: “En Cien años de soledad aparece Francisco el Hombre, un personaje que aparece en muchos vallenatos, una especie de trovador que iba de pueblo en pueblo”. Pero aclara que, en realidad, las fuentes de García Márquez son diversas. Por ejemplo, la expulsión de Úrsula y Aureliano Buendía por cometer incesto podría compararse con el relato bíblico de Adán y Eva, o si se les considera pareja fundadora de Macondo con Manco Cápac y Mama Ocllo. “Muchos de sus personajes son arquetípicos. Por ejemplo, Melquíades es el sabio viejo presente en casi todas las tradiciones mitológicas”, explica. Y este es uno de los motivos por los que, según Esparza, esta novela ha capturado tanto a los lectores: “Lo interesante es ver cómo García Márquez conecta esos mitos con la historia latinoamericana contemporánea”.

El amarillo en García Márquez

El reconocido escritor Gabriel García Márquez falleció el pasado 17 de abril y cerró así uno de los capítulos más prolíficos de la literatura latinoamericana. Su despedida multitudinaria, realizada en el Palacio de Bellas Artes de México, estuvo matizada por cerca de diez mil rosas amarillas e innumerables mariposas de papel del mismo color.

El amarillo fue siempre un color que representó mucho a Gabo. Incluso, en su última aparición pública por su cumpleaños 87, el escritor adornó su solapa con una flor amarilla. Hay que recordar que las mariposas y las flores amarillas aparecen en diversos pasajes de su popular novela Cien años de soledad. Como indicó alguna vez un familiar cercano al escritor, la presencia de ambas en su obra se debe, quizás, a que en el jardín de la casa de sus abuelos en el pueblo de Aracataca (Colombia) era usual ver revolotear mariposas amarillas

El Macondo que llevamos dentro

Dr. Jesús Cosamalón
Docente del Departamento de Humanidades

“El célebre Macondo no tiene un lugar físico identificable, pero puede ser cualquier punto de la región a partir de una serie de características que apelan a los sentidos, tan queridos por los latinos”, comenta el Dr. Jesús Cosamalón, docente del Departamento de Humanidades. Para este historiador, García Márquez, a comparación de otros autores en América Latina, refleja en su obra una perspectiva muy cultural, que va en búsqueda de olores, sabores, sonidos y sensibilidades que, de alguna manera, consideramos parte de nuestra identidad, como la comida o los boleros. En ese sentido, considera que el escritor construye una imagen de esta parte del mundo que abre una posibilidad de entender su dimensión desde nuestros propios valores.

Por otro lado, el Dr. Cosamalón indica que el discurso pronunciado por García Márquez en la entrega del premio Nobel es una especie de gran inventario de lo que para él era América Latina: “Allí uno encuentra toda su obra, por así decirlo. Muestra este territorio abierto a encantar con la magia, pero con pobreza e inestabilidad política. Dimensiones que, hasta cierto punto, son dolorosas, pero que, por otro lado, en muchas de sus novelas, son situaciones que logran ser matizadas por una gran fuerza vital, el amor, las ganas de sobrevivir y de vencer”.

Además, indica que la obra literaria de Gabo es tan política como él mismo. “Estaba detrás de la idea de la patria grande en América Latina, un continente fragmentado pero con una base común histórica opuesta al imperialismo y a la expansión europea occidental”, señala al respecto.

Para el Dr. Cosamalón, la Latinoamérica en la obra de García Márquez tiene vigencia en la medida de que nos falta descubrirnos a nosotros mismos. “Existen aspectos de nuestra cultura que no han sido incorporados a nuestro imaginario, a nuestra idea de nación, y que aparecen como exóticos”, dice. Y agrega: “Vivimos en un continente donde el proceso de modernización no ha sido igual que al europeo; se han mantenido formas tradicionales a nivel rural, quizás mucho más dominantes en nuestros abuelos. En algunos aspectos, seguimos viviendo de una forma muy aislada del mundo, hay un Macondo existente en cada uno de nosotros”.

Escritor y político

Mg. Iván Hinojosa
Docente del Departamento de Humanidades

“García Márquez brinda en Cien años de soledad, y en algunas otras novelas cercanas a esta obra, una idea de un paraje exótico donde ocurren eventos sobrenaturales. Pero también reivindica los problemas sociales, conflictos políticos, enfrentamientos y dictaduras, una especie de mosaico en una historia que, si bien está ubicada en Macondo, podría ser colocada en otros lugares de Latinoamérica”, reflexiona el Mg. Iván Hinojosa, historiador y docente del Departamento de Humanidades.

