La reforma electoral se queda sin gasolina
El actual Congreso de la República ha dado los primeros pasos para lograr la ansiada reforma electoral, pero aún no se debaten temas fundamentales, como el regreso a la bicameralidad, la eliminación del voto preferencial y el financiamiento de los partidos políticos.
Texto:
Jonathan Diez
El crecimiento económico del Perú, está claro, no ha traído consigo progreso en las instituciones centrales del Estado. La riqueza en el Perú ha evolucionado dispareja y poco inclusiva, y se ha dado en un escenario de fragmentación política, desintegración del sistema de partidos y deslegitimación de la clase política. ¿Qué hacer entonces?
La reforma electoral, junto con los cambios legales y constitucionales que ella exige, podría ser una primera solución. ¿Qué reformar? Estando tan próximos a las elecciones presidenciales, ¿es el momento más oportuno? Si bien ya se han aprobado algunos dictámenes, en el Congreso de la República el tema ha perdido fuerza. No hay debate. La razón: es muy difícil que un Parlamento polarizado con nueve fuerzas políticas distintas llegue a consensos importantes antes de la legislatura de noviembre, más aún cuando algunos cambios exigen reformas constitucionales.
Además, se van cumpliendo los plazos para que políticos renuncien a sus cargos actuales para volver a postular al mismo u otro cargo público. Es época de acomodos y cruces de intereses para formar listas el próximo año. ¿Quién se va a comprar el pleito en este contexto? Las reformas deben apuntar al 2021.
Financiamiento oscuro
El fortalecimiento del sistema de partidos es clave para tener una democracia saludable con mejor representación. Y este es un tema esencial en la reforma electoral. El Dr. Eduardo Dargent, director de la Maestría en Ciencia Política y Gobierno, opina que una primera urgencia es tener mayor información del financiamiento de los partidos, pues, durante las campañas electorales, un candidato recibe dinero de empresarios y colaboradores sin nombre, y así penetra con facilidad no solo la criminalidad, sino también personajes que nunca han estado en política pero entran al juego porque son los que pagan más.
“El financiamiento es clave en un partido político. Los recursos son vitales en términos de publicidad e impacto con la gente. ¿Quiénes financian las campañas? Este es un tema que hay que regular. La discusión es con el Ministerio de Economía, sí, pero también exige un Ministerio Público fuerte que sancione e investigue cómo se mueven estos fondos”, explica Dargent.
Sobre este punto, la Mg. Milagros Campos, docente del Departamento de Ciencias Sociales, agrega que es fundamental que haya mayores niveles de trasparencia de los partidos. “Es clave que las organizaciones emitan informes públicos sobre quiénes los financian en internet para que no solo instituciones fiscalizadores los puedan monitorear, sino la sociedad en general. En el fondo, es un tema de rendición de cuentas”, enfatiza la docente.
El financiamiento público podría ser una opción ante esta situación porque, si el Estado les da dinero a los partidos, se les podría empezar a exigir cosas. Sobre este punto, Dargent argumenta: “No hay que flexibilizar, hay que controlar. El incentivo puede servir para la formación de candidatos e incluso para campañas, sin embargo, estas reformas sin órganos electorales que fiscalicen no van a servir de nada”.
Cambios constitucionales
Según la profesora Campos, abogada y magíster en Ciencia Política, es difícil lograr consensos en el Congreso porque el asunto es político y hay conflicto de intereses a todo nivel. Por ejemplo, para eliminar el voto preferencial y pasar al voto voluntario, tendría que darse un cambio constitucional. Para que esto pase, se requiere de 2/3 de votos a favor en dos legislaturas consecutivas, lo que representa, más o menos, que 84 congresistas voten en consenso dos veces seguidas. Y eso, en el Perú, es muy difícil que pase.
“Las reformas constitucionales son delicadas. Hay que entender los límites normativos porque una ley no será suficiente para reformar a fondo la política peruana. El sistema electoral incluye a instituciones y partidos. La reforma exige cambios en la constitución, sí, pero también en leyes orgánicas y ordinarias, y esto sí es posible lograr antes de noviembre porque se aprueban con mayoría simple”, explica la profesora Campos.
Por su parte, el Mg. Heber Campos, docente de nuestro Departamento de Derecho, opina que las reformas de fondo son el regreso a la bicameralidad, la eliminación del voto preferencial y el control de partidos políticos en elecciones internas. Justamente, los temas que el Congreso posterga son los que atañen directamente a la estructura de sus organizaciones e intereses.
“Desde el lado de la ley, es posible lograr estas reformas. Sin embargo, los cambios constitucionales que requieren algunos puntos de la reforma exigen un consenso político muy amplio y eso no hay en este parlamento. El Congreso actual ha dejado de ser representativo. Es casi imposible que se dé la reforma constitucional para las elecciones del próximo año. El tema de fondo es recuperar el prestigio de la política de cara a los comisiones del 2021”, reflexiona el abogado especialista en Derecho Público.
Gobernabilidad y regiones
Hasta antes de los gobiernos de Alberto Fujimori, los cuatro partidos nacionales más importantes eran APRA, Partido Popular Cristiano (PPC), Acción Popular (AP) e Izquierda Unida. Desde 1993, el sistema partidista se vino abajo y estos grupos perdieron representación y no se lograron recuperar, por lo que los nuevos partidos posfujimorismo empezaron a ganar elecciones parlamentarias y presidenciales. Sin embargo, esto no se repitió en las regiones, lo que, según la profesora Milagros Campos, ocasionó un grave problema de gobernabilidad.
Sobre este tema, Dargent explica que la descentralización política cumple un rol importante para que haya consensos entre el gobierno central y las regiones. El experto sostiene que este proceso se ha dado de manera “desordenada y desarticulada”, eso impide que un mensaje viaje con claridad entre el gobierno central y regional, y vuelve difícil que se politicen ideas que los postulantes podrían capitalizar.
“Entonces, volvemos al inicio. El tema de fondo es que no hay incentivos para formar partidos sólidos y algunos falsean para entrar al sistema. Ahí aparecen los problemas de gobernabilidad y las diferencias que se vuelven irresolubles. Hay poca militancia, no se politizan temas y la sociedad desprecia a la política. Hay líderes con poder, pero no quieren compartirlo. La reforma política empieza por promulgar leyes y cambiar la constitución en algunos aspectos, pero no hay que olvidar que esto es solo el inicio y que se requiere líderes que politicen el tema con una conflictividad política diferente”, argumenta el politólogo.
Atajos políticos
En este escenario tan complejo y con 19 partidos nacionales inscritos, la reforma aparece como la gran solución, pero no es necesariamente así. Muchos especialistas coinciden en que, primero, es fundamental el trabajo partidario desde las bases.
Hay que analizar la reforma desde la descentralización política y los mecanismos de fiscalización de partidos, y, además, es necesario mejorar la ley de partidos en una evolución integral que permita reconstruir el sistema. Y esto no va a pasar solo porque se promulgue una ley. Dargent propone –aunque señala que abusa de optimista– que son los líderes más importantes los que deben impulsar la reforma. Lástima que no les convenga y, por eso, no haya debate, ya que no es un tema de preocupación para ellos.
De aquí hasta las presidenciales del otro año, es probable que veamos a los mismos candidatos de los comicios pasados. ¿Y qué va a pasar con los líderes de los otros 14 partidos? Pues buscarán desesperados lograr el 5% que necesitan para seguir sobreviviendo en la oscuridad política. Lo peor es que estos 14 partidos ya están buscando con quién unirse para mantener su inscripción y ofreciendo el puesto de candidato presidencial en el mercado al mejor postor.
Por otro lado, Dargent menciona que, desde el 2001, el elector peruano vota más o menos ordenado, pero el problema es que no hay política fuera del tiempo de campaña. Y ahí los medios cumplen un rol importante, sobre todo la televisión, cuyo énfasis en el fácil entretenimiento ha mermado la presencia de discusión política más allá de los breves informes de los programas dominicales. “El elector vota según la campaña, no por una idea”, concluye.
Es importante recordar que en las elecciones del 2011 se presentaron 11 candidatos a la presidencia y 1,560 al Congreso, divididos en doce listas. Este dato es claro para entender que el elector peruano, abrumado por cientos de campañas sin ideas, vota motivado por sensaciones, lo que ocasiona dispersión y quiebra, aún más, un sistema que todavía no ve la luz al fondo del túnel.
La historia de la reformaLa reforma política y electoral empezó en el 2001 con el gobierno de transición de Valentín Paniagua. Luego de la caída del régimen de Alberto Fujimori, el sistema de partidos colapsó y se consideró muy importante reestructurar el sistema político. El fallecido expresidente Paniagua creó una comisión base para la nueva Constitución, que debía reemplazar a la de 1993 para dar paso a un nuevo texto, que sería luego puesto a consideración del pueblo para que sea aprobado vía referéndum. Esta iniciativa convocó a especialistas, actores políticos y sociedad civil en una proyección muy ambiciosa, sin embargo, no progresó totalmente. |
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LO QUE SE HA APROBADO: | LO QUE FALTA APROBAR: |
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