Cierto es que esta región ha cambiado mucho del contexto temporal presente en las obras del escritor, pues ahora Latinoamérica asoma como un continente moderno, próspero y de crecimiento económico. Al respecto, el Mg. Hinojosa refiere que hay una serie de planteamientos en la narrativa de García Márquez que aún siguen vigentes: “Cuando piensas en Áncash, en el 2014, te puedes dar cuenta de que es un Macondo sin gracia. Allí vienen sucediendo una serie de acontecimientos atroces que uno ni se imagina que podrían ocurrir. Aquello parece sacado de una ficción”.

Y, luego, agrega: “Pero el lado político del escritor, a diferencia de sus obras, no era para nada ficticio”. García Márquez concretó parte de sus ideales políticos a través del periodismo y el cine, e impulsó la creación de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano (Colombia) y la Escuela Internacional de Cine y Televisión (Cuba), así buscó que la región estuviese resguardada de la “influencia imperialista”. “Yo evocaría la imagen que proyecta su obra que contribuye al interés por América Latina a través de diversos idiomas y también con las crónicas periodísticas que realizó en su etapa más productiva”, completa.

Aunque García Márquez también planteó en su carrera literaria una perspectiva distinta, como en El general en su laberinto, novela que ofrece un retrato de Simón Bolívar en sus últimos días de vida y que rompe con la visión heroica del libertador, para Hinojosa el sello que identifica a García Márquez son sus obras totalizadoras que son la construcción de Latinoamérica a través de sus paisajes y áreas rurales. “Pero esos espacios también han cambiado actualmente. Hay un cambio frente a ese exotismo que plantea García Márquez”, puntualiza.

Una mirada idealizada

Dra. Carla Sagástegui
Docente del Departamento de Humanidades

“Nosotros no hemos vivido un proceso de secularización como el que se vivió en Europa en el siglo XIX como producto de la modernidad. En América Latina, ese tema maravilloso, mítico, relacionado con lo religioso, es asumido, tanto por los lectores europeos como por los de la región, como una señal de identidad”, señala la Dra. Carla Sagástegui, docente del Departamento de Humanidades. Asimismo, ella indica que, tiempo antes de que García Márquez empezara a publicar, escritores como Alejo Carpentier y Miguel Ángel Asturias iniciaron los planteamientos del realismo mágico y prepararon un momento muy importante para América Latina respecto a su identidad. “En esta región había una cosmovisión distinta a la realista y, básicamente, tiene que ver con el aspecto religioso, muy vigente en los latinoamericanos”, señala.

Por otro lado, la Dra. Sagástegui considera que el boom latinoamericano es un proyecto político de la época de este grupo de escritores. “Ellos buscaron replantear la identidad latinoamericana y posicionarla en el medio literario y cultural”, dice. En ese contexto, se generó en Estados Unidos una inquietud por entender a Latinoamérica a través de la corriente del realismo mágico. “En el caso de García Márquez, hay un proceso propio que se convierte en un fenómeno literario que sirve de base para otros escritores. Pero llega un momento en que la sociedad se llega a saturar de esa fórmula, porque eso ocurre con García Márquez, se reduce a una fórmula”, explica al respecto. Incluso, años después, un grupo de escritores, donde destaca el chileno Alberto Fuguet, se rebela ante la demanda de ese exotismo y crea la corriente literaria denominada McOndo, que plantea escenarios más realistas.

Sobre la actuación política de Gabo, indica que hay una idealización en la mirada hacia el socialismo que tuvo el escritor. “Sus vínculos con la izquierda también lo asocian no solo con una identidad latinoamericana, sino con una población que quiere ser visibilizada, que tiene derechos, que ha sido maltratada y que él representa. Pero creo que eso también es el problema de encasillarlo, porque me parece que es una persona más real, compleja, con situaciones polémicas y con una literatura que puede ser también más realista, no tan romántica”, dice. Y finaliza: “Ya no podemos hablar de una América Latina uniforme y donde todos seamos personajes de García Márquez. Quizá eso haga que pierda peso político y gane peso literario”.

Deja un comentario

Cancelar
Sobre los comentarios
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los comentarios pasan por un proceso de moderación que toma hasta 48 horas en días útiles. Son bienvenidos todos los comentarios siempre y cuando mantengan el respeto hacia los demás. No serán aprobados los comentarios difamatorios, con insultos o palabras altisonantes, con enlaces publicitarios o a páginas que no aporten al tema, así como los comentarios que hablen de otros temas